martes, 8 de noviembre de 2016

A lo mejor, el amor




A lo mejor no existe un sólo amor en la vida, pero prefiero olvidarme de cuestiones metafísicas y centrarme en el placer que me proporciona el fin de tu vientre. A lo mejor el orgasmo es una forma de amor. Muchos confunden las ráfagas de placer con sentimientos. La mañana se ha despertado gris y yo estoy dudando si darle la vuelta a tu cuerpo para que me lleves al paraíso. Al destaparte con un sólo gesto observo la belleza de los pliegues de tu espalda, como sí ahora que comenzamos a estar de vuelta de todo viviéramos una segunda juventud. En un instante tu piel reacciona ante el frío y te envuelves sin abrir los ojos con un pequeño ruido, casi imperceptible. Madrugar no es obligatorio en nuestro mundo, pese a que parte de mi cuerpo esté levantado antes de tiempo. A lo mejor no existe un sólo amor en la vida, pero hay almas demasiado hermosas como para que conocerlas sea simple casualidad. Como tú. Buscando la felicidad en la compra de objetos tan caros como innecesarios, me dí de bruces contigo, y desde entonces compartimos cafés y risas, sexo y confidencias, como si nos conociéramos de toda la vida. Hemos dicho mil veces te quiero a otras personas, por eso sabemos que el amor verdadero está en los días grises. Hemos follado mil veces con otras personas, por eso hemos convertido nuestra cópula en arte, sin exigencias ni prisas. Se comienza haciendo el amor con la mirada, se sigue entre risas y se termina bajo las sábanas, sin más. De joven sufría por mi exceso de bondad, esa que provoca situaciones ridículas, esos silencios propios entre chillidos femeninos provocados por el tiempo, un mal corte de pelo o porque una compañera lleva el mismo modelo del mismo color y a ella le sienta muchísimo mejor. Eliminado el estresante juego de las adivinanzas y enfocándolo hacia el placer, la compañía femenina se convierte en todo un deleite, un juego de bellezas y formas donde la única discusión posible es por el ritmo y la posición, encajar los labios como puzzles y cuando repetir. Es en el momento álgido del deseo cuando nos hacemos vulnerables, cuando pronunciamos mentiras, cuando el placer se convierte en un agujero negro que nos engulle y nos transporta a un Universo en calma. La momentánea desconexión de nuestros cuerpos creadora de momentos eróticos únicos. 

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