"Tres heridas
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor" (Miguel Hernandez)
Ignoro tus llamadas porque tengo la fuerza necesaria para sobrevivirte. Para sobrevivir tus mentiras, tu miedo a vivir, tu dependencia. ¿Sabes? Las campanadas de llamada a funeral son lentas, tristes, oscuras. Pero las llamadas para celebraciones de vida son rápidas, como el latido del primer amor. Jamás me he arrepentido de amar, y al terminar, he sentido un descanso mental y físico inexplicable. Sólo la ausencia de belleza ha producido campanadas lentas en mi corazón. Así que aléjate de mi, si no me amas con locura. Yo no soy la causa de tus desgracias, lo eres tú sola con tus acciones. Si te haces heridas en el corazón, que te las curen tus substitutos de amor. Yo no soy segundo plato de nadie. Afortunadamente, la edad suele acabar con las personas malas antes, pues la naturaleza en su sabiduría decide quien no merece vivir, y así va eliminando las personas-deshecho, esas que, por pura existencia, molestan. Mi amor y pasión por la vida me dan la fuerza para respirar por encima de ellos, apenas percibo su olor. Enterrado tu recuerdo, es fácil seguir viviendo. Decías que no sabía ver el gris entre las líneas, pero si hay algo que se distinguir muy bien son las gamas entre el blanco y el negro. Tu eres una persona gris, así que por favor no me eches la culpa de nada. Adoro la libertad y la vida, dos conceptos que tu jamás entenderás, encerrada en tu propio mundo, dependiente de personas a las que crees importar, y que sólo te utilizan. Una vez lo dijiste, envuelta en una pesadilla nocturna, después de hacer una lista de la compra entre parpadeos rápidos. Dijiste que la única persona que de verdad te amaba sin pedir nada a cambio era yo. Y en ese momento, era verdad. Pero no soy como tu crees, así que mejor bórrame de tu Samsung de pija de extrarradio, destructora de sueños, vete a destruir otro de tus muñecos de amplia colección. Vete a despertar sentimientos con tus pecas, peca despertando sentimientos. Liberal para lo que quieres, conservadora para lo que te interesa, pronunciaste tantos te quiero que, a la fuerza, tenían que ser mentira.
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