Me intentaste cortar las alas, a mi, soñador profesional. Y claro, no te funcionó. ¿Acaso no resultaba una ambigüedad que pronunciaras palabras de amor y que coartaras mi libertad? Por supuesto que sí, porque no era amor sino egoísmo, intentar transformar unas costumbres y un carácter forjado a lo largo de años de felicidad en tu ausencia. Un buen día, recordé aquel burro atado en una cueva de Petra. Dicen que cuando llegas a Oriente Medio descubres muchas cosas en muy poco tiempo. Aquel animal llevaba sin queja alguna decenas de turistas bajo el sol del desierto. Yo no monté, sólo lo acaricié y le hablé en voz baja. Me entró una tremenda congoja por su triste existencia, esos temblores que parecen acariciar el corazón sin saber porqué. Condenado a llevar una carga no elegida durante todos los días de su existencia. Las heridas por ti causadas, tu enorme crueldad, de la que tu mente no parecía ser consciente, se convertían de igual manera en una losa sobre mis hombros. Y para curármelas, por falta de material, tuve que quitarme la venda de los ojos. Soñador, te creía el amor de mi vida, y ahora sólo eres un mal recuerdo, un tachón en el diario de mi vida. Tendrás que buscar a otro al que meter en una cueva y dejarlo allí atado, listo para cuando quieras jugar con él. Eso son tus conquistas, hasta descubren tu locura y logran escaparse, galopando por la libertad del desierto, camino de una muerte segura. Afortunadamente cuando todo acabó, no nos rodeaba un peligroso desierto y alguien me transplantó los órganos que destruiste. Volví a ser yo. Reconocí en mi, de nuevo, mis virtudes y mis defectos y me alegré como nunca de estar vivo. El amor, ese productor de felicidad a intervalos, tiene demasiada fuerza para aquellas personas que tratamos de razonar cada segundo de nuestra existencia. Ah no, que yo soy un soñador. Olvida lo que dije. Para mí el amor tiene la fuerza perfecta, pues soy pasión, y la pasión no se puede atar ni ocultar en una cueva para el diverti-miento de nadie.
Relatos de ficción "Captar en lo que se ha escrito es síntoma de lo que se ha callado" (Nietzsche)
sábado, 16 de abril de 2016
Cueva de amor, o de tristeza, que no es lo mismo
Me intentaste cortar las alas, a mi, soñador profesional. Y claro, no te funcionó. ¿Acaso no resultaba una ambigüedad que pronunciaras palabras de amor y que coartaras mi libertad? Por supuesto que sí, porque no era amor sino egoísmo, intentar transformar unas costumbres y un carácter forjado a lo largo de años de felicidad en tu ausencia. Un buen día, recordé aquel burro atado en una cueva de Petra. Dicen que cuando llegas a Oriente Medio descubres muchas cosas en muy poco tiempo. Aquel animal llevaba sin queja alguna decenas de turistas bajo el sol del desierto. Yo no monté, sólo lo acaricié y le hablé en voz baja. Me entró una tremenda congoja por su triste existencia, esos temblores que parecen acariciar el corazón sin saber porqué. Condenado a llevar una carga no elegida durante todos los días de su existencia. Las heridas por ti causadas, tu enorme crueldad, de la que tu mente no parecía ser consciente, se convertían de igual manera en una losa sobre mis hombros. Y para curármelas, por falta de material, tuve que quitarme la venda de los ojos. Soñador, te creía el amor de mi vida, y ahora sólo eres un mal recuerdo, un tachón en el diario de mi vida. Tendrás que buscar a otro al que meter en una cueva y dejarlo allí atado, listo para cuando quieras jugar con él. Eso son tus conquistas, hasta descubren tu locura y logran escaparse, galopando por la libertad del desierto, camino de una muerte segura. Afortunadamente cuando todo acabó, no nos rodeaba un peligroso desierto y alguien me transplantó los órganos que destruiste. Volví a ser yo. Reconocí en mi, de nuevo, mis virtudes y mis defectos y me alegré como nunca de estar vivo. El amor, ese productor de felicidad a intervalos, tiene demasiada fuerza para aquellas personas que tratamos de razonar cada segundo de nuestra existencia. Ah no, que yo soy un soñador. Olvida lo que dije. Para mí el amor tiene la fuerza perfecta, pues soy pasión, y la pasión no se puede atar ni ocultar en una cueva para el diverti-miento de nadie.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario