Guiaste mi mano en la oscuridad y me despojaste de mis vergüenzas. Te besé, desnudo y derrotado, y comencé a acariciar tus pechos envuelto en una felicidad infinita, como si hubiera descubierto una flor entre las zarzas, con miedo a hablar, con miedo a hacerte preguntas en voz baja entre los movimientos amatorios, no fueras a ser un fantasma producto de mi imaginación que tan pronto como abriera la boca desaparecieses. Desconfías del amor, desconfías de las palabras de amor, me dices. Así que lo hacemos en silencio, sin música de fondo. Dices que odias las canciones tristes, y casi todas las canciones sobre el amor lo son. Así que sólo se oye tu respiración entrecortada y tus gemidos de placer. De pronto rompes tu silencio, ese que realmente nunca existió, para pedirme más. Pareces incapaz de hablar con el corazón, incapaz de expresar sentimientos, pero tus gestos y tu mirada dicen más que cualquier palabra. Quieres más de mí, quieres volver a verme, quieres amarme hasta el infinito, y ante tantas peticiones en una sola mirada sólo puedo rendirme y concedértelas asintiendo con la cabeza y besándote una y otra vez. Tu impaciencia parece no tener fin, pero al no expresarla a viva voz, tengo que interpretar cada uno de tus gestos, ser creativo para poder darte toda la felicidad que te mereces. y es entonces cuando tu espalda se convierte en un terreno por explorar, donde los besos van amando cada centímetro de tu piel hasta que te vuelves a girar y me pides que te tome de nuevo. Y de nuevo nos convertimos en uno, de nuevo guías las partes de mi cuerpo hacia tí como guías mi corazón, y yo me dejo llevar. Si eres un fantasma producto de mi imaginación, por favor, no me hagas despertar.
Relatos de ficción "Captar en lo que se ha escrito es síntoma de lo que se ha callado" (Nietzsche)
sábado, 16 de julio de 2016
Reina del amor
Guiaste mi mano en la oscuridad y me despojaste de mis vergüenzas. Te besé, desnudo y derrotado, y comencé a acariciar tus pechos envuelto en una felicidad infinita, como si hubiera descubierto una flor entre las zarzas, con miedo a hablar, con miedo a hacerte preguntas en voz baja entre los movimientos amatorios, no fueras a ser un fantasma producto de mi imaginación que tan pronto como abriera la boca desaparecieses. Desconfías del amor, desconfías de las palabras de amor, me dices. Así que lo hacemos en silencio, sin música de fondo. Dices que odias las canciones tristes, y casi todas las canciones sobre el amor lo son. Así que sólo se oye tu respiración entrecortada y tus gemidos de placer. De pronto rompes tu silencio, ese que realmente nunca existió, para pedirme más. Pareces incapaz de hablar con el corazón, incapaz de expresar sentimientos, pero tus gestos y tu mirada dicen más que cualquier palabra. Quieres más de mí, quieres volver a verme, quieres amarme hasta el infinito, y ante tantas peticiones en una sola mirada sólo puedo rendirme y concedértelas asintiendo con la cabeza y besándote una y otra vez. Tu impaciencia parece no tener fin, pero al no expresarla a viva voz, tengo que interpretar cada uno de tus gestos, ser creativo para poder darte toda la felicidad que te mereces. y es entonces cuando tu espalda se convierte en un terreno por explorar, donde los besos van amando cada centímetro de tu piel hasta que te vuelves a girar y me pides que te tome de nuevo. Y de nuevo nos convertimos en uno, de nuevo guías las partes de mi cuerpo hacia tí como guías mi corazón, y yo me dejo llevar. Si eres un fantasma producto de mi imaginación, por favor, no me hagas despertar.
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