jueves, 31 de marzo de 2016

Refugiándome del amor





Llevo días refugiado en mi mismo, en la felicidad generada por mi soledad y que durará lo que la batería de un móvil sin enchufar. Cada segundo de felicidad es como si encendiera la pantalla. Sonrío, pero pronto la batería se apagará. Pronto dejaré de existir para el mundo. Primero, me apagaré poco a poco. La felicidad dará paso a los tormentos. Después, agotaré las lágrimas en mi interior. Escucharé una melodía triste. La ausencia de sol me ayudará en los lamentos. Atravesaré desiertos infinitos con la mente, con la congoja del que busca y sabe que no va a encontrar. Y amaré, amaré con toda mi alma, hasta que mi corazón primero acelere y luego pare en seco, como aquella vez que me levanté demasiado rápido y me tuve que tumbar en el suelo. Aquella vez vi pasar por delante mi corta existencia. Y que me explicaran que era algo natural no me convenció. Aquel día morí un poco. El vacío en el estómago, las recuerdos en mi mente. No creo en el más allá. Aquello lo ví, lo viví, lo sentí. Como el amor. Sí creo que todos los amantes mienten, fingen, engañan, aunque sea en pequeñas dosis. La mujer más bella que jamás amé, y a la vez mi historia de amor más breve, fue una mentira desde el primer minuto. La cena, que ella encontró exquisita: El Salmón con espárragos trigueros. El vino de aguja. Su coqueteo conmigo durante días, y yo con un salón perfecto que creaba una atmósfera maravillosa para enamorar. La llevé a mi cama entre abrazos, besos y ropa por el suelo. Me entretuve el tiempo justo con en las artes amatorias. Y al salir un instante de la habitación, ella llamó a su novio. Tuve que recogerme el pecho con la mano del dolor que sentí en el corazón. Ella me dijo que suponía que no me iba a importar. Que como una chica como ella no iba a tener novio. Que además estaban esperando. (Y mientras, se divertían con los demás, pensé yo). Asentí serio, sin decir palabra y le indiqué donde estaba la puerta. Me quedé como la Estatua de Colón indicando el horizonte, tal y como vine al mundo, y con el condón usado enrollado en una mano. La pose resultaba cómica y ella empezó a reir, y luego a protestar mientras recogía su ropa. Que si era muy tarde, que si yo era un gilipollas que vivía en los mundos de Yupi. ¡Pero qué coño! (enorme). Me había destrozado y me quería morir. Se fue diciendo que no la volviera a hablar en la vida. Volvió a llamarme gilipollas y desapareció en la noche. A partir de entonces, intentaba adivinar las reglas del juego desde el principio para no llevarme desengaños. Pero las reglas son que no hay reglas. Aunque se esculpieran en piedra no servirían de nada. Basta de tanta angustia. Me bajo en esta estación y no volveréis a verme el pelo. 

martes, 29 de marzo de 2016

Volver a amar, en playas desiertas, en camas infinitas


No me mires con cara de incrédula. Me apetece volver. Volver a amar. Evidentemente no a tí, marioneta de padres, hermanas y amigos. Me apetece amar a una mujer libre, que disfrute de los orgasmos que yo le dé. Me apetece volver a darle placer a una mujer. Sentír su temblor, oir su deseo. Salir con el coche de madrugada y aparecer en una playa al amanecer. En mi playa, la de mi juventud. Contarle las anécdotas de cuando la máxima preocupación de nuestras mentes era construir un castillo. Que yo le haga disfrutar tanto que durante unos días yo sea su mundo y ella sea el mío. Que seamos la definición de amor del diccionario y que el mundo entero nos envidie por ello. Que demos vergüenza ajena. Todo eso me apetece y es gracias a tí. No quiero paellas familiares de domingo, no quiero oír llamadas de suegros autoritarios que por su edad y por el bien de la humanidad deberían de estar muertos. Quiero estar con una mujer que ame como amo yo la vida,  incondicionalmente, bailando al atardecer en un Puerto mirando al infinito, usar la cama para todo menos para dormir, que esté loca, pero loca por mí. Que no me mande un mensaje preguntándome donde estoy, sino cuando vienes. Que no pronuncie "casa de mis padres" en domingo, sino "Hacer el amor y Vermú". Que se deje hacer un par de hijos y desee vivir a mi lado. O ninguno y lo mismo. Amanecer juntos día tras día, cópula tras cópula, hasta que nos cansemos del roce de nuestra piel. Que sueñe de día y de noche conmigo, con nosotros. Y si soy un iluso, y si por ello estoy loco, prefiero no estar cuerdo. No pido compromisos ni permanencia, no soy un proveedor sino de besos y abrazos, de amor de primera calidad, de placer infinito. Quiero alguien que personalice a su gusto, pero que luego no cambie de tarifa. Y si decide cambiar de proveedor, me permita hacerle ofertas infinitas de pasión, lujuria infinita gratis, hasta que gimiendo, apasionada me espete "haz conmigo lo que quieras" y se quede abrazada a mi. Quizás para siempre. Una mujer libre que tome las decisiones por sí misma, sólo por si misma. Y sentir, sentir, sentir hasta que las sensaciones se distorsionen. Una obra de teatro con sólo dos protagonistas, sin actores secundarios y con final feliz. 

lunes, 28 de marzo de 2016

El amor de las Cátaras




Muret - Toulouse. Año de nuestro señor 1213

Como bien sabeís, soy un señor feudal que he jurado lealtad a la corona de Aragón. Por alguna extraña razón, el Rey Pedro II se vió envuelto en este enfrentamiento contra los cruzados franceses. Mi señor ignoraba que yo mismo fui cruzado y luché en Tierra Santa, pero que, tras la decisión del Papa Inocencio III de aniquilar a los cátaros y confiscar sus tierras, cambié de bando, y que hubiera luchado probablemente contra el y los condados franceses si hubiera sido menester. Bien sabe Dios que he elegido el bando perdedor, pero eso poco importa ya. Jaime, El hijo del Rey de Aragón ha sido secuestrado ¡Por orden del Papa! Estando bajo custodia del victorioso Simon de Montfort y esta cruzada, ciudad tras ciudad, está siendo una masacre. ¿De Donde sacaron la caballería de carga? ¡Los teníamos sitiados, por el amor de Dios, y perdimos un centenar de hombres! Yo mismo entregué el cuerpo sin vida del Rey a los caballeros hospitalarios de Tolosa. Ahora debo de partir al castillo de Quéribus. Allí está mi amada junto con el resto de supervivientes. Si no cambian pronto de escondite, acabaran en los tribunales por herejes. La iglesia no soporta la libertad de las mujeres cátaras, que no esconden sus deseos carnales. Yo mismo me he enamorado de una mujer cátara. De hecho, fuí por ella seducido y entre copas de vino me enseñó su cuerpo y sus creencias. He de decir, amigo mío, que jamás gocé de igual manera. y que, no se si su cristianismo será más puro o no, pero sí se que saben ser felices con muy poco, y quizás sea por el fuerte enamoramiento -que me hace recordar su rostro una y otra vez- pero mi vida es más feliz. Ella es mi causa, mi amor que defender. ¿Comprendeís mi angustia? ¿Mi sufrimiento, por vivir en un mundo tan cruel, donde la vida de las personas están en manos de seres sádicos como Simon de Montfort? El sería capaz de cualquier cosa por un condado, no respeta ningún acuerdo. Occitanía ha dejado de ser ese lugar maravilloso que fue, ahora sus tierras están manchadas de sangre. Pero si es necesario, entregaré la mía para defenderlas. ¡Por San Jorge y Aragón!

Junta tus piernas con las mías






Fue el invierno más duro por mí conocido. "Junta tus piernas con las mías, así" decía. Ella, de poderosos muslos, parecía ser experta en el Tetris de piernas en las barras del bar. Me miraba abriendo los ojos cada vez que asentía o pretendía argumentar su conversación, bastante plana, que se limitaba a viajes cortos y a personas conocidas. Cinco años mayor que yo,  dominaba en conversación vacía, se creía superior a mi en casi todo y resultaba en extremo pretenciosa, pero era hermosa y la belleza, como decía Cicerón, perdona bastantes cosas. Fue el invierno más duro por mí conocido, sobre todo por el tiempo que pasábamos en el exterior, paseando como si estuviésemos en primavera. Una noche en la plaza de los delfines me presentó a una de sus mejores amigas. Cenamos los cuatro -el novio de su amiga se incorporó poco después, haciéndose el interesante- y de repente ella soltó que era virgen, y que pretendía serlo hasta que se casara con el que tenía a su derecha. Miro al tipejo engominado y el la cogió fuerte y visiblemente la mano en señal de apoyo. El bellezón y yo sonreímos y nos miramos sabedores de las cosas que habíamos hecho. Evidentemente, yo no me creía que aquella mujer con cuerpo de escándalo y sonrisa perfecta no hubiera hecho nada, más que nada porque había descubierto que -al menos durante la juventud- El físico toma las decisiones. La mujer que decía tales cosas es que no había encontrado a un hombre cuya atracción le hiciera perder la cabeza y mandar la falsa moralidad al cajón rancio de la existencia. que es donde tiene que estar. Pasaron los meses y el bellezón me dejó por ser, textualmente, "demasiado bueno con ella". Fue el invierno más duro por mí conocido: Entristecí, pues pensé que nunca iba a estar con una mujer tan bella. Mi padre me lo decía siempre: "Comes con los ojos, hijo". Y era verdad. La primera vez que me lo dijo tenía cinco o seis años y mi cara pegada al cristal de la Mallorquina en una Puerta del Sol con nieve. Al otro lado estaba lo que representa la felicidad a esas edades: los bollos de chocolate, las palmeras, las tartas cortadas en perfecta forma rectangular. Cuando crecemos, el hambre toma caminos distintos, pero nosotros seguimos deseando lo más dulce. Tras la ruptura el bellezón le dió mi teléfono a su amiga para que ella me devolviera algunos objetos acumulados por el amor. Quedamos a tomar café en el ABC. Sonrió al entregarme fotos rodeado de juguetes y con los ojos azules. Intentó consolarme. Trató de desviar la atención de mis penas contándome su vida, de viajes continuos por distintos países y, palabra a palabra nos reunimos entorno a nuestras desdichadas infancias. Yo mientras perdía la vista entre sus muslos, la firmeza de su relato y lo buena que estaba en general. Me cogió de la mano, acarició mi cara previa a las lágrimas. Se levantó y me abrazó. Y sería la energía, mezclada con su perfume, o confundido por él y por sus abundantes pechos lo que provocó que le diera unos cuantos besos seguidos en las mejillas, con igual respuesta. Finalmente decidió que me llevaba a casa en su pequeño monovolumen. Y al aparcar el coche ella me miró. Volvimos al centro, junté las piernas con las suyas durante horas, desayunamos en el mejor hotel de la ciudad y ella no llegó virgen al matrimonio, pues otra cosa que aprendí de las mujeres es que lo que para una es un chico normalito, para otra puede ser un bellezón. 

Y llegó la primavera. 

viernes, 25 de marzo de 2016

Amor y huida de la Encomienda de Jerez-Ventoso



Pertenezco a la encomienda de Jerez-Ventoso. Soy un soldado pobre de cristo. Recorrí medio mundo conocido hasta llegar hasta aquí. Desde el estrecho de Mesina hasta Haifa, y desde allí, a San Juan de Acre. He luchado en mil y una batallas, pero todas han sido por amor. Tengo el adiestramiento y el dominio de la espada, pero apenas he entrado en combate. Hablan muchas cosas de estas tierras. Dicen que es el paraiso en la tierra. Si así fuera, no se hubieran perdido tantas almas en combate. También dicen que Dios está más con los Sarracenos que con nosotros, que incluso tienen el apoyo del imperio bizantino. Sólo sé que nunca me he sentido más fuerte en mi vida. Mi esposa murió por sobreparto. Su partida no me produjo dolor alguno, pues el amor de mi corazón, caprichoso, se hallaba depositado en otra mujer. Curiosa coincidencia en el tiempo, la desgracia de mi esposa y la decisión de mi amante de dejar de vernos. Ella era la hija mayor de un criador de caballos lusitanos. Su padre me vendió una bestia poderosa, de cuello y cuartos traseros poderosos, de alto paso al caminar. Un auténtico caballo de guerra, me aseguraba. Yo le respondí que por mucho que en la comarca se criaran los mejores caballos de guerra de la península, pronto entregaríamos nuestras tierras a la Corona de León. Y no me equivoqué. El me respondió que antes entregaría su cuerpo. Tampoco se equivocó. Si su caballo me conquistó por su fuerza y su cuello generoso y curvo, su hija me conquistó con su mirar, con esa intencionalidad de las mujeres que se saben hermosas, con ese pestañeo y ese revolotear y hacer en cinco viajes a las caballerizas lo que le hubiera llevado dos, hasta que su padre le llamó la atención.  Monté y marché, con ese dolor en el pecho que produce el amor recién hecho, como el pan tierno cuando el panadero lo saca del horno. Volví al día siguiente para falsamente quejarme de mi montura, y el vendedor, que no era tonto, se sinceró conmigo. "Hay bellezas que están en venta. Os puedo vender otro caballo si deseaís, pero no todo está en venta, y menos a un hombre casado como vos". En aquel momento me resultó un viejo cantamañanas con tanta verdad en una sola frase, y pese a que quizás tuviera razón, como decía mi anciano padre, "Las casas suelen tener dos puertas. Cuando cerrada encuentres la principal, busca la trasera" Y que razón tenía. Monté de nuevo y me fuí, para volver con la Luna llena. Ella dormía en un pajar junto a las caballerizas, y despertaba de madrugada para dar de comer a los caballos. Sólo la luz de la Luna iluminaba su bello rostro cuando la tomé entre mis brazos. Y Así fueron surgiendo decenas de encuentros, con antorchas o sin ellas, pues la luz a veces confunde los sentidos. Y es que el amor un juego que, o te pasas o no llegas. Si no llegas, sufres por ausencia, si te pasas, cansas tu alma y lo eliminas. Ella se cansó de mi amor, sabedora de que todo aquello tendría fin y de que una vida en común conmigo sería imposible. Y partí, herido de una guerra distinta, hacia Tierra Santa. 

jueves, 24 de marzo de 2016

Labios que no saben besar



Mientras borro de mi mente tus falsas promesas y tus mentiras, siento que toda mi vida más que sentir he saboreado. Al fin y al cabo el amor no es sino una reacción química. Hay gente que siempre repite los mismos sabores hasta que el paladar no los distingue. Yo gusto de ir cambiando. Cada par de labios saben distintos, pese a que algunos no sepan besar, como los tuyos. Es terrible amar a alguien que besa mal. Es terriblemente difícil no aprender a besar, no saber manejar los tiempos, no saber del mordisquito en el labio inferior. Y no es sólo una cuestión de tamaños y formas, ni de pasión. Saber disfrutar sin prisas, como cuando al principio de nuestra existencia comíamos los primeros platos deprisa para luego saborear lentamente el postre. A veces resulta difícil alcanzar el punto intermedio, siendo más fácil dar con la presión y la frecuencia más abajo en el mapa, allá donde ellas enloquecen, y si la autoestima sigue el ritmo, antes empiezan los movimientos involuntarios, antes la pasión hace que besen sin mesura, como si en ello les fuera la vida. Hacerlo en exceso no parece importar, pues son instantes confusos, donde se confunde el amor con la pasión y donde se pronuncian las mayores mentiras. Pero por eso somos humanos, supongo. Quien no se haya equivocado nunca amando, no ha vivido, sino no sería este un hecho universal, sin el amor y el desamor no tendría sentido vivir. Quizás, la clave esté en el amanecer. Al alba, recogen sus pertenencias desperdigadas por la habitación, dan un último beso, con los zapatos en la mano y cierran la puerta con mucho cuidado de no despertar a los vecinos. El último acto de madrugada queda ya atrás. O puede que antes de salir, y con la ropa ya puesta, permita algo rápido. Pero al igual que comer rápido, ni llena ni sienta bien. Hay que saborear despacio, sino es un bocado perdido, un instante perdido, y la vida es demasiado hermosa y corta como para perder momentos de placer. 

miércoles, 23 de marzo de 2016

Amarte es difícil con terceras personas


"-¿Noé por qué has metido a tu suegra en el arca? 
- Me dijo un animal de cada especie señor
- La broma va a salir cara, pero eres un grande"



La mayoría de la gente ignora que el matasuegras debe su nombre a un hecho real. Dicho artefacto se inventó como arma por parte de un militar ruso: Al soplar por el tubito, se disparaba un 
pequeño dardo con curare. Feliz con su invento, el militar llevó a su casa algunos matasuegras para uso personal, sin el dardo mortal, por puro divertimento, y en el transcurso de una fiesta con la familia, es fácil imaginar lo que pasó: Se había equivocado al seleccionarlos, y su suegra cayó fulminada. A lo largo de la historia, las suegras han sido siempre más odiadas que veneradas, sobre todo en los países del sur de Europa. En mi experiencia personal, he visto de todo, desde suegras encantadoras que no se preocupaban en absoluto con quien salía su hija, apreciando mi manera de ser -O al menos aparentándolo- hasta verdaderas brujas con tal maldad y negatividad que casi con total seguridad usaban escoba para transportarse. Básicamente, como en economía, existen las políticas no intervencionistas y las intervencionistas. Estas últimas son las más desagradables, pero no por ello menos divertidas: Mujeres verdaderamente enfermas, que piden a sus hijas que le cuenten hasta sus movimientos de alcoba. Salí una vez con una chica que se negaba a darme un beso delante de sus padres, pero cada vez que se despedía de su madre le daba un beso en los labios (cumplida la treintena). Un complejo de Elettra invertido (y divertido, una vez terminada la relación) que no dejaba de asombrarme. Un día llegué a su casa, me pusieron un café y, mientras leía el periódico, comenzaron a discutir entre ellas: Tenían un catálogo de bodas y estaban discutiendo donde teníamos que irnos de Luna de Miel. Cual fue mi asombro al levantar la vista y descubrir que la fecha de boda ya estaba fijada, la tenían apuntada en un papelito. Al mirar la agencia -conocida por sus altos precios- le dije que yo no viajaría con dicha agencia, que me parecía muy cara. La madre me miró con una cara de odio, como si hubiera nombrado al anticristo y dijo "Mi hija irá con la mejor agencia". Asentí con la cabeza, y, en vez de replicar fuí a la habitación, recogí mis cosas y salí por la puerta de atrás, al principio despacito, sin hacer ruido, y luego corriendo hasta quedarme sin aliento, como si en ello me fuera la vida. No se percataron mi ausencia hasta que estaba montado en un tren camino de mi casa, media hora después, y no los volví a ver. Básicamente informé a la chica que, a no ser que muriera su madre, lo nuestro no tenía sentido ni ella sería libre nunca. Difícil. La bruja en cuestión no había cumplido los sesenta años. Mala suerte. Otra tenía una relación absolutamente pueril con los padres, y un buen día, cuando iba a mudarme con ella, tras muchos meses de relación, decidió que era demasiado pronto y que se estaba agobiando, pese a que lo habíamos hablado mil y una veces, y me lo había prometido -tanto es así, que yo iba a devolver mi piso-  Luego descubrí que había sido su familia -y su madre en concreto- la que se oponía a dicha decisión, pues ya no podrían usarla con tanta facilidad: La madre, como entretenimiento, pues nada hacía, y las hermanas como canguro gratis de sus sobrinos. Se les acababa el negocio, y no lo podían permitir. La madre era un ser sociopático, de extremada y continua negatividad, que apenas comía, que no miraba a la cara. El susto definitivo me lo dió cuando bostecé delante de ella, pues ella no se contagió del bostezo. Es un gesto primario, la empatía,  que se utiliza por la policía para identificar a psicópatas. De que servía todo lo que yo había hecho por su hija, que practicamente había vivido a mi costa durante cuatro meses (siempre iba a mi casa, nunca a la suya). No hay nada que pueda con la maldad de una suegra vieja y egoista. No se crean que todas las suegras que he soportado han sido negativas. Había una que decía que ella era "Mama 2" para mí, y que, cuando lo dejé con su hija, la echó la bronca de su vida mientras hablaba conmigo por teléfono. Y eso que la había dejado yo porque me había cansado de hacer el amor con la misma mujer -como nos pasa a casi todos los hombres- y ella no quería avanzar a la siguiente fase de la relación: Nos habíamos quedado en la parte física, que según los psicólogos tiene una duración máxima de dieciocho meses. Me sigue llamando para mi cumpleaños y a veces incluso por navidad. Supongo que es como todo en la vida: O se pasan, o no llegan. Pero como Hacienda, cuanto más lejos, mejor. 

lunes, 21 de marzo de 2016

Tu no quieres, tu no mereces (II): Un quiero y no puedo


Eres de compromiso difícil, de comida mascada, de tumbarte mientras te hacen la cena. Tienes la piel marcada por tu nocturnidad y tu falta de criterio a la hora de manejar tu paupérrima existencia, mientras suples tu falta de sentido común con la comida de los domingos de tus padres. Eres un quiero y no puedo, viviendo en un barrio de ricos en el que no puedes poner la calefacción por no poder llegar a fin de mes. Eres un quiero y no puedo a todos los niveles, pues verdaderamente no puedes: Quieres ser madre sin sacrificios, esposa sin pagar recibos, licenciada sin aprobar exámenes. Y así llegaste a mí, a exigirme gametos a través de tu falso amor, que como todo en tí, está más allá de tus posibilidades. Luego me acusaste falsamente de querer restringirte amistades. Sólo te analicé gratuitamente -cuando te quejabas de no tener dinero-  que las amistades cuestan, y que tú, simplemente, gustabas de amistades frecuentes y caras, que no te podías permitir, sobre todo por la asiduidad. Celosa de tu intimidad, te lo tomaste por el lado del libertinaje y no por el económico, y Agobiada por la falta de esto último -provocada por tí misma, a pesar de haber vivido alimentariamente a mi costa durante meses- Y con tu silencio como complice, huiste de la realidad, parecías querer joderme la existencia, en el sentido más literal del término, demostrando tu no amor. Me imagino tus mentiras pijas -entre la invención y el victimismo, buscando el mayor dramatismo posible- ¿Que misterio había en tu casa, que escondías allí que no querías que se supiera? Ni lo sé ni lo quiero saber. Probablemente sólo querías ocultar tu propia infelicidad. O que tu familia y tus amigos ejercen tanta influencia en tí que te hacen dudar de tus sentimientos. Quienes destruyen el amor no merecen sino la maldición por siempre, tanto o más que la persona que se deja influenciar. Pero se que la