No me mires con cara de incrédula. Me apetece volver. Volver a amar. Evidentemente no a tí, marioneta de padres, hermanas y amigos. Me apetece amar a una mujer libre, que disfrute de los orgasmos que yo le dé. Me apetece volver a darle placer a una mujer. Sentír su temblor, oir su deseo. Salir con el coche de madrugada y aparecer en una playa al amanecer. En mi playa, la de mi juventud. Contarle las anécdotas de cuando la máxima preocupación de nuestras mentes era construir un castillo. Que yo le haga disfrutar tanto que durante unos días yo sea su mundo y ella sea el mío. Que seamos la definición de amor del diccionario y que el mundo entero nos envidie por ello. Que demos vergüenza ajena. Todo eso me apetece y es gracias a tí. No quiero paellas familiares de domingo, no quiero oír llamadas de suegros autoritarios que por su edad y por el bien de la humanidad deberían de estar muertos. Quiero estar con una mujer que ame como amo yo la vida, incondicionalmente, bailando al atardecer en un Puerto mirando al infinito, usar la cama para todo menos para dormir, que esté loca, pero loca por mí. Que no me mande un mensaje preguntándome donde estoy, sino cuando vienes. Que no pronuncie "casa de mis padres" en domingo, sino "Hacer el amor y Vermú". Que se deje hacer un par de hijos y desee vivir a mi lado. O ninguno y lo mismo. Amanecer juntos día tras día, cópula tras cópula, hasta que nos cansemos del roce de nuestra piel. Que sueñe de día y de noche conmigo, con nosotros. Y si soy un iluso, y si por ello estoy loco, prefiero no estar cuerdo. No pido compromisos ni permanencia, no soy un proveedor sino de besos y abrazos, de amor de primera calidad, de placer infinito. Quiero alguien que personalice a su gusto, pero que luego no cambie de tarifa. Y si decide cambiar de proveedor, me permita hacerle ofertas infinitas de pasión, lujuria infinita gratis, hasta que gimiendo, apasionada me espete "haz conmigo lo que quieras" y se quede abrazada a mi. Quizás para siempre. Una mujer libre que tome las decisiones por sí misma, sólo por si misma. Y sentir, sentir, sentir hasta que las sensaciones se distorsionen. Una obra de teatro con sólo dos protagonistas, sin actores secundarios y con final feliz.
Relatos de ficción "Captar en lo que se ha escrito es síntoma de lo que se ha callado" (Nietzsche)
martes, 29 de marzo de 2016
Volver a amar, en playas desiertas, en camas infinitas
No me mires con cara de incrédula. Me apetece volver. Volver a amar. Evidentemente no a tí, marioneta de padres, hermanas y amigos. Me apetece amar a una mujer libre, que disfrute de los orgasmos que yo le dé. Me apetece volver a darle placer a una mujer. Sentír su temblor, oir su deseo. Salir con el coche de madrugada y aparecer en una playa al amanecer. En mi playa, la de mi juventud. Contarle las anécdotas de cuando la máxima preocupación de nuestras mentes era construir un castillo. Que yo le haga disfrutar tanto que durante unos días yo sea su mundo y ella sea el mío. Que seamos la definición de amor del diccionario y que el mundo entero nos envidie por ello. Que demos vergüenza ajena. Todo eso me apetece y es gracias a tí. No quiero paellas familiares de domingo, no quiero oír llamadas de suegros autoritarios que por su edad y por el bien de la humanidad deberían de estar muertos. Quiero estar con una mujer que ame como amo yo la vida, incondicionalmente, bailando al atardecer en un Puerto mirando al infinito, usar la cama para todo menos para dormir, que esté loca, pero loca por mí. Que no me mande un mensaje preguntándome donde estoy, sino cuando vienes. Que no pronuncie "casa de mis padres" en domingo, sino "Hacer el amor y Vermú". Que se deje hacer un par de hijos y desee vivir a mi lado. O ninguno y lo mismo. Amanecer juntos día tras día, cópula tras cópula, hasta que nos cansemos del roce de nuestra piel. Que sueñe de día y de noche conmigo, con nosotros. Y si soy un iluso, y si por ello estoy loco, prefiero no estar cuerdo. No pido compromisos ni permanencia, no soy un proveedor sino de besos y abrazos, de amor de primera calidad, de placer infinito. Quiero alguien que personalice a su gusto, pero que luego no cambie de tarifa. Y si decide cambiar de proveedor, me permita hacerle ofertas infinitas de pasión, lujuria infinita gratis, hasta que gimiendo, apasionada me espete "haz conmigo lo que quieras" y se quede abrazada a mi. Quizás para siempre. Una mujer libre que tome las decisiones por sí misma, sólo por si misma. Y sentir, sentir, sentir hasta que las sensaciones se distorsionen. Una obra de teatro con sólo dos protagonistas, sin actores secundarios y con final feliz.
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