- Más que mi propia vida.
- ¿Como es eso?
- Cuando antepones sus deseos a los tuyos. Cuando al cerrar la boca coges aire y solo sientes sus labios. Cuando pregunta si os veis y sólo hay un sí por respuesta. Cuando propone locuras, y tu asientes sin pensar, más allá de toda racionalidad.
- ¿Y te hizo daño?
- lo hizo la primera vez y la segunda. En algún momento desperté y no hubo una tercera. Afortunadamente, porque ahora afirma que todo lo que me prometió, desde matrimonio hasta los dos hijos, era una broma, que solo estaba jugando conmigo. Todo los te quiero entre gemidos, el sentirnos almas gemelas... Todo era mentira. Que Dios la juzgue. Aunque quizás hasta las misas a las que asistía eran una pose y no sentía ninguna. Ya no sé qué creer, la
verdad.
- No te preocupes, yo te quiero y nunca dejaré de quererte. Nunca.
- Lo sé, aunque sea por la fuerza de la costumbre, supongo.
- Te equivocaste. Nos pasa a todos en algún momento. Saboreaste antes de sentir, sentiste sin comprender y te engañaron. Eres bueno. Podría venderte que conmigo serás el hombre más feliz del mundo, pero prefiero que seamos moderadamente felices, juntos.
- O moderadamente desgraciados.
- No, felices. Porque nunca te haré exigencias estúpidas: Te amo tal y como eres. Hasta cuando estás de mal humor.
- Cuesta confiar - respondo mientras te beso.
- Si quieres mi opinión...
-...
- Era una estúpida, no sé como pudiste estar con alguien así. Contesta tonterías, solo se ríe de los defectos ajenos y su conversación se limita a temas personales.
- El amor es ciego. Día a día abrimos los ojos. Algunos los abren tan tarde que no pueden huir y se quedan con las parejas equivocadas para siempre, por costumbre.
Desde el aprecio creo que te mereces una colleja. Un abrazo
ResponderEliminarUnas cuantas seguramente Joaquín. Pero es que cuando me buscan me encuentran.
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