domingo, 11 de diciembre de 2016

Miedo a amar






Tengo miedo a cada una de tus palabras. Cada vocablo que salga de tus labios me va a enamorar, lo sé. Tengo pánico a tu silencio, pues no podré evitar mirarte a los ojos y entonces descubrirás lo que siento, ese amor infinito que me atormenta cada noche.Tengo miedo a tu cuerpo desnudo, por eso no dejo de imaginármelo una y otra vez, porque sé que no seré capaz de controlarme, que no podré sino ayudarte en tu desvestir, que la pasión nos hará olvidar las estaciones, el invierno de tu ausencia y el verano tu abrazo. Tengo miedo a tu hechizo, ese que nubla la vista del enamorado, el que provoca dolor por ausencia, el que hiela el corazón. Y es que la belleza, al igual que produce un placer permanente, produce dolor. Nunca te enamores de una mujer hermosa, me decían. Se llevará tu corazón y jamás te lo devolverá. O quizás me estoy equivocando. Eres tú la que tiene miedo a vivir. La que tiene miedo a discusiones que acaban en secretos de alcoba. Miedo a que te lleven la contraria, miedo a salir de tu comodidad, miedo a abandonar las tres posiciones básicas, miedo a hacer el amor entre olivos, con el calor del sol sobre nuestros cuerpos o con la luna como única iluminación. Y es ese miedo que tienes a vivir, a equivocarte, a caer y volver a levantarte, esa obsesión por complacer a tus allegados una soga al cuello que te va apretando cada vez más, que te impide respirar, sentirte libre y disfrutar de los orgasmos sin sensación de culpabilidad, pues eres una canaria enjaulada, con miedo a salir por tener el alpiste seguro. Por miedo a amar o a vivir, que es lo mismo.  

domingo, 27 de noviembre de 2016

Drachenfutter



Estoy buscando Drachenfutter para tí. Drachenfutter en alemán significa literalmente "comida para dragones" y se refiere a aquel regalo que un hombre le hace a su mujer para conseguir ser perdonado o para apagar su rabia. Quien sabe la razón, para que buscarla, si dispones de un universo infinito de preocupaciones, galaxias enteras de equivocaciones o palabras mal dichas por mi, clasificadas por fecha y por la ropa que llevaba en ese justo instante. Acababa de hacerte el amor -y modestamente, creo que se me dió bastante bien- con lo cual tampoco podía ir por ahí. O quizás sí. Porque antes estabas feliz, pletórica, como si hubieras decidido declarar el día mundial del débito conyugal en nuestra cama. Pensé y pensé y no alcancé a encontrar motivo alguno. Te había mordido, pero con suavidad y sin dejarte marca alguna. Había trabajado los preliminares como si fuera el trailer de la película del año. Te había agasajado con toda clase de besos, caricias y palabras de amor. La iluminación y la música habían sido correctas, porque habíamos comenzado a desnudarnos cuando terminamos la cena, improvisada tras tu jornada maratoniana. Fue al día siguiente, mientras estaba absorto leyendo a Bayly en el sofa, desconectado por completo del mundo, cuando saltaste y gritaste: "¿DONDE? ¿DONDE APRENDISTE ESO?". Pegué un salto en el sofá, sobresaltado, mirándote sin entender, y continuaste: "¿QUIEN? ¿QUIEN TE ENSEÑO ESO?". Instintivamente miré mi móvil y estuve apunto de llamar a Carlos, mi abogado, para saber que contestar. Me acordé de la última vez que tuvimos un pleito con mi empresa y contesté la respuesta standard que el me enseñó, la respuesta mágica: "NO LO RECUERDO, NO LO SÉ". Por cierto, fue divertido porque contesté eso durante todo el juicio, incluso cuando me preguntaron por la edad y por mi nombre. Mejor, porque en este momento no se quien soy ni como me llamo, y mucho menos mi edad: Sólo sé que una mujer al día siguiente de haberse acostado conmigo me está chillando, y esto suele suceder inmediatamente después de la cópula -sea esta satisfactoria o no- pero no al día siguiente. Me empezaste a dar collejas y yo a defenderme a mi mismo y a mi hombría, moviéndome de sitio. "TU NUNCA" (colleja) "TE ACUERDAS" (colleja) "DE NADA" (combo de collejas). Confundido, con una sensación de retorno a mi más tierna juventud, como si mi madre me estuviera castigando por algo malo, salí corriendo y me encerré en el baño. "SAL DE AHÍ, COBARDE". "Los cojones Mariloli", pensé. Tras aporrear la puerta empezaste a contar el motivo de tu enfado, con pelos y señales. Se podía resumir así: Te había hecho el amor tan bien, habías tenido un multiorgasmo tan perfecto, que tenía que haberlo aprendido de otra. Probablemente, en un cursillo acelerado. Y es que ni dándole la perfección esta mujer se conforma. Habrá que buscar Drachenfutter.

martes, 22 de noviembre de 2016

Escondite entre la vida y la muerte



Tras tres horas de avión y dos de guagua llegamos al piso. Era ya madrugada. Me daba muchísima vergüenza reconocer no saber llegar, así que me excusé en el cansancio. Tu mirada azul parecía darse cuenta de mi mentira, de que nunca había estado allí, pero lo dejaste estar. No acerté con la llave sino al sexto intento. Y al abrir, inexplicablemente, la casa olía a muerte, como si las paredes supieran los hechos que iban a acontecer horas después de cerrarse por última vez. Mi padre lo sabía y volvió a tierras gaditanas para morir donde nació, exactamente en la misma habitación, sesenta años antes, habiendo cerrado a conciencia. La casa parecía haber sido arrasada por su peor enemigo, que siempre fue él mismo. Papeles desordenados por mesas y sofas, incluso por el suelo, allá donde alcanzara la vista. "Hay una escalera" dijiste. "Ya te dije que era un dúplex"- te contesté. Descubriste la terraza, tan grande como toda la casa, y pegaste un pequeño chillido entre asombro, placer y alegría. Luego volviste comedida, con cara de susto, por haber roto el duelo que creíste conservé durante todo el viaje. Simplemente estaba cansado, no dolido. Quien suele buscar la muerte la encuentra. Playa Sardina es un lugar recóndito del paraíso y estaba jubilado. Sólo tenía que disfrutar, pero decidió activar el modo autodestrucción. El ser humano es así. Nos fuimos a la cama y yo, en mi desesperación, te desnudé rapidamente y me entregué en cuerpo y alma, porque la muerte hay que compensarla con la vida, porque al verte desnuda la mezcla de cansancio, angustia, cabreo y erección provocada no me iba a dejar dormir. Sabedora de que nadie podía oír, gritaste, aullaste de placer varias veces. Quizás fingiste, pero poco importa. Necesito la felicidad en mi vida, necesito celebrar la vida, y no hay mayor celebración que ser tu empotrador a domicilio, que sujetar tu corazón, sostener tu cuerpo y estar dentro de tí. Me dormí acariciando tu cabecita dorada y amanecimos cuando la luz del sol empezó a calentar nuestros cuerpos. La mañana siguiente se convirtió en una gymkana de ordenar papeles, limpiar la casa y buscar tesoros. Y descubrir la playa. Hacía tantos años que no iba aquella playa que se me había borrado de la memoria. La última vez que estuve en ella, la isla parecía un planeta distinto, enorme. Ahora parece irreal, como un sueño del que no quieres despertar. Me había puesto una camiseta azul de mi padre, y alguien empezó a gritar su nombre añadiéndole el título de Don a lo lejos. Tenía al menos, mil años y un sombrero de paja. Al darle las novedades, con mucha pena, llamó a otros lugareños y con una rapidez inusitada organizaron una misa de requiem para el domingo. Se sea creyente o no, si hay algo hermoso en Canarias es una misa con timples y otros instrumentos locales, donde dan la paz con ustedes en vez de vosotros, y donde la belleza de las mujeres le hacen creer a uno en Dios. Y ahí redescubres un secreto de la vida: Podrás amar, pero no estás ciego. Podrás ser fiel, pero no dejar de soñar despierto. Supongo que es una maldición de los hombres. Yo, escarmentado en cabeza ajena, deseoso de ser hombre de una sola mujer, lo sabía bien. 


