viernes, 21 de octubre de 2016

Fábula: La Falsa Religión y el amor

"- ¿Te quedarías conmigo?
- ¿Quedarme contigo? ¿Para qué? Míranos, ya estamos peleando.
- Pues, eso es lo que hacemos. Pelear. Tú me dices cuando soy un hijo de puta arrogante y yo te digo cuando eres una pesada insoportable. Lo cual eres, 99% del tiempo. No me importa lastimarte. Me lo devuelves al instante y regresas a hacer la misma cagada.
- Entonces ¿qué?
- Así que no será fácil, será difícil. Y tendremos que echarle ganas cada día, pero quiero hacerlo porque te quiero. Quiero todo de ti, para siempre, tú y yo. Cada día" - 

El diario de Noa







- ¿Eres Creyente? - Preguntaste mientras te acariciabas el pelo de forma infantil, mientras me acariciabas sin tocarme. 

- Soy ateo por decisión propia, al igual que antes era católico. Mi fe se desmoronó por el falso amor, cuando ví que aquellas personas no perdonaban y se enfadaban de manera infantil. Las personas católicas suelen considerarse buenas, pero si alguien necesita la religión para ser buena persona, no lo es. Ir a misa todos los domingos no exime a alguien de hacer daño y de mentir. No entender que todos nos equivocamos es propio de narcisistas e imbéciles.  Tampoco son buenas las que desean el dinero o el amor ajeno por errores propios, las que retiran el saludo de manera eterna. Cuando comprendí que había personas que reducían el amor a compromisos adquiridos con anterioridad, sin ejercitarlo diariamente, entendí que muchos estaban rezando en la dirección equivocada, hacia arriba, como si fueran seres inocentes libres de toda maldad, cuando deberían de rezar hacia abajo, donde se encuentra su maestro. 

"Tu mirada parecía divertida e interesante a la vez, por eso estoy aquí contigo. Tu amor me parece divertido y libre a la vez, por eso me encuentro entre tus brazos. La lealtad, aun más importante para mí que la felicidad es una razón poderosa para amarte" Pensé. Y me centré en esto y en el sabor frutal del vino, de cuerpo poderoso como el suyo. Para el resto teníamos todo el tiempo del mundo. Y de madrugada, cuando de repente saltó sobre mi y me besó sin previo aviso, comprendí que ella era mi mundo, que lo supe antes de que nuestros cuerpos tocaran las sábanas, porque la verdadera pasión nace en las miradas, nada es más sexual que una la dilatación de las pupilas. Y allí estábamos, dando vueltas por nuestro propio universo, haciendo el amor entre risas".

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