domingo, 17 de abril de 2022

Amor y muebles

 



De todas las locuras que he visto hacer a las mujeres -entiéndase locuras como algo positivo, porque la excesiva cordura de algunos me aburre- la más divertida de observar es el movimiento de muebles: Los van moviendo hasta que encajan no ya en el salón, sino en la idea que ellas mismas tienen en su cabeza, como amantes de puzzles inacabados que son, con el mismo sentido biológico que protegen al hijo durante toda su trayectoria vital sin descanso, día a día. Es fascinante el grado de conocimiento que consiguen tener del cuidado del bebé y de los mil y un objetos para él destinados, así como su ubicación exacta. Tan compleja variedad es que cuando ella me pide el pijamita de dinosaurios del niño, -debido a la fase ruidos de velociraptor del mismo imagino- nunca acierto, dado que para mí tiene tres. Es entonces cuando me explica que uno no es un pijamita, sino una camiseta, y el otro es de dragones, no de dinosaurios, mientras el escuincle se ríe de dos adultos y juega con sus pies, finalmente grandes y verdes.