Estoy buscando Drachenfutter para tí. Drachenfutter en alemán significa literalmente "comida para dragones" y se refiere a aquel regalo que un hombre le hace a su mujer para conseguir ser perdonado o para apagar su rabia. Quien sabe la razón, para que buscarla, si dispones de un universo infinito de preocupaciones, galaxias enteras de equivocaciones o palabras mal dichas por mi, clasificadas por fecha y por la ropa que llevaba en ese justo instante. Acababa de hacerte el amor -y modestamente, creo que se me dió bastante bien- con lo cual tampoco podía ir por ahí. O quizás sí. Porque antes estabas feliz, pletórica, como si hubieras decidido declarar el día mundial del débito conyugal en nuestra cama. Pensé y pensé y no alcancé a encontrar motivo alguno. Te había mordido, pero con suavidad y sin dejarte marca alguna. Había trabajado los preliminares como si fuera el trailer de la película del año. Te había agasajado con toda clase de besos, caricias y palabras de amor. La iluminación y la música habían sido correctas, porque habíamos comenzado a desnudarnos cuando terminamos la cena, improvisada tras tu jornada maratoniana. Fue al día siguiente, mientras estaba absorto leyendo a Bayly en el sofa, desconectado por completo del mundo, cuando saltaste y gritaste: "¿DONDE? ¿DONDE APRENDISTE ESO?". Pegué un salto en el sofá, sobresaltado, mirándote sin entender, y continuaste: "¿QUIEN? ¿QUIEN TE ENSEÑO ESO?". Instintivamente miré mi móvil y estuve apunto de llamar a Carlos, mi abogado, para saber que contestar. Me acordé de la última vez que tuvimos un pleito con mi empresa y contesté la respuesta standard que el me enseñó, la respuesta mágica: "NO LO RECUERDO, NO LO SÉ". Por cierto, fue divertido porque contesté eso durante todo el juicio, incluso cuando me preguntaron por la edad y por mi nombre. Mejor, porque en este momento no se quien soy ni como me llamo, y mucho menos mi edad: Sólo sé que una mujer al día siguiente de haberse acostado conmigo me está chillando, y esto suele suceder inmediatamente después de la cópula -sea esta satisfactoria o no- pero no al día siguiente. Me empezaste a dar collejas y yo a defenderme a mi mismo y a mi hombría, moviéndome de sitio. "TU NUNCA" (colleja) "TE ACUERDAS" (colleja) "DE NADA" (combo de collejas). Confundido, con una sensación de retorno a mi más tierna juventud, como si mi madre me estuviera castigando por algo malo, salí corriendo y me encerré en el baño. "SAL DE AHÍ, COBARDE". "Los cojones Mariloli", pensé. Tras aporrear la puerta empezaste a contar el motivo de tu enfado, con pelos y señales. Se podía resumir así: Te había hecho el amor tan bien, habías tenido un multiorgasmo tan perfecto, que tenía que haberlo aprendido de otra. Probablemente, en un cursillo acelerado. Y es que ni dándole la perfección esta mujer se conforma. Habrá que buscar Drachenfutter.
Relatos de ficción "Captar en lo que se ha escrito es síntoma de lo que se ha callado" (Nietzsche)
domingo, 27 de noviembre de 2016
Drachenfutter
Estoy buscando Drachenfutter para tí. Drachenfutter en alemán significa literalmente "comida para dragones" y se refiere a aquel regalo que un hombre le hace a su mujer para conseguir ser perdonado o para apagar su rabia. Quien sabe la razón, para que buscarla, si dispones de un universo infinito de preocupaciones, galaxias enteras de equivocaciones o palabras mal dichas por mi, clasificadas por fecha y por la ropa que llevaba en ese justo instante. Acababa de hacerte el amor -y modestamente, creo que se me dió bastante bien- con lo cual tampoco podía ir por ahí. O quizás sí. Porque antes estabas feliz, pletórica, como si hubieras decidido declarar el día mundial del débito conyugal en nuestra cama. Pensé y pensé y no alcancé a encontrar motivo alguno. Te había mordido, pero con suavidad y sin dejarte marca alguna. Había trabajado los preliminares como si fuera el trailer de la película del año. Te había agasajado con toda clase de besos, caricias y palabras de amor. La iluminación y la música habían sido correctas, porque habíamos comenzado a desnudarnos cuando terminamos la cena, improvisada tras tu jornada maratoniana. Fue al día siguiente, mientras estaba absorto leyendo a Bayly en el sofa, desconectado por completo del mundo, cuando saltaste y gritaste: "¿DONDE? ¿DONDE APRENDISTE ESO?". Pegué un salto en el sofá, sobresaltado, mirándote sin entender, y continuaste: "¿QUIEN? ¿QUIEN TE ENSEÑO ESO?". Instintivamente miré mi móvil y estuve apunto de llamar a Carlos, mi abogado, para saber que contestar. Me acordé de la última vez que tuvimos un pleito con mi empresa y contesté la respuesta standard que el me enseñó, la respuesta mágica: "NO LO RECUERDO, NO LO SÉ". Por cierto, fue divertido porque contesté eso durante todo el juicio, incluso cuando me preguntaron por la edad y por mi nombre. Mejor, porque en este momento no se quien soy ni como me llamo, y mucho menos mi edad: Sólo sé que una mujer al día siguiente de haberse acostado conmigo me está chillando, y esto suele suceder inmediatamente después de la cópula -sea esta satisfactoria o no- pero no al día siguiente. Me empezaste a dar collejas y yo a defenderme a mi mismo y a mi hombría, moviéndome de sitio. "TU NUNCA" (colleja) "TE ACUERDAS" (colleja) "DE NADA" (combo de collejas). Confundido, con una sensación de retorno a mi más tierna juventud, como si mi madre me estuviera castigando por algo malo, salí corriendo y me encerré en el baño. "SAL DE AHÍ, COBARDE". "Los cojones Mariloli", pensé. Tras aporrear la puerta empezaste a contar el motivo de tu enfado, con pelos y señales. Se podía resumir así: Te había hecho el amor tan bien, habías tenido un multiorgasmo tan perfecto, que tenía que haberlo aprendido de otra. Probablemente, en un cursillo acelerado. Y es que ni dándole la perfección esta mujer se conforma. Habrá que buscar Drachenfutter.
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