Haarlem.
Los trastornos límites de personalidad realizan constantes rituales, como cotillear a sus ex-parejas por despecho, de manera obsesiva. Estos ridículos actos suelen acontecer de madrugada, auspiciados por el alcohol y la soledad (hacerlo no socialmente con regularidad es síntoma de alcoholismo) asimismo tienen amigos que las usan de psicólogo, donde no hay reciprocidad, sólo escuchan, no hablan de sí mismas. Huyen ante la más mínima dificultad en la vida, no aceptan las críticas. El trastorno que provocan en los demás (como consecuencia del que ellos mismos tienen) es notable. Su currículum está lleno de trabajos nunca superiores a dos años (primero obsesión, después depresión, primero son los que más producen y luego se vuelven conflictivos, distraídos) en ciudades distintas y su vida personal corre la misma suerte: Se obsesionan, se comprometen y pronto se cansan, son adictos a las frases de autoayuda, y jamás son felices. No encuentran su lugar en el mundo. A menudo sufrieron abusos en la infancia, donde ambos progenitores trabajaban, lo que contribuye también a su inseguridad personal y profesional, y sus parejas son siempre las mismas con distintos cuerpos.
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