jueves, 17 de noviembre de 2016

No condiciones



No condiciones mi modo de amarte. No pidas pruebas de mi amor. Yo soy un simple adorador de tu existencia, de todos y cada uno de tus besos, de todas y cada una de las palabras pronunciadas por tu boca. No me engañes, no te engañes: Sé que las mieles de tu cuerpo las está disfrutando otro. El no sabe que la piel que acaricia ha sido masajeada por las yemas de mis dedos. Que alcanzo el máximo placer dentro de tu cuerpo, tras pararse mi corazón y alcanzar la muerte por segundos. Que él es incapaz de hacerte el amor, tan sólo esta preso del libido de los primeros polvos, pero después de aquellos polvos vienen estos lodos en forma de frase lapidaria, "Hasta que me canse" como respuesta a mi pregunta "¿Hasta cuando te vas a follar a mi mujer?" y cuando se canse volverás a estar sólo entre mis brazos, utilizando la imaginación para buscar las ganas, como si estuvieras leyendo el futuro en los posos del café. Es inútil resistirse al paso del tiempo: Los cuerpos se cansan uno del otro, desvelándose todos los secretos, haciendo desaparecer toda magia. Y en ese momento, para evitar caer en la locura, siempre hay alguno decido poner un pie en el abismo, huir hacia delante, por miedo a perder el amor, por miedo a volver a empezar. ¿Sabes? Cuando me encontré con ese hombre pequeño y sucio al que llamas amante no sentí sino pena por el: Llevaba tres copas y pidió otra para mí. Podría haber salido corriendo, pero sabía que le alcanzaría igualmente, así que lo único que hizo fue desafiarme con la mirada, dispuesto a morir por follar con una desconocida a la que no ama. La gravedad y su poca resistencia al alcohol le mandaron al suelo por mí. Le levanté, y comenzó a sincerarse conmigo, como si fuera un amigo de toda la vida: "Eres un gran tipo, ¿Sabes? Otro me hubiera matado" a lo que yo le respondí "Eres un estúpido ¿Sabes? Jamás serás feliz". Porque quien no conoce la felicidad de despertar junto a la persona amada un domingo por la mañana, sin más obligación que la de disfrutar del cuerpo y del desayuno, o del desayuno sobre el cuerpo, o del cuerpo como desayuno, sencillamente, no sabe lo que es vivir. Mirar a la otra persona y sentirse pleno, eso es felicidad. 

martes, 8 de noviembre de 2016

A lo mejor, el amor




A lo mejor no existe un sólo amor en la vida, pero prefiero olvidarme de cuestiones metafísicas y centrarme en el placer que me proporciona el fin de tu vientre. A lo mejor el orgasmo es una forma de amor. Muchos confunden las ráfagas de placer con sentimientos. La mañana se ha despertado gris y yo estoy dudando si darle la vuelta a tu cuerpo para que me lleves al paraíso. Al destaparte con un sólo gesto observo la belleza de los pliegues de tu espalda, como sí ahora que comenzamos a estar de vuelta de todo viviéramos una segunda juventud. En un instante tu piel reacciona ante el frío y te envuelves sin abrir los ojos con un pequeño ruido, casi imperceptible. Madrugar no es obligatorio en nuestro mundo, pese a que parte de mi cuerpo esté levantado antes de tiempo. A lo mejor no existe un sólo amor en la vida, pero hay almas demasiado hermosas como para que conocerlas sea simple casualidad. Como tú. Buscando la felicidad en la compra de objetos tan caros como innecesarios, me dí de bruces contigo, y desde entonces compartimos cafés y risas, sexo y confidencias, como si nos conociéramos de toda la vida. Hemos dicho mil veces te quiero a otras personas, por eso sabemos que el amor verdadero está en los días grises. Hemos follado mil veces con otras personas, por eso hemos convertido nuestra cópula en arte, sin exigencias ni prisas. Se comienza haciendo el amor con la mirada, se sigue entre risas y se termina bajo las sábanas, sin más. De joven sufría por mi exceso de bondad, esa que provoca situaciones ridículas, esos silencios propios entre chillidos femeninos provocados por el tiempo, un mal corte de pelo o porque una compañera lleva el mismo modelo del mismo color y a ella le sienta muchísimo mejor. Eliminado el estresante juego de las adivinanzas y enfocándolo hacia el placer, la compañía femenina se convierte en todo un deleite, un juego de bellezas y formas donde la única discusión posible es por el ritmo y la posición, encajar los labios como puzzles y cuando repetir. Es en el momento álgido del deseo cuando nos hacemos vulnerables, cuando pronunciamos mentiras, cuando el placer se convierte en un agujero negro que nos engulle y nos transporta a un Universo en calma. La momentánea desconexión de nuestros cuerpos creadora de momentos eróticos únicos. 

lunes, 31 de octubre de 2016

De primero, marisco



Llegó un momento en el que tu calidez regulaba los latidos de mi corazón. Sólo necesitaba tenerte cerca, bajo la manta en el sofá, abrazados en posición incómoda, y dejar pasar la tarde entre arrumacos, con algún sonido de fondo. Escondidos entre la naturaleza, perdidos en la falda de una montaña, el repiqueteo de la lluvia era la única banda sonora que necesitábamos para ser felices. Se que todavía repasas fotos de entonces, como si fueras la chica del tren, obsesionada con el pasado y con mi persona. No me quieres dejar marchar en tu mente, poniendo estúpidas excusas. Pero has de madurar, dejar de depender de los demás para dar cada paso en la vida, de tener tus propias ideas, criarlas y mimarlas como si fueran los hijos que nunca tuviste. Has de perdonarte por los errores en el amor, has de perdonarnos a los dos, porque el amor a veces se acaba y no es culpa de nadie. El verdadero amor es amar en los momentos en los que resultamos insoportables. Todos tenemos momentos así. Recuerdo el despertar bajo una parra que colgaba del techo. Era época de vendimia y comí de su fruto como lo hace una persona de ciudad, con una mezcla de felicidad y asombro por despertar con fruta fresca alrededor. Pues así has de vivir tu vida, asombrándote de cada pequeña maravilla del mundo, descubriendo la felicidad. Olvida la época en la que los abrazos y los te quiero eran nuestro día a día. Así como los periódicos nunca cuentan la información que verdaderamente deseamos saber, los humanos somos reacios a asumir los verdaderos acontecimientos. No soy tu capricho, no voy a volver. No voy a volver a tu mirada triste por no saber disfrutar de tu propio cuerpo, no voy a volver a tus complejos. No voy a volver a hacer el amor sin ganas por la tenue atmósfera de tristeza que desprendes. Hace tiempo que elegí ser feliz, sin otra opción posible.



viernes, 21 de octubre de 2016

Fábula: La Falsa Religión y el amor

"- ¿Te quedarías conmigo?
- ¿Quedarme contigo? ¿Para qué? Míranos, ya estamos peleando.
- Pues, eso es lo que hacemos. Pelear. Tú me dices cuando soy un hijo de puta arrogante y yo te digo cuando eres una pesada insoportable. Lo cual eres, 99% del tiempo. No me importa lastimarte. Me lo devuelves al instante y regresas a hacer la misma cagada.
- Entonces ¿qué?
- Así que no será fácil, será difícil. Y tendremos que echarle ganas cada día, pero quiero hacerlo porque te quiero. Quiero todo de ti, para siempre, tú y yo. Cada día" - 

El diario de Noa







- ¿Eres Creyente? - Preguntaste mientras te acariciabas el pelo de forma infantil, mientras me acariciabas sin tocarme. 

- Soy ateo por decisión propia, al igual que antes era católico. Mi fe se desmoronó por el falso amor, cuando ví que aquellas personas no perdonaban y se enfadaban de manera infantil. Las personas católicas suelen considerarse buenas, pero si alguien necesita la religión para ser buena persona, no lo es. Ir a misa todos los domingos no exime a alguien de hacer daño y de mentir. No entender que todos nos equivocamos es propio de narcisistas e imbéciles.  Tampoco son buenas las que desean el dinero o el amor ajeno por errores propios, las que retiran el saludo de manera eterna. Cuando comprendí que había personas que reducían el amor a compromisos adquiridos con anterioridad, sin ejercitarlo diariamente, entendí que muchos estaban rezando en la dirección equivocada, hacia arriba, como si fueran seres inocentes libres de toda maldad, cuando deberían de rezar hacia abajo, donde se encuentra su maestro. 

"Tu mirada parecía divertida e interesante a la vez, por eso estoy aquí contigo. Tu amor me parece divertido y libre a la vez, por eso me encuentro entre tus brazos. La lealtad, aun más importante para mí que la felicidad es una razón poderosa para amarte" Pensé. Y me centré en esto y en el sabor frutal del vino, de cuerpo poderoso como el suyo. Para el resto teníamos todo el tiempo del mundo. Y de madrugada, cuando de repente saltó sobre mi y me besó sin previo aviso, comprendí que ella era mi mundo, que lo supe antes de que nuestros cuerpos tocaran las sábanas, porque la verdadera pasión nace en las miradas, nada es más sexual que una la dilatación de las pupilas. Y allí estábamos, dando vueltas por nuestro propio universo, haciendo el amor entre risas".

