lunes, 2 de septiembre de 2013

LA CONTRAPUERTA Y LA MUJER

La contrapuerta estaba cerrada, y con ella, el silencio y la angustia dominaban la estancia. Su Ex estaba detrás de ella, así como varios miembros de su  familia. Los escuchaba hablar y discutir. Estaban decidiendo, al parecer, si le abrían la puerta o no. La madre quería abrirle la puerta. La hija no. "Ábrele y explícale" escuchó. El había recorrido 554 km no por amor, que ya no existía, sino por educación, esa que no recibió en el colegio, la recibida por su padre. Respetar a una mujer como a ti mismo. Así lo había hecho siempre. En este caso con gran asombro, se podría añadir. 

Ella debió descubrir que él ya no le amaba. Sí, eso debió ser. Por eso, al terminar unas pequeñas vacaciones de agosto (en las que no paró de alabar a amigos comunes lo maravilloso que era su recién estrenado marido) decidió seguir viviendo con sus padres. Absurdo en una mujer adulta con casi cuarenta años y con el dinero por castigo, pero así son las personas a veces: Prefieren un amo justo a la libertad. La libertad conlleva responsabilidad, pagar facturas. Demasiado para ella y los posters de su habitación.

Quizás por eso su agobio repentino de pedir la separación de bienes, apresurada, antes de aquellas vacaciones en la Costa Brava, llenas de glamour. 

Quizás por eso no quiso nunca empadronarse y apenas se habían visto desde la boda, siempre con un viaje como excusa. 

Por supuesto, iba a obviar comunicarle que tras su matrimonio corto, surrealista y sin convivencia había comenzado la relación con la mujer de la que estaba enamorado desde un año atrás. El amor de su vida. Un amor que había resultado imposible hasta ahora. 

¿Cuando se desenamoró de su ex-mujer? No sabría decirlo. Mucho antes de casarse, eso seguro.Todos sus amigos comentaban, en tono jocoso, que no sonreía en ninguna de sus fotos de boda, y así era. Fue un día triste para él, en el que actuó de forma cobarde y siguió el guión establecido. La primera y única vez que se emborrachó en su vida. Se avergonzaba de si mismo por no haber dado marcha atrás en el aquel momento. 

Por haber sido tan cortes y educado con todos y no mandarlos a todos a pastar al campo. 

Por no haberle dicho a su ex-mujer que no la amaba. Que todo había sido una gran equivocación. 

Cuanto nos cuesta darnos cuenta de las cosas, pero a veces se solucionan de la forma más surrealista. Llena de dudas, vacía de sentimientos y con un gran pesar en el alma, pero se solucionan. 

Tras un cuarto de hora esperando, de pronto sintió el silencio al otro lado de la puerta, así que decidió irse. 

"Que Dios los juzgue, por ser tan maleducados de no abrirme la puerta" pensó. Tan sólo había dejado de amar. ¿A quien no le ha pasado? Había sido la mayor equivocación de su vida. y ahora tenía que lidiar con la burocracia de acordar la ruptura legal y la deuda conjunta que ella se negaba a pagar, al menos por teléfono cuando le solicitó el divorcio. ¿Por qué se negaba a pagar y a pactar? ¡Es tan absurdo alargar la agonía, incluso años. Su acción no sólo era maleducada, sino además estúpida. 

Al estar ya montado en el tren de vuelta, dos horas después, recibió un mensaje suyo "Podemos quedar en la estación a las 6 y te explicaré". Lamentablemente, estaba en el tren de vuelta y no podía pararlo. Y habría hecho 1108 Km para nada. 

Varios meses después, sintió el odio en sus carnes. Creado por la mente sencilla de una psicópata. Ese falso victimísmo provocado por aquel que lleva siempre un verdugo dentro. 


Esa mentira implícita en un whatsapp: "El bebe ha nacido". un hecho repugnante, la forma de comunicarse. Una sola frase. Nada más. Esa era la contestación a un Burofax, solicitándole información sobre el "supuesto" hijo (o hija, pues carecía de toda información). ¿El bebe de quien? 

En una mezcla explosiva, entre la vergüenza ajena y el asco, se despertó de madrugada envuelto en una atmósfera brumosa, sin poder respirar. Sintiendo que se iba a morir en cualquier momento.

La siguiente imagen era un señor en una bata diciéndole algo así como "Hola Daniel, estás en el hospital, has tenido un ataque de ansiedad y eso te ha provocado un amago de infarto. ¿Como te encuentras?" 

Y volvió a recordar, esta vez abrazado a la mujer que de verdad le amaba -la madre de su hijo adolescente- que se había equivocado, Pero Dios finalmente le había mostrado el camino correcto.