Hertogenbosch
Como el milagro de Hertogenbosch, tu pequeña mano agarrada a la mía es un milagro: Te quiero tanto que parece que perdí el miedo de golpe. Es la magia del verde, ese que te gusta tanto que me ponga. Quizá amarnos sea un milagro: Me abrazaste en mi hora más oscura y me hiciste el amor como no sabía que era posible: Un sexo que parecía prohibido por el lugar y por las sábanas. Y es que es ahí donde aparecen los milagros: En lugares y momentos en apariencia prohibidos, tu pequeña mesando mis cabellos, volviéndome loco, tanto como para que acabes tomando jengibre pronto.
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