jueves, 13 de octubre de 2016

Dosis de Amor



Y me lees y relees el día de tu cumpleaños. Y me dices que si quieres un capullo,  plantarás un rosal, tú, que repetías namasté todos los días. Tú, que buscabas los momentos Zen donde no había nada que buscar...Suspiro no por amor sino por hastío: Te he fallado en más cosas que las que hice bien. Pero me dolió, dolió que insistieras que sólo podías tomar vacaciones en septiembre. Yo necesito una compañera de viaje. Me dolió aún más cuando decidiste, sin previo aviso, irte varios días a la playa con amigas en pleno julio. Al turismo más paleto y retrógrado que existe. A compartir días con mujeres. A preferir su compañía a la mía. Amo la libertad y a los demás se la deseo, pero entendí rápidamente que no era ninguna prioridad en tu vida y que me estabas usando para rellenar un vacío: Que yo sentía mucho por tí y tu nada en absoluto, que me usabas según tu capricho, preferentemente en días de resaca, porque me contabas que follar conmigo te la quitaba. Calmar deseos y noches para olvidar. Ningún hombre te mira por tus escasos pechos y tu mirada de perdonavidas. Así que cuando me ofrecieron el primer vuelo a Japón no lo dudé ni un segundo: Veinte horas de vuelo, miles de kilómetros y una agenda repleta para dejar de pensar.  Nunca he estado con una rubia y contigo hice la excepción, porque tu locura después de varios años parecía venida a menos. Mi anciana abuela siempre me lo advertía: "Eres muy bueno, las mujeres te partirán el corazón, sufrirás mucho" con esa clarividencia que dan los años de experiencia, trató de protegerme con sus palabras, sabedora de que la maldad acecha en cada esquina, que se alimenta de corazones puros. Y así fueron mis primeros escarceos amorosos: Mujeres que se buscaban a sí mismas y mientras me utilizaban como punto de apoyo, para evitar caer en el abismo. Se asomaban a el y gritaban con fuerza, amantes del drama y de la melancolía. Generalmente tras destrozarme el corazón con excusas banales solían drogarse, emborracharse o buscar al hombre más cabrón que estuviera a su alcance, supongo que para demostrar su valía, su independencia, su capacidad de mirar a la muerte sin miedo. Mirando atrás, me recordaban al album Dummy de Portishead, a la oscuridad de Roads y Glory Box. Música con batería casi imperceptible, difuminada, como una fría y lluviosa noche de invierno, como ver a alguien buscar disfrutar el momento, el subidón de adrenalina del primer amor en cada encuentro, su dosis de autodestrucción.

lunes, 3 de octubre de 2016

Amor y Oscuridad III






'Cause everything's a game!
Always trying to calculate!
Trying to look smart but not too smart
To threaten everything they say!


Fumas un pitillo tras otro mientras te observo y sonrío. Es la madrugada del sábado al domingo, y sin embargo estás aquí: En mis pensamientos, en mi memoria, en mi corazón. Estás tan cerca mía que casi puedo sentir tu aliento. Escucho el susurro de voz de Banks, una artista que sólo se puede escuchar de noche. De día pierde su magia. De día todos somos seres oscuros eclipsados por el exceso de luz. La oscuridad nos permite tapar nuestras vergüenzas, y la música es el agujero negro que nos transporta a una dimensión paralela, donde podemos jugar a ser adultos, donde dejar juguetes que antes dominaban nuestro mundo conocido. De repente todo cambió y los escondieron en un cajón. Ya somos demasiado mayores para tener esperanza. Demasiado mayores para dejarnos engañar. Y sin embargo, en el juego de la vida su seducción permanente nos proporciona infinitas ocasiones para equivocarnos. No se que tengo que hacer para que me mires a los ojos y me muestres tu amor. La energía no necesita de palabras para demostrar su existencia. Quizás he de agachar la cabeza y pedir perdón por existir. No se que esperas de mí, pero en cualquier caso me parece demasiado. Mi sencilla existencia nunca colmará tus deseos de princesa perdida en el bosque, y yo no soy ningún principe azul, principalmente porque suelo vestir de verde, porque es el color de mis ojos y porque es el color que me han prohíbido tácitamente mis parejas. Inseguras, temerosas de que aquella coordinación de colores. De nada servía decirlas que mi atractivo es el sarcasmo, no el orgasmo. Que mi belleza es distraída, desorganizada, sin orden aparente. Pero si seguimos callados será un silencio administrativo, me concederás todo aquello que solicité en aquella instancia. Nos dejaremos de juegos y amaremos en serio, que la edad no perdona y el reloj de arena de la vida esta apunto de darse la vuelta. Que cualquier lugar es mi casa si eres tú quien me abre la puerta. 

martes, 20 de septiembre de 2016

Desdicha en el Prado



Odiamos a los ancianos porque somos nosotros sin vida por recorrer. Odiamos a los pobres porque somos nosotros sin ilusiones. Rechazamos todo aquello que nos recuerde nuestra mortalidad, aquello que puede arrebatarnos nuestros sueños. Los celos son básicamente eso, nosotros sin la persona amada, y lo que más duele, la persona amada con otro que no somos nosotros. 

Existen varias puertas de acceso al Museo del Prado. Al sur, por donde suelen entrar los grupos y enfrente de otra maravilla de Madrid, el Jardín Botánico, se encuentra la Puerta de Murillo. Es de acceso restringido pero bulliciosa, y por donde los lunes, con el museo cerrado, entran las celebridades. La entrada Oeste es Velazquez, presidida por una Estatua del gran pintor. En el norte del Museo se encuentra la Puerta de Goya, subiendo una escalinata y la Puerta de los Jerónimos, diseñada por el premio pritzker Moneo y que resulta ser la entrada más común para todos los visitantes. Ella cada día salía por un lugar diferente, pero cuando quedábamos yo siempre la esperaba en el mismo sitio, en la entrada de Jerónimos, entre japoneses de mediana edad y ancianos alemanes. Sentado en el césped, a la sombra de un árbol, mientras escuchaba al guitarrista de turno tocando por enésima vez el concierto de Aranjuez, cambiando a veces a Joaquin Rodrigo por Turina. Música en todo caso reconocible por el gran público. Es un gran lugar para leer, pues al hacer una pausa y levantar la vista te ves rodeado de cientos personas que inspiran, y la tinta del libro contrasta con la luz del Sol, esa luz que enamora a todo aquel que visita España. Al verla salir, a lo lejos, y tras el intercambio de sonrisas, cerraba el libro y paseábamos. Era la definición de una tarde perfecta. Hasta que ella un día salió por otra puerta, sin saber que yo me encontraba allí, que pretendía sorprenderla. De hecho no me vió hasta pasados unos minutos, mientras abrazaba y besaba a un chico flacucho, bajito y pelirrojo. Después de varios besos abrió los ojos y se asustó al verme. Yo me dí media vuelta y me fuí. No fue como en las películas. No le rompí la cara al enano. Ella no fue corriendo detrás mía negando la evidencia. Yo no miré hacia atrás. Horas después, el teléfono comenzó a sonar. Quité el sonido. Dos horas después, tenía 28 llamadas perdidas, que no contesté. Al día siguiente pedí una semana de vacaciones y me encaminé hacia el Aeropuerto. Tomé el primer vuelo internacional que salió, que resultó ser hacia Creta. Grecia es un lugar maravilloso para huir en septiembre. Llegué sin reserva y me quedé en el primer hotel de cinco estrellas que me encontré. Había apagado el móvil, y, al encenderlo, tenía otras 28 llamadas perdidas. Desnudo, tumbado mientras el Sol desaparecía en el horizonte. Horas después desperté, en mitad de la noche, y volví al hotel, mareado. El móvil había registrado otras 28 llamadas perdidas, y registraría otras 28 cada día durante mi semana de estancia. Al volver y abrir el buzón de mi casa me encontré un sobre cerrado con mi nombre. Dentro se hallaba su certificado de defunción. Lloré amargamente en el rellano de la escalera, sin comprender. Y es que rechazamos todo aquello que nos recuerde nuestra mortalidad, aquello que puede arrebatarnos nuestros sueños. Y la muerte es esencialmente un nosotros sin nosotros. 


domingo, 4 de septiembre de 2016

Derretido




No se que puede más en mi mente, si tu ausencia o este calor insufrible. No se que causa más vacío en mi corazón. Quizás en la distancia puedas soñar conmigo. A mi sólo me salen pesadillas. Sólo dolor, sólo frío, como si me hallara en el nacimiento de un río, con la circulación cortada, con mis esperanzas destrozadas, sin ganas de vivir. No se que puede más en mi mente, si este vaso de vino o el despertar de tus abrazos. La melancolía invadiendo cada uno de mis actos. El asustadizo ruido del silencio. Tu voz, muda porque no estas, porque no te tengo cerca. Rocas frías de mi existir. Incapaz de leer, de reír, de vivir, si no es contigo. Torre que defiende el fuerte de mi corazón, dones que la vida no me quiso dar, amándonos como los erizos de mar, en la justa distancia para no pincharnos y la justa para darnos calor. Atentos a las corrientes para que ese equilibrio no se rompa. Las montañas como banda sonora de nuestro amor. El torcer el gesto, las bromas propias, esas que nadie más entiende. Y esa emoción, contenida, hermosa, ese soñar despierto que me proporcionas, esa alegría que siempre quiero multiplicar por mil. Divagar sobre tu cuerpo, vivir y morir abrazado a tu piel. Es esa mi única aspiración, la única esperanza que me hace despertar cada día. Y así quiero prometerte ese amor que nunca te prometieron, porque la vida es un suspiro y nunca sabemos cuando vamos a dejar de respirar, cuando pasaremos a lo desconocido. Y mis lágrimas de felicidad, envueltas por dramáticos violines tocando al unísono, sólo significan un te quiero, un quiero que seamos felices, quiero que seas la primera y la última, el alfa y el omega de mi vida. 

