miércoles, 23 de marzo de 2016

Amarte es difícil con terceras personas


"-¿Noé por qué has metido a tu suegra en el arca? 
- Me dijo un animal de cada especie señor
- La broma va a salir cara, pero eres un grande"



La mayoría de la gente ignora que el matasuegras debe su nombre a un hecho real. Dicho artefacto se inventó como arma por parte de un militar ruso: Al soplar por el tubito, se disparaba un 
pequeño dardo con curare. Feliz con su invento, el militar llevó a su casa algunos matasuegras para uso personal, sin el dardo mortal, por puro divertimento, y en el transcurso de una fiesta con la familia, es fácil imaginar lo que pasó: Se había equivocado al seleccionarlos, y su suegra cayó fulminada. A lo largo de la historia, las suegras han sido siempre más odiadas que veneradas, sobre todo en los países del sur de Europa. En mi experiencia personal, he visto de todo, desde suegras encantadoras que no se preocupaban en absoluto con quien salía su hija, apreciando mi manera de ser -O al menos aparentándolo- hasta verdaderas brujas con tal maldad y negatividad que casi con total seguridad usaban escoba para transportarse. Básicamente, como en economía, existen las políticas no intervencionistas y las intervencionistas. Estas últimas son las más desagradables, pero no por ello menos divertidas: Mujeres verdaderamente enfermas, que piden a sus hijas que le cuenten hasta sus movimientos de alcoba. Salí una vez con una chica que se negaba a darme un beso delante de sus padres, pero cada vez que se despedía de su madre le daba un beso en los labios (cumplida la treintena). Un complejo de Elettra invertido (y divertido, una vez terminada la relación) que no dejaba de asombrarme. Un día llegué a su casa, me pusieron un café y, mientras leía el periódico, comenzaron a discutir entre ellas: Tenían un catálogo de bodas y estaban discutiendo donde teníamos que irnos de Luna de Miel. Cual fue mi asombro al levantar la vista y descubrir que la fecha de boda ya estaba fijada, la tenían apuntada en un papelito. Al mirar la agencia -conocida por sus altos precios- le dije que yo no viajaría con dicha agencia, que me parecía muy cara. La madre me miró con una cara de odio, como si hubiera nombrado al anticristo y dijo "Mi hija irá con la mejor agencia". Asentí con la cabeza, y, en vez de replicar fuí a la habitación, recogí mis cosas y salí por la puerta de atrás, al principio despacito, sin hacer ruido, y luego corriendo hasta quedarme sin aliento, como si en ello me fuera la vida. No se percataron mi ausencia hasta que estaba montado en un tren camino de mi casa, media hora después, y no los volví a ver. Básicamente informé a la chica que, a no ser que muriera su madre, lo nuestro no tenía sentido ni ella sería libre nunca. Difícil. La bruja en cuestión no había cumplido los sesenta años. Mala suerte. Otra tenía una relación absolutamente pueril con los padres, y un buen día, cuando iba a mudarme con ella, tras muchos meses de relación, decidió que era demasiado pronto y que se estaba agobiando, pese a que lo habíamos hablado mil y una veces, y me lo había prometido -tanto es así, que yo iba a devolver mi piso-  Luego descubrí que había sido su familia -y su madre en concreto- la que se oponía a dicha decisión, pues ya no podrían usarla con tanta facilidad: La madre, como entretenimiento, pues nada hacía, y las hermanas como canguro gratis de sus sobrinos. Se les acababa el negocio, y no lo podían permitir. La madre era un ser sociopático, de extremada y continua negatividad, que apenas comía, que no miraba a la cara. El susto definitivo me lo dió cuando bostecé delante de ella, pues ella no se contagió del bostezo. Es un gesto primario, la empatía,  que se utiliza por la policía para identificar a psicópatas. De que servía todo lo que yo había hecho por su hija, que practicamente había vivido a mi costa durante cuatro meses (siempre iba a mi casa, nunca a la suya). No hay nada que pueda con la maldad de una suegra vieja y egoista. No se crean que todas las suegras que he soportado han sido negativas. Había una que decía que ella era "Mama 2" para mí, y que, cuando lo dejé con su hija, la echó la bronca de su vida mientras hablaba conmigo por teléfono. Y eso que la había dejado yo porque me había cansado de hacer el amor con la misma mujer -como nos pasa a casi todos los hombres- y ella no quería avanzar a la siguiente fase de la relación: Nos habíamos quedado en la parte física, que según los psicólogos tiene una duración máxima de dieciocho meses. Me sigue llamando para mi cumpleaños y a veces incluso por navidad. Supongo que es como todo en la vida: O se pasan, o no llegan. Pero como Hacienda, cuanto más lejos, mejor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario