jueves, 13 de octubre de 2016

Dosis de Amor



Y me lees y relees el día de tu cumpleaños. Y me dices que si quieres un capullo,  plantarás un rosal, tú, que repetías namasté todos los días. Tú, que buscabas los momentos Zen donde no había nada que buscar...Suspiro no por amor sino por hastío: Te he fallado en más cosas que las que hice bien. Pero me dolió, dolió que insistieras que sólo podías tomar vacaciones en septiembre. Yo necesito una compañera de viaje. Me dolió aún más cuando decidiste, sin previo aviso, irte varios días a la playa con amigas en pleno julio. Al turismo más paleto y retrógrado que existe. A compartir días con mujeres. A preferir su compañía a la mía. Amo la libertad y a los demás se la deseo, pero entendí rápidamente que no era ninguna prioridad en tu vida y que me estabas usando para rellenar un vacío: Que yo sentía mucho por tí y tu nada en absoluto, que me usabas según tu capricho, preferentemente en días de resaca, porque me contabas que follar conmigo te la quitaba. Calmar deseos y noches para olvidar. Ningún hombre te mira por tus escasos pechos y tu mirada de perdonavidas. Así que cuando me ofrecieron el primer vuelo a Japón no lo dudé ni un segundo: Veinte horas de vuelo, miles de kilómetros y una agenda repleta para dejar de pensar.  Nunca he estado con una rubia y contigo hice la excepción, porque tu locura después de varios años parecía venida a menos. Mi anciana abuela siempre me lo advertía: "Eres muy bueno, las mujeres te partirán el corazón, sufrirás mucho" con esa clarividencia que dan los años de experiencia, trató de protegerme con sus palabras, sabedora de que la maldad acecha en cada esquina, que se alimenta de corazones puros. Y así fueron mis primeros escarceos amorosos: Mujeres que se buscaban a sí mismas y mientras me utilizaban como punto de apoyo, para evitar caer en el abismo. Se asomaban a el y gritaban con fuerza, amantes del drama y de la melancolía. Generalmente tras destrozarme el corazón con excusas banales solían drogarse, emborracharse o buscar al hombre más cabrón que estuviera a su alcance, supongo que para demostrar su valía, su independencia, su capacidad de mirar a la muerte sin miedo. Mirando atrás, me recordaban al album Dummy de Portishead, a la oscuridad de Roads y Glory Box. Música con batería casi imperceptible, difuminada, como una fría y lluviosa noche de invierno, como ver a alguien buscar disfrutar el momento, el subidón de adrenalina del primer amor en cada encuentro, su dosis de autodestrucción.

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