viernes, 2 de septiembre de 2016

Ahora que el Reloj va deprisa



Ahora que el reloj va deprisa, voy a acariciar tu mano. Con la yema de mis dedos voy rozando donde dicen está la línea de la vida, en forma de depresión curva, profunda, sin rupturas, como si viajases en un tren sin paradas. Es ese dulce cosquilleo el que te hace sonreír, el que me muestra desnuda tu alma ante mis ojos, el que me enseña la felicidad de los pequeños gestos. Ahora que el tiempo se nos entregó como un regalo, voy agarrarte por la cintura. Bien sabe Dios que es todo un arte: El secreto está en la firmeza sin exceso, sin perder de vista tus ojos. El atractivo del silencio, de las palabras no pronunciadas, pues cuando se ama de corazón cualquier palabra puede convertirse rápidamente en ruido, como un instrumento desafinando en una orquesta. La química secreta confusión. Y estoy tan ciego que no puedo parar de mirarte. Ahora que los sentimientos afloran voy a sincerarme contigo: Quiero viajar a una isla desierta y perderme para siempre, pues me encontré a mi mismo cuando me enamoré de tí. Allí donde el tiempo se pare y no necesitemos relojes, allí estará nuestro hogar para poder amarnos sin horarios que entorpezcan el estudio de nuestros cuerpos. Al amor lo llaman media naranja, y es quizás por eso que tu humor es ácido, oloroso y fresco a la vez, como si fueras un buen vino afrutado. En esta vida nos tocó encontrarnos, esa casualidad que algunos llaman magia, otros destino, y yo parte del camino por recorrer. Te ríes de mi rotacismo, como si fuera un ciudadano francés, como si mi pronunciación incorrecta te atrajese aún más, por mi carácter romántico y por la innumerable cantidad de palabras de amor que contienen dicha letra. Y yo sonrío, satisfecho, pues cuanto más haces reír a una mujer, más le llegas al corazón, más se acelera en su pecho, anhelando besos no dados.

lunes, 22 de agosto de 2016

Acorralado por el amor



Me pidió que depositase sus cenizas en aquella playa, y cumplí su deseo. El motivo, secreto o no, era que allí había amado por primera vez. Allí había sentido su fuerza, allí los sentimientos habían aflorado en su corazón, aunque luego se volvería de piedra tras descubrir el egoísmo propio de los seres humanos, el que nos sirve para sobrevivir y, a la vez, rompe corazones. No sabía besar a una mujer y, asustado, descubrió como aquella rubia americana de penetrantes ojos azules intentaba introducir la lengua en su boca una y otra vez, hasta que el comprendió el mecanismo y accedió. Fue elegido tras un cruce de miradas bajo la atenta luz de la luna, mientras el buscaba bivalvos bajo la arena de la orilla y ella, recién llegada, descubría la bahía. La luz del faro unió a maestra y aprendiz, en aquel corral de escaramujos, algas y ostiones. Ella lo guió en todo momento, el donde, el como y el porqué, intercambiando palabras y gemidos, los primeros, sonidos extraños, los segundos, universales, con el olor a salitre acompañando la pasión de sus cuerpos. Cuando me lo contó sentí la energía propia de los recuerdos imborrables, la emoción en sus palabras, apunto de lágrima, como si su vida hubiera comenzado en aquel instante. Como si hacer el amor fuera lo único que nos recuerda que estamos vivos. Como si amar a una mujer fuese un fin en si mismo, y no parte del camino por recorrer. Por eso quería que sus cenizas descansaran allí, alfa y omega, principio y fin de su existencia. Las deposite al anochecer, bajo la misma luna llena y en el punto exacto donde fui concebido yo, años después de aquella historia. El ser humano es animal de costumbres. Y por primera vez tras su muerte lloré su pérdida. Pero aquella corrala milenaria había visto miles de vidas ir y venir, y permanecía inmutable ante mis lágrimas. Un cangrejo zapatero salió de su escondite y se ocultó rápidamente al verme. Justo entonces descubrí que no estaba sólo: Una melena rubia sobresalía del agua mirando al infinito, y salió a mi encuentro. Me preguntó en inglés si estaba bien y yo le conté la historia. Por empatía, agrado o simple necesidad física acabamos haciendo el amor tumbados en la playa. Ella se marchó antes de que amaneciera, gesto que agradecí: Hay momentos irrepetibles.

sábado, 16 de julio de 2016

Reina del amor


Guiaste mi mano en la oscuridad y me despojaste de mis vergüenzas. Te besé, desnudo y derrotado, y comencé a acariciar tus pechos envuelto en una felicidad infinita, como si hubiera descubierto una flor entre las zarzas, con miedo a hablar, con miedo a hacerte preguntas en voz baja entre los movimientos amatorios, no fueras a ser un fantasma producto de mi imaginación que tan pronto como abriera la boca desaparecieses. Desconfías del amor, desconfías de las palabras de amor, me dices. Así que lo hacemos en silencio, sin música de fondo. Dices que odias las canciones tristes, y casi todas las canciones sobre el amor lo son. Así que sólo se oye tu respiración entrecortada y tus gemidos de placer. De pronto rompes tu silencio, ese que realmente nunca existió, para pedirme más. Pareces incapaz de hablar con el corazón, incapaz de expresar sentimientos, pero tus gestos y tu mirada dicen más que cualquier palabra. Quieres más de mí, quieres volver a verme, quieres amarme hasta el infinito, y ante tantas peticiones en una sola mirada sólo puedo rendirme y concedértelas asintiendo con la cabeza y besándote una y otra vez. Tu impaciencia parece no tener fin, pero al no expresarla a viva voz, tengo que interpretar cada uno de tus gestos, ser creativo para poder darte toda la felicidad que te mereces. y es entonces cuando tu espalda se convierte en un terreno por explorar, donde los besos van amando cada centímetro de tu piel hasta que te vuelves a girar y me pides que te tome de nuevo. Y de nuevo nos convertimos en uno, de nuevo guías las partes de mi cuerpo hacia tí como guías mi corazón, y yo me dejo llevar. Si eres un fantasma producto de mi imaginación, por favor, no me hagas despertar. 

sábado, 2 de julio de 2016

Abrazos y amor



Parecías necesitar miles de abrazos, y yo parecía la persona capaz de dártelos. Parecías no tener nada en común conmigo, y, a la vez, tener todo en común conmigo. Parecías tener la suficiente energía como para revolver todo mi mundo. Un mundo donde las personas de voces intercambian el sentido de la vida con las personas de los silencios, y donde un sencillo beso sirve de despedida, sin palabras. Donde dos personas, por el simple hecho de fundirse en un abrazo, son más felices que el día anterior. Y ahora ando en una nube, soñando con campos verdes sobre los que tumbarnos a ver pasar el tiempo. Has devuelto la magia que creí había abandonado mi vida, ahora los segundos se convierten en instantes de dicha, para luego dejar en mí la ansiedad de tu ausencia, el sonido de tu risa, el sabor de tus labios, la experiencia relatada, el deseo de volverte a ver. Aleccióname, dime donde me equivoqué en esta vida para no dar antes contigo. Rompe los esquemas de mi mundo con cada una de tus palabras y vivencias. Quita mis miedos con el sosiego de tu presencia, pues la normalidad es algo difícil de conseguir, y contigo entre mis brazos todo parece mucho más fácil: Mi visión del amor era distinta hasta que nuestros ojos se cruzaron: Si te fijas detenidamente, las miradas cuentan más que las palabras, y tus pupilas tienen el reflejo de cientos de historias sin contar, esas que deseo escuchar y que tu quieres que adivine. Y bien sabes que lo haré, aunque tenga que esperar hasta el millar de tus abrazos, pues en eso consiste la vida, en descubrir, en soñar, en vivir. Eres parlanchina como yo, soñadora como yo, y echarte de menos es una punzada en el corazón de difícil tratamiento.

martes, 28 de junio de 2016

Magia y Amor



Desnudos nos resulta mucho más difícil mentir, cuando la ropa no tapa las vergüenzas. Me preguntas ¿Que piensas? Como si pensar tuviese que ser algo concreto, como si cuando la mirada se nos queda fija estuviéramos viendo el pasado o el futuro. Teniéndote tan cerca me vino una curiosa imagen a la mente: Estabas sentada en un tren, abstraída por la lectura. De pronto parabas de leer, pues te había venido una imagen a la mente: Estábamos desnudos, abrazados, susurrándonos palabras de amor, y mientras te acariciaba se me quedó la mirada fija. Entonces me preguntaste ¿Que piensas? Como si pensar fuese algo concreto, como si cuando la mirada se nos queda fija estuviéramos viendo el pasado y el futuro. Ese fue el sueño que me hizo despertar, sentir la soledad de mi cama, sentir la ausencia de tu cuerpo -que hacía un instante, estaba abrazado al mío, como si fuésemos un sólo ser- y la necesidad de respirar profundamente. Me vestí y salí a correr por el bosque, huyendo de mi propia soledad, con lágrimas en los ojos. El viento parecía enfrentarse a mí y me golpeó con fuerza. Parecía decirme que volviera a mi cama, que aquella noche no era para andar corriendo de madrugada. Que no podría escapar de la angustia de tu recuerdo, del tacto de tus brazos en mi cuerpo. Avancé por la oscuridad, y de pronto te oí a lo lejos, llamándome. Al acercarte, vi que tenías alas. Dí un paso atrás, asombrado y caí por un precipicio situado en el camino por donde había venido. Desperté y te abracé fuertemente. ¿Un mal sueño? me preguntaste. Sí, te contesté, mientras te mordisqueaba con cariño la espalda, continuaba por el cuello y te besaba. Ven, soy un ángel, me dijiste, te haré olvidar la pesadilla. Y sentí que tus besos, perdidos en la oscuridad, eran un regalo del destino. Dentro de ti comenzaste a hacerme preguntas entre susurros, que yo contestaba con gemidos, disperso, sin saber que decir. Un sentimiento de felicidad inmensa que me hizo despertar, seguido de tu llamada telefónica. Tras saludarte me quedé en silencio y me preguntaste ¿Que Piensas? Como si pensar tuviese que ser algo concreto, como si cuando la mirada se nos queda fija estuviéramos viendo el pasado o el futuro.

