jueves, 7 de noviembre de 2019

Amor Comunicativo





Quizás el secreto de la vida sea que asumir que envejecemos, que los besos que damos no vuelven, que cada día que no convertimos el amor en una constante morimos un poco, que cada día sin un abrazo es un día perdido. Recuerdo que tu voz al teléfono sonaba nerviosa, como la de una quinceañera enamorada. Pero los quince años pasaron hace mucho, mucho tiempo, y los milagros no existen. Nos cuesta asumir nuestro lugar en el mundo, el otoño que llego a nuestras vidas, la primavera que no volverá ¿No sería bonito abrazarnos hasta que acabe el invierno de nuestras vidas? Que más da ya. Has decidido renunciar a los besos, cogernos de la mano y caminar por las calles sin saber adonde. Cuando éramos jóvenes nos reíamos por todo, nos despedíamos en escalones distintos del metro y era tan bonito que hasta nos pitaban de la envidia. Ahora hay que tener en cuenta la ley de la gravedad para hacer según que cosas, las ganas no desaparecieron pero sí la firmeza que las hacía posibles. Te escucho, trato de no interrumpirte pero tu conversación me acerca a los brazos de Morfeo, y te miento, te digo que no eres tú, que soy yo, cansado por una semana sin fin. Yo, que soy todo pasión, parecía que la había mandado de vacaciones. Será el otoño, que nos entristece. Las luces, que no ayudan. Odio la oscuridad, la noche sólo me produce sueño. Lo que no sabes es que eras mi última opción, ya me cansé de encontrar el amor. Seguiré sonriéndole a la vida. 

viernes, 1 de noviembre de 2019

Amor edificante



Dices que no encajamos. No somos un puzzle. Mientes cuando dices que no sientes lo suficiente, porque si nos volvemos a ver , volveremos a querer besarnos, porque nos atraemos, porque nos gustamos, porque lo sentimos. Y si esto es mentira, dímelo. Cuando me acariciaste la cara mientras nos besabamos, no estaba forzando nada. Eran tus labios los que buscaban los míos no una vez, sino cientouna. A lo largo del tiempo nunca pensé en ti más tiempo que el que pasábamos entre las sábanas. Y de repente, intentas romperme el corazón. Dices que todas las veces que te apreté contra mí pecho eran mentira. Que nunca sentiste nada cuando nuestros cuerpos se enlazaban. Estabas ahí, de repente eras tú y no eras tú, porque tu belleza era más poderosa que mi imaginación, y de la sorpresa me quedé sin palabras. Paseamos las calles, con esa sensación de conocerte, cuando nunca antes te vi, porque te conocía desde siempre. Y me di cuenta que te gustaba, pues volvías a reír y reír. ¿Fue entonces cuando el corazón dio un vuelco y comenzó a latir a tu ritmo? ¿Fue entonces cuando supiste que me habías atontado, o esperaste a los abrazos no buscados, a los besos por sorpresa, al morder de labios, al despertar de tu piel desnuda? Como la leona que a su presa acecha en el momento más vulnerable.