lunes, 28 de marzo de 2016

El amor de las Cátaras




Muret - Toulouse. Año de nuestro señor 1213

Como bien sabeís, soy un señor feudal que he jurado lealtad a la corona de Aragón. Por alguna extraña razón, el Rey Pedro II se vió envuelto en este enfrentamiento contra los cruzados franceses. Mi señor ignoraba que yo mismo fui cruzado y luché en Tierra Santa, pero que, tras la decisión del Papa Inocencio III de aniquilar a los cátaros y confiscar sus tierras, cambié de bando, y que hubiera luchado probablemente contra el y los condados franceses si hubiera sido menester. Bien sabe Dios que he elegido el bando perdedor, pero eso poco importa ya. Jaime, El hijo del Rey de Aragón ha sido secuestrado ¡Por orden del Papa! Estando bajo custodia del victorioso Simon de Montfort y esta cruzada, ciudad tras ciudad, está siendo una masacre. ¿De Donde sacaron la caballería de carga? ¡Los teníamos sitiados, por el amor de Dios, y perdimos un centenar de hombres! Yo mismo entregué el cuerpo sin vida del Rey a los caballeros hospitalarios de Tolosa. Ahora debo de partir al castillo de Quéribus. Allí está mi amada junto con el resto de supervivientes. Si no cambian pronto de escondite, acabaran en los tribunales por herejes. La iglesia no soporta la libertad de las mujeres cátaras, que no esconden sus deseos carnales. Yo mismo me he enamorado de una mujer cátara. De hecho, fuí por ella seducido y entre copas de vino me enseñó su cuerpo y sus creencias. He de decir, amigo mío, que jamás gocé de igual manera. y que, no se si su cristianismo será más puro o no, pero sí se que saben ser felices con muy poco, y quizás sea por el fuerte enamoramiento -que me hace recordar su rostro una y otra vez- pero mi vida es más feliz. Ella es mi causa, mi amor que defender. ¿Comprendeís mi angustia? ¿Mi sufrimiento, por vivir en un mundo tan cruel, donde la vida de las personas están en manos de seres sádicos como Simon de Montfort? El sería capaz de cualquier cosa por un condado, no respeta ningún acuerdo. Occitanía ha dejado de ser ese lugar maravilloso que fue, ahora sus tierras están manchadas de sangre. Pero si es necesario, entregaré la mía para defenderlas. ¡Por San Jorge y Aragón!

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