lunes, 20 de junio de 2016

Luna de Verano, Luna de amor




Ahora que la Luna parece que va a caer a nuestros pies, ahora que, desnudos en esta noche de verano nos miramos con su sola luz, surgen en mi corazón miedos y preguntas que tu silencio no va a contestar. Juego con tu pelo mientras miras el cielo callada, y de pura quietud apenas se escucha tu respiración. ¿Me amas, o tan sólo decidiste saciar tu soledad? ¿Dejarás ese vacío en el corazón, esa cruz en mi alma, esa nota de romanticismo escrita a mano, de cuidada caligrafía? Yo te amaría hasta que la enorme montaña que nos resguarda del viento se derrumbase. Estaba antes que nosotros y estará hasta el fin de nuestros días, hasta cuando quiero mesar tus cabellos. Enamorado como estoy, de la belleza de tus facciones, de esa delicadeza que parece por tí inventada, la adrenalina se ha apoderado de mi cuerpo y me impide cerrar los ojos, me resulta imposible dejar de mirarte, y es tu gesto, tu media sonrisa, la que memorizo como si fuera un mapa del que dependiera mi vida. Adoro El norte, por la claridad de tus ideas, el este y oeste, como instrumentos del tacto lento, explorando cada milímetro de mi piel como si fuese la última noche en la tierra, como si fuésemos a morir al aparecer el sol. ¿Y el Sur? El Sur es el placer eterno, donde me adentro para dar sentido a mi existencia, donde muero un poco en cada embestida. Nada dices y comienzo a impacientarme. Observo con atención el reflejo de la luz en tus pupilas. De pronto agarras fuertemente mi mano, Y yo la hago desaparecer entre las mías y te pido lo que el corazón me dicta. Déjame mujer, por favor, déjame. Quiero dejar de pensar en tí, pues no hago otra cosa y mi existencia comienza a ser ridícula. Y entonces comienzas a llorar: Es el egoísmo del amor, pues amar es un acto hermoso pero egoísta: Amamos para que nos amen, amamos porque la persona amada nos hace sentir felices. Y cuando sabemos que nos va a hacer daño, huimos para evitar la angustia, ese vértigo en el estómago. Te abrazo mientras lloras sobre mi pecho. Tranquila, amor mío, tranquila. Encontraras a otro a quien hagan feliz tus besos. Eres hermosa, inteligente, delicada. Y por eso mismo me haces sufrir, pues tu perfección me destruye de manera tan dolorosa que no quiero seguir sintiendo, que no quiero seguir viviendo.  

jueves, 16 de junio de 2016

El Amor de los Silencios



Me dices que amas los silencios. Que el silencio está infravalorado. Que por tu boca apenas salen palabras, que tú eres de expresar con hechos. Y yo te imagino en una casa reformada en la que se escucha tráfico de fondo, sin apenas dar detalles de tu vida, sólo escuchándome, con una copa de vino en la mano. Tu tímida voz  me pregunta tiempos, curiosa, y cada anécdota amorosa parece conseguir desternillarte de risa, cuando ayer te hacía bostezar. Y yo me callo las miles de preguntas que tengo por hacerte, temeroso de que no me gusten las respuestas. Te preguntaría por qué tienes el nombre que me persigue, el por qué de ese pelo, la razón por la que estás sola.. -pues para mi resulta inimaginable que una mujer con tus virtudes esté sola: hablas poco, eres guapa e inteligente, para mí resultas muy atrayente- Y comienzo a soñar despierto con abrazos no dados, pues en los sueños creados por uno mismo el mundo es perfecto y el amor brilla con luz propia, porque el amor y la imaginación son los motores del mundo, y esa energía empieza a fluir en mí y activa mis pensamientos. Cuando era niño miraba las nubes y por cada nube pensaba una idea. Me imaginaba un futuro muy distinto al que me ha tocado vivir, distinto a las vidas que narraban los cuentos y las novelas que caían en mis manos y que terminaba leyendo con linternas. Ahora la noche es distinta. El silencio lo alcanza todo y no parece haber tiempo para nada. Las personas, presas de una agitación constante, sufren por un futuro que no pueden controlar, y para parar de pensar y sufrir, intentan evadirse de la realidad. No disfrutan el ahora, de las pequeñas cosas que nos hacen sonreír, como escuchar tu carcajada al otro lado de la línea, como descubrir mundos nuevos en los que ya estuvimos. Hablar con personas desconocidas que antes habían sido nuestros amantes. Un simple paseo basta para cambiar, un guiño que ofrecemos al destino. Y el destino nos devuelve el guiño, cambiando la percepción de nuestras propias vidas. Y yo degusto el instante como respiro, como si fuera una taza de café, a pequeños sorbos, sintiendo el valor de cada segundo y convirtiéndolo en felicidad. 

sábado, 11 de junio de 2016

Fiebre, temperatura del amor




Ahora, el comienzo del verano me recuerda a tí. Ahora cada grado que aumenta temperatura es un recuerdo imborrable que aparece en mi mente. Tu cuerpo desnudo tumbado sobre la sábana. Tus palabras de amor por la tarde. Degustar la vida mirando tan sólo a tus ojos. Sentir la plenitud dentro de tí. Se que sigues enamorada de mí, secretamente, quizás en un universo paralelo, quizás en mi imaginación. Y al pensarlo un escalofrío me recorre de la cabeza a los pies. Belleza infinita, razón de todos los poemas de amor del mundo. Pero tú no estabas enamorada de mí, sino de la idea del amor. Y por eso, el verdadero termómetro de los sentimientos daba dos medidas diferentes. Ahora estás en los brazos de otro. ¿Te quiere como te quise yo? Lo dudo, pues durante un verano fuiste la razón de mi existencia, poderosa, inalcanzable. El miedo a perderte hacía que terribles pesadillas se apoderaran de mi alma. La tierra se partía en dos, creando un abismo que nos separaba. Tu llorabas al otro lado, te sentabas en el suelo y abrazabas tus piernas sin saber que hacer. La distancia era demasiado grande para saltar y yo buscaba una manera de cruzar, pero la oscuridad te atacaba y te consumía, y tu desaparecías en un grito de locura. El mismo grito que yo reproducía al despertar a tu lado. Entonces te abrazaba y te besaba despacio hasta que conseguía que despertaras, entraba en tí para calmar mi angustia, para comprobar que no eras un espejismo. Y tus gemidos ahogaban mis penas convirtiendo mis pesadillas en sueños placenteros, de esos que odiamos despertar. Repetías mi nombre una y otra vez en el calor de la oscuridad, donde las palabras se convierten en plegarias de placer. limpiabas mis lágrimas con tus besos, con la ternura que sólo da el deseo. Me preguntabas que que te hacía, que donde había aprendido a dar placer a una mujer así. Y yo no te contestaba, entregado a tu cuerpo, porque unidos, nuestros cuerpos eran invencibles, inmortales. Tú me enseñaste princesa. Tu precioso cuerpo de guitarra está bien afinado, tan sólo hay que saber tocar la melodía. Y contigo tarareandóla es aún más fácil. Cuando nos conocimos, estaba recomponiendo las piezas de mi vida anterior y, perdido, no sabía por donde empezar, hasta que tú me atacaste por sorpresa con tus besos de madrugada. Me había llevado meses con cópulas inertes, cuerpos que no inspiraban, mujeres que entraban de mi vida buscando calmar instintos y no corazones. Conducía mi vida acelerado, al igual que ahora hago para escapar de tu recuerdo, para enterrarlo para siempre, porque no eras la mujer de mis sueños, eras la mujer de mi vida. 

viernes, 3 de junio de 2016

Tropezar entre desamores




No quiero enamorarme de tí porque luego voy a sufrir, pero después de diez años te voy a decir que te quiero. Ese era tu último mensaje, de una estupidez sublime. No me digas que me quieres joder. No me digas que me quieres, joder. Cuando te recogí me quisiste dar un beso en los labios como si fuéramos novios y me aparté. Ser tu amante es la agonía del no amor. No me atrevo a mirarte cuando te desnudas, porque tu cuerpo es tan hermoso que supera mi imaginación, porque tu cuerpo es tan hermoso que no merece desgastarlo con romanticismos. Y no es amor lo que te pido cuando te tumbas en mi cama. Llevabas un año casada con él cuando nos besamos por primera vez. Fuimos demasiado rápido, y en la autopista del amor perdimos el desvío. El que yo consideraba el amor de mi vida había muerto por amarnos demasiado hacía poco, y follarte resultaba algo fresco, pasional, irracional, una delicia. Tu cuerpo era mi paño de lágrimas y, a la vez, la razón por la que la palabra sexo fue inventada. Nunca quise nada más. Luego vino el siguiente desamor, y de nuevo nuestros encuentros en suites acristaladas donde fumabas desnuda en la terraza, con tus tetas provocando a todo Madrid. Todavía recuerdo las risas cuando le abriste la puerta a la botones que llevaba la comida a la habitación. Sonriente, no te miró a tí, pero en mí se entretuvo unos segundos. Cuando le preguntaste si le gustaba lo que veía, se puso roja hasta las orejas y tropezó al salir justo cuando le dí propina. Y eso es nuestra relación: Tropiezos entre desamores, amarnos bajo las sabanas de un hotel del extrarradio, como si en vez de una pija de Pozuelo fueses una Escort de alto standing. Diez años quejándote de tu marido, diez años diciendo que te ibas a divorciar. Llamadas a medianoche que luego se convirtieron en mensajes con el mismo contenido: Necesito verte. Otras van a la peluquería -dices- Yo prefiero tenerte dentro de mí. Y te vuelvo a despedir, te cierro la puerta, pero tu bajas la ventanilla e intentas darme un beso antes de irte. Y mi negativa enciende en tí el amor y apaga el motor de tu coche. Vuelves a arrancar e intentas apagar tus sentimientos, pero al llegar a casa, dices que me quieres. Amantes que se quieren, no me hagas reír. No es que sea arrogante. Simplemente, apareces y desapareces de mi vida como un huracán y yo quiero una relación sin reproches, sin lamentos. Una relación de amor de cuento, de esas que no existen. Y no tengo valor para reconocer delante tuya que soy un soñador, que todo es mentira. Sé que dejarle y empezar una relación conmigo sería renunciar a tu vida sencilla de paseos, charlas y compras con amigas. Ni siquiera vistes a tus hijos. 

miércoles, 1 de junio de 2016

Amor, Sol, Gatos y Maldad de suegros



Orgulloso de mi mismo, entré por la puerta de la urbanización. Era una pequeña victoria, pero victoria al fin y al cabo. Que coño. Era una Gran Victoria. ¿Aquel señor anciano, de moral judeocristiana, hijodelagrandísimaputa, exigiéndome riquezas y ser comedido en mis actos? ¿Aquel sujeto que junto con su maligna mujer, eliminaba tu verbo y te esclavizaba? Era una Gran Victoria. Me quedé quieto en la puerta del portal durante unos minutos, sin parar de sonreír. El Portero se cruzó conmigo: "¡Don Daniel, que feliz se le vé hoy!" Y efectivamente, así era. Dejé pasar un cuarto de hora. Entré y con sumo cuidado, abrí la puerta de la casa. Allí estaban los dos. El de moral judeocristiana tapándose sus partes con una sábana, transparente y mostrando que el Viagra había comenzado a hacer su efecto. Y su amante, una cuarentona más pintada que una puerta y cierta pinta de Escort, digo perdón, de puta. Saqué unas cuantas fotos y te las mandé. Por esta razón no quería tu padre que nos fuéramos a vivir juntos. Siempre dijiste que a tu padre le encantaba tu piso, que una vez jubilado se solía acercar allí por las mañanas. A mi me pareció una actitud ridícula. O bien era homosexual (algo que siempre sospeché, por razones que saltaban a la vista) o bien lo utilizaba como picadero. Los hombres somos simples, no tenemos tantas aristas como pensáis. Y ahora sabedor de haber acertado, no cabía en mi de felicidad, mientras hacía fotos a un anciano que tapaba sus sajonas vergüenzas sin decir nada. Tu gato apareció, y se subió a mi hombro con un maullido, quizás tan feliz como yo. Ronroneaba nuestra Victoria. Era una doble satisfacción, pues tu madre se merece todos los cuernos del mundo. Aquella mujer de maldad infinita, Tan fea como un aborto, que había pagado por matar a tus hijos para no tener que cuidarlos. Tu familia perdía una esclava con nuestra relación, y eso era un lujo que no se podían permitir. No podían permitirte ser libre y tomar las decisiones por ti misma. Recuerdo cuando oía tus pesadillas nocturnas, agobiada por tu falta de libertad. Voluntariamente te quedaste embarazada, pero claro, no habías preguntado a tus padres. Afortunadamente el destino se encarga de los esclavistas. Terminan enfermando de algo incurable y su agonía dura meses, a veces años. Es la venganza del universo a ancianos malignos de falsa moral que, por no saber morir a tiempo, se convierten en niños egoístas e irracionales. Y cuando el destino los encuentre, que será pronto, daré gracias al universo por haberse vengado en mi nombre, y por la sangre gitana que llevo dentro, escupiré sobre sus tumbas, para que sean malditos más allá de este mundo. 

lunes, 30 de mayo de 2016

Sobre La Libertad y la Realidad





Mi realidad es diversa. Nadie puede imponerme una Nacionalidad o un grupo étnico. Me considero Libre, y como tal persona libre, tengo varias realidades en mi interior, fruto de las experiencias vividas a lo largo de mi vida. Me he mudado una veintena de veces, he vivido y trabajado en países muy diversos y con personas a menudo tan descolocadas bajo los cánones actuales como yo. He trabajado para el Estado y para la Empresa Privada. Me han apuntado con un arma varias veces. Me he perdido por desfiladeros, montañas, caminos y calles de países que no conocía, a miles de kilómetros de la tierra que me vio nacer y a veces comunicándome con signos. He comido hormigas y carne de animales cuyo origen he preferido ignorar. Me he sentido más cómodo siempre con personas abiertas que con personas cuya mente está cerrada porque lo suyo -dicen- es lo mejor. He visto amanecer en el desierto y en la selva. He viajado en casi cualquier transporte posible. Todo lo que me gusta, lo que sociológicamente me hace pertenecer a un grupo, lo he elegido voluntariamente, y aunque fuera rechazado por ello no me importaría. Me siento alemán cuando trabajo y español cuando estoy de fiesta. Amo el desierto como lo puede hacer un israelí, y lucho por la libertad de mi gente como lo pueden hacer ellos. La pasión me mueve, y eso es un concepto que de tener alguna nacionalidad, sería española. Pero no por eso me considero más o menos que nadie. Y si alguien quiere encasillarme, para eso tengo las treinta y dos hojas del pasaporte selladas. Si estoy aquí es porque soy moderadamente feliz, y el día que deje de serlo, me iré. Sin mirar atrás, como lo he hecho siempre.

lunes, 23 de mayo de 2016

Amor de Ventas



Era la calle de las Putas. Y de las Amantes. Y la calle de las Amantes Putas, y de las Putas Amantes. La calle donde los ricos ponían el piso a las queridas, y donde los pisos se alquilan por cuernos y por horas. Casualidad o no, en medio de esa calle se torean los cuernos con soltura y de manera profesional, sean el premio orejas, rabos o los dos. Llegas con tu vestido rojo, que marca tus curvas, de falda mediana, más propio de una boda, y me besas efusivamente, impregnándome no sólo del carmín de tus labios, sino también del perfume. Me llamas tu niño y me miras fijamente con el mismo entusiasmo que días después de decirme que me querías. Sin miedo, sin mirar a los lados. Y yo sigo sin ser tu novio, pues eres la mujer de otro. Pero me callo y disfruto del espectáculo, el del ruedo y el de las gradas. De la faena, de tus caricias, de tus besos y del estoque que en el corazón me clavas cuando me hablas de él. Nos pedimos un par de pelotazos antes de entrar y empiezan a hacerme efecto, mientras tus quejas son ahogadas por el ruido de la multitud, que como es público de sábado, aplaude cualquier cosa. Continuamos la faena en la habitación del hotel, que has vuelto a pagar sin pestañear. Y en la calle de las amantes -pienso- yo soy el otro. Yo soy al que le van a poner un piso. El que llora tu ausencia, el que sabe que tu clase, tu belleza, tu cuerpo es demasiado para alguien tan terrenal como yo. El que se angustia sabiendo que cada noche vuelves a sus brazos sin querer. Que finges felicidad delante de familia y amigos, que os creen un matrimonio perfecto. ¡Ay, Azabache! La primera vez que te llamé así reíste, divertida. Pero el motivo de llamarte así no era tu hermosa cabellera ni tus pícaros ojos negros, que tanto contrastaban con tu piel lechosa. Sino la oscuridad que causas en mi alma, descontrolando mi deseo por tí, acabando con mis ganas de vivir. Y se que ansías escapar de él porque al terminar la faena no me dejas moverme, te quedas quieta, en silencio, quieres que siga dentro de tí, impidiéndome que me vaya. Luego, poco a poco vas susurrándome te quieros al oído una y otra vez, desesperada, llorando, dándome pequeños besos que a mi me saben a fin del mundo.

viernes, 20 de mayo de 2016

La llave de mi corazón



Taifa de Almería, año de nuestro señor 1147


Con vos me cansé de dar la llave de mi corazón. Y eso que parecíais ofrecer el doble que todas las anteriores. Siempre que beso unos labios nuevos, me pregunto a cuantos habrán mentido hasta llegar hasta los míos. Cuantas promesas de amor eterno, a cuantos pedisteis inmortalidad mientras los matabaís a disgustos, a traiciones. Mientras dichas penas me revuelven el estómago, yo, caballero del reino de Aragón, que recibe las órdenes directamente de nuestro señor Ramon de Berenguer en amparo de la II cruzada, voy en dirección Almería, donde nos esperan las tropas de la República Mercantil de Génova para recuperar la ciudad. El enemigo de mi enemigo es mi amigo, le dijeron a mi señor. Y la flota Almeriense amenazaba al comercio genovés. Se trataba de una simple cuestión de competencia, excusado bajo el principio de cristianizar, pues todo el mundo sabe que cristianizar para mi señor es quitar las vidas de inocentes. Los genoveses desembarcarán en el Cabo de Gata y acabaran con todo lo que parezca no cristiano. Sus tropas cantan, ondeando el pendón entregado por el papa a los templarios. Mi compañero de batallas se interesa por mi estado, se me vé muy pálido -dice - y cabalgo demasiado inclinado. Le digo que no se preocupe, que he luchado en Tierra Santa, y mi señor sabe bien que no le temo al desierto que cruzamos, como no temo a nuestros enemigos, tal es la alianza que tenemos con los genoveses y castellanoleoneses. Es la ausencia de una mujer y su traición lo que me mi alma corroe. Por mis pensamientos pasan las imágenes de su cuerpo desnudo -de proporciones perfectas, de cabello y profundos ojos negros, de pecho generoso, de mirada pícara- y la desazón se apodera de mi como nuestras tropas se apoderarán del Palacio de Almotacín. Pero lo que en verdad los genoveses quieren es destruir los diez mil telares de la ciudad. No les interesa ni la religión ni los palacios, sino el dominio del comercio de la seda. Como vos no estabaís interesada sino en mi saco de monedas de oro, mientras mi corazón latía por cada mirada vuestra, por cada gesto. Cabalgo sobre las mentiras que cuenta mi señor para silenciar para siempre las voces de los habitantes del mayor puerto del Mediterraneo y sobre las mentiras que vos me dijisteís cuando nos amábamos en la oscuridad de la noche, que silenciaron toda esperanza depositada en mi corazón. Y mientras reflexiono que este mundo es una gran mentira y que todo en lo que creí no tenía verdadero sentido, avisto a lo lejos la Alcazaba, donde aparecen secos los árboles, donde me espera mi destino. 

domingo, 15 de mayo de 2016

Incapaz de amar




Te has declarado incapaz de amar, mientras escuchábamos a Portishead. Que propio, esas canciones tan tétricas mientras argumentas en triste. ¿Quien te ha pedido amor? Yo sólo te pedí que desnudaras tu cuerpo, no tu alma. Yo ya no necesito el amor, el deseo es un buen sustituto. Es mucho más verdadero, proporciona felicidad horas después del orgasmo, y evita la angustia de la distancia, de la ausencia, de los pensamientos encontrados. Tu y yo nunca llegaremos a saber si vemos las cosas de forma diferente. Nunca voy a mirar tu cuerpo desnudo con el hartazgo de la rutina, te miraré siempre como cuando miraba las estrellas por el telescopio de pequeño y me imaginaba viajando a ellas, conociendo otros mundos, sintiendo fascinación por el infinito como definición. Así sera tu belleza para mí, mientras no nos enamoremos, porque en el amor empieza la decadencia de la pasión, hasta que la repetición diaria de los movimientos rítmico-pélvicos destruye la felicidad. ¿Sabes? Una vez comprendí que ese sentido de privatizar el amor es como si tratáramos de privatizar la risa. Tuve una novia un tanto pervertida que me era infiel sólo los días que me pedía que la recogiera en su trabajo. Trabajaba en un museo, con varias entradas y salidas. Ella quedaba conmigo en una salida, mientras por la otra se encontraba con su amante, para besarle previamente. Después salía por donde yo la esperaba e íbamos a su casa a hacer el amor mientras escuchabamos a Portishead. Ya sabes, esas canciones que piden razones para amar, que exigen que los hombres no cometamos ningún error porque no podemos escapar, no podemos oponer resistencia. Un día llegué demasiado pronto, decidí pasear un rato y los descubrí. El chico salió corriendo al verme, y yo me eché a reír, no creyendo lo que mis ojos me mostraban. Ella también se reía, parecía darle placer hacer daño a los demás. Pasé de largo, como si no la hubiera visto, como si el dolor que pretendía causar no hubiera hecho efecto. Me persiguió, enfadada, dando voces, y yo la seguí ignorando, hasta que paré un taxi y cerré la puerta. Incluso golpeó el cristal y me insultó. Imagino que esperaba una reacción por mi parte, y la ausencia de la misma destrozó sus planes. Lejos de ella, comencé a llorar, como si mi mundo se hubiera acabado, como si hubiera dejado de creer en el amor. Te has declarado incapaz de amar, pero sé que eso no me pasaría contigo, porque sólo te pido que desnudes tu cuerpo, no tu alma, que hagamos el amor escuchando a Portishead y que mañana, al salir del museo, me dejes que te recoja en la puerta principal. 

sábado, 14 de mayo de 2016

Desde el Interior del amor



No te tengo en mi corazón, pero quisiera tenerte. Quisiera sentir desde el interior el amor, verte bailar en medio de la calle de madrugada, borracha, loca por mí. Que invites a tu prima a hacer el amor con nosotros como un día prometiste. Recuerdo cuando te daba vergüenza besarme en público, y ahora eres tú la que me exige besos largos en cada despedida. La que me agarra de la solapa y me besa como si no nos fuéramos a ver más. La que, tras unos minutos agarrada a mi mástil me preguntas si me apetece, como si tuviera otra opción. Pero yo sólo tengo deseo en mi interior, un deseo que tu apagas con placer, y que tras unos instantes vuelve con aún más fuerza, hasta que tu lo vuelves a vencer, y así hasta que me olvido del mundo, hasta que tu cuerpo de guitarra se convierte en mi mundo. Tus ojos me vuelven a buscar y yo te pido que pares y calmo tu deseo avivándolo más. Y tu placer parece no tener fin. No te tengo en mi corazón, pero quisiera tenerte. Quisiera poder decirte palabras románticas al oído pero no puedo mentirte. Y lo mejor de todo es que lo sabes y te da igual. Aceptas nuestros encuentros como algo efímero, sin saber cuando será la próxima vez que tiembles entre mis brazos. Por eso no paro de recordarte lo hermosa que eres, una y otra vez, porque aplico la pasión a todos los ámbitos de la vida, por eso me muestro asqueado por el desgraciado que contigo convive y que tu belleza desprecia. Es complicado, me dices. Y es que, después de una década tu fracasado matrimonio sólo te produce angustias que tratas de curar con mis besos. Porque el ya no te mira, mira a otras. Apenas te pone la mano en la espalda o te da un beso maternal en la frente, como si estuviera comprobando la temperatura, mientras tu ardes de pasión y yo te devuelvo al mundo de los vivos. Son los misterios del matrimonio, donde él termina con revistas y amantes y tú con la plenitud de tu cuerpo, cruzada la treintena, con tu belleza plenamente desarrollada, entre mis brazos, mientras nuestros cuerpos se funden en hoteles ubicados en lugares tan estratégicos como pocos turísticos, que parecen llamar al amor desde sus ventanas. Suites con grandes ventanales acristalados desde los que ver la ciudad de lejos y que resultan ideales como punto de apoyo. Cegados por la luz del sol disfrutamos del movimiento, de la libertad de nuestros cuerpos, y nos convertimos en bebidas espirituosas que nos hacen olvidar nuestras desgracias. Yo olvido mi corazón roto. Tu olvidas al gilipollas de tu marido. Y al igual que al ir al cine, los problemas durante unas horas son de otros, disfrutando de un guión improvisado. 

miércoles, 11 de mayo de 2016

Cortina de lo prohibido, besos que no se deben dar




Es la sensual voz de Etta James la que parece pedirme que te tome con pasión pero sin prisa, así que al cerrar los ojos imagino que estamos en el Nueva York de los cincuenta, que eres mi amante, fumas con pitillera y llevas una ropa ajustada que apenas te desabrochas durante las artes amatorias. Escucho más tus palabras que tus gemidos, aunque poco a poco va siendo al revés. Entonces me adhiero a tu carne, beso a beso, mientras el disco sigue girando, canción tras canción. Y de pronto aparece Ella Fitzgerald y me pide que llore por tí. Y la sigue Diana Krall, hablando de sentimientos y adoraciones, y aún con los ojos cerrados de deseo me pide que te haga confesiones de amor, que te mienta, cuando sólo nos divertimos. Y El repiqueteo de la lluvia mientras hacemos el amor sirve como cortina de lo prohibido, de lo que no se debe de decir. Los labios son para morder y para besar. Ahora toca callar. Y Ella Fitzgerald vuelve para preguntarnos por qué no hay sol en el cielo. Y al abrir los ojos de nuevo  ya no sé que puede hacer este momento más mágico. Las copas de vino que depositamos en el suelo están a medio acabar. Una de ellas tiene tu tanga encima, que tan aceleradamente te quitaste poco después de entrar. Nina Simone me dice que me has hechizado, que soy tuyo. Y yo intento mantener la cordura, porque sólo nos divertimos. Y entonces me doy cuenta que no sólo quiero divertirme contigo, pero sólo quiero divertirme contigo. Huelo tu perfume mientras tu hueles mi miedo. Te has dado cuenta, para ti es un juego pero para mi no lo es. Y sin embargo, jugamos. Pero la partida se ha acabado, dicen de repente tus ojos. Yo también tendré algo que decir ¿No? No es justo. ¿Y que es justo? Nos gustamos, nos damos placer. Cariño, esto no es como las películas, me dices. Te levantas y vistes como se visten las enamoradas cuando se dan cuenta de que el lecho donde el amor toma nombre (¿Que Amor?) es una cama compartida. Yo, impasible, no trato de convencerte de lo contrario, aunque durante minutos me sienta como un gatito en un árbol, perdido, sin saber como ha llegado hasta allí, sin saber como bajar, maullando.  Y no es por que no pueda hacerlo, no es porque no deba hacerlo. Es porque nunca pido imposibles, estoy sentado en el sofa y me siento cansado. Cansado de la vida, del amor y de lo que se debe de hacer y lo que no, con lo fácil que es desear libremente.Y así te vas como llegaste, mirándome a los ojos y pronunciando palabras que no escucho, pues absorto en tu belleza todo lo demás es ruido. 

domingo, 8 de mayo de 2016

Diosa del amor - Amor de Diosa



¿Sabes? Estaba escuchando una de las canciones que me recomendaste y he descubierto que me gustas. Que tu cara me enamora. Que después de darme el primer beso con tu mirada, en vez de pedirme la luna me pediste mis ojos y yo te dije que sólo se los podía dar a tu hija. Me dijiste que eramos demasiado mayores. Y en esos momentos te miré de manera completa y quise trasladarme al pasado, haberte conocido antes, haber conseguido que te enrojecieras antes, para poder clonar tu belleza, para poder evitarte los sufrimientos, las heridas que te hiciste en el amor. La vida es para vivirla en libertad, y es sin embargo el miedo a esa libertad lo que condiciona nuestra existencia. Tu me hablas de que eres una Diosa, y yo deseo que me lleves al Elíseo, para que el tiempo no pase, para que cada vez que hablemos las horas no se conviertan en minutos. Preguntas y repreguntas, escuchas con interés mis respuestas, atrayéndome más a cada segundo, entre risas, besos y abrazos. Escuchas mis lamentos, mis historias, mis viajes sin dejar de mirarme a los ojos, con interés casi infantil, como si yo fuera tu cuentacuentos. Y mientras tanto tu pulso acelerado te recuerda que no quieres sentir demasiado, que no quieres caerte de la nube, que no quieres abandonar el sueño. Mientras yo, con la mirada, sólo pido que tu abrazo dure un minuto más, pues mientras te haga sentir viva, mientras me hagas sentir vivo, no habrá tiempo perdido. No concreto, no establezco reglas, hablo de naturalidad, de besos, de caricias. Si lo feliz que me haces es una equivocación, quiero que nos equivoquemos juntos. ¿Te has fijado? Desnudos somos todos iguales, se dicen menos mentiras y más verdades. Desnudé mi cuerpo ante tí, y durante horas desnudé mi alma. Es la naturalidad la que me hace decirte cosas que podrían hacerte huir de mi cama, y, sin embargo te ríes nerviosa, encantada con mi espontaneidad. Y cuando te digo que es mi mayor defecto, me pides más verdades, más secretos, más caricias. Y cuando llegas, una y otra vez, al climax, te hablo de mordisquear guisantes, de pechos y limpiaparabrisas, de nombres de frutas asociadas a tu sexo. Y tu parece que estés disfrutando de una comedia romántica, ausente de seriedad, llenando la estancia con tus carcajadas. Y entonces, te tienes que ir. Y yo no quiero que te vayas. Y, al vestirte, la habitación se convierte en un plano picado que se va alejando poco a poco, hasta las líneas de crédito, hasta el siguiente capítulo, hasta que nuestros labios vuelvan a chocar en la eternidad del universo. 

miércoles, 4 de mayo de 2016

Amor, Dudas y otros vicios


La seguridad que parece destruir el amor, no disipa las dudas del corazón. Cuando cruzas la frontera de la confianza, esa noche en la que te destripas y entregas tus más íntimos secretos, entregas una parte de ti a alguien, y el futuro sin ella ya no existe. Y de repente vas ganando por goleada y el partido deja de tener interés. Todo se vuelve tan oscuro que no alcanzas, que no encuentras el interruptor para despertar de la pesadilla. Ya no es maravillosa, ya no es hermosa. Las canciones no tienen sentido, y sin embargo no quieres dejar de soñar. Y es esa puta angustia, esa soledad la que te hace seguir, cada vez con menos amor, envuelto en una atmósfera de autodestrucción. Y con la mirada, con los gestos, con todo tu ser, comienzas a suplicarle. Dame una razón para seguir amándote. Dame una razón para que no salga corriendo. Un gesto, un pestañeo. Desnúdame y pídeme que te haga el amor en el suelo, si soy el soldado que por ti lucha, dame una batalla, déjame que abrace la victoria una vez más, antes que la rutina se convierta en un agujero negro que haga desaparecer lo nuestro para siempre. Y entonces recuerdas la noche. Aquella noche que le confesaste tus miedos y tus esperanzas. Que tenías miedo a ser padre, como antes lo tuviste a ser hijo. Que eres caballeroso, pero si la materia prima merece la pena, miras el culo a la homenajeada. Que crees que el poder de injerencia en nuestros destinos es muy limitado. Que eres un gilipollas sin remedio. Un gilipollas que a veces atractivo pero gilipollas al fin y al cabo. Y ella sonríe, te mira con cara de ternura y te abraza, para evitar que despiertes, para que sigas soñando.

lunes, 2 de mayo de 2016

Nada vale en el amor. Todo vale en el amor


Soy viajero sin destino fijo, culo de mal asiento, mi propio cirujano a la hora de coserme las heridas del amor, general que ha luchado en batallas de emociones perdidas durante años, sin llegar a comprender porque nos atamos a ellas cuando amar debería de ser la máxima expresión de libertad. Soñador despierto, sobre todo cuando una imagen hermosa vuela por mi mente. Hace años descubrí que nada vale en el amor y que todo vale en el amor. Que querer no es una foto fija y que lo construido durante años se puede desvanecer en segundos. Que el egoísmo deja de ser razonable cuando afecta al corazón de terceras personas. Y sobre todo aprendí a degustar el amor despacito, aprendí a cogerte de la mano mientras tu respondías apretando fuerte, como si fueras a echar a correr en cualquier momento, como si escapáramos de la guerra del día a día a nuestro paraíso natural. Tu amor me hizo reaprender la lección de los besos lentos, mordisqueando levemente el labio inferior mientras saboreabas el superior y te acariciaba la cabeza. Dejarte cabalgar en los ritmos verticales, mientras pronunciabas hermosas palabras. Correr por el barrio gótico mientras nos ofrecían toda clase de diversiones prohibidas. Tumbarse en el desierto bajo las estrellas y no querer dormir. Hacer el amor en un prado al pie de una montaña al amanecer, sin más compañía que unos caballos semisalvajes. Comer los mejores Spaguetti a la Vongole del mundo en un callejón de Roma que ni siquiera aparece en los mapas. Volverme en las escaleras del metro, yo siempre un escalón por debajo, y besarte como si el mundo se fuera a acabar. Cantar canciones en un concierto hasta quedarme afónico, morir en los bises, borrachos de felicidad. Visitar las playas más escondidas, más recónditas, y tirarme desde el acantilado, muerto de miedo en el momento de saltar, mientras los lugareños reían, pues ellos lo hacían todos los días. Que un soldado demacrado y al que le faltan varios dientes te apunte con un fusil en una de las fronteras más conflictivas del mundo, por simple diversión y tu me sonrías mientras pone el sello en tu pasaporte, y al cruzarla me abraces hasta dejarme sin respiración, pues has visto pasar la vida en un instante. Que me mires con los ojos abiertos, atenta a la conversación, mientras pronuncio el nombre de ciudades perdidas y palabras desconocidas, de lugares para tí desconocidos pero que quieres visitar tras mi relato, mientras te cuento como las personas sonríen en todos los países, tengan o no tengan, siempre que se sientan libres, siempre que se sientan amados.  Pero como sé que aún me queda mucho por vivir, tan sólo eres una ficción de mi imaginación. Porque nada vale en el amor y todo vale en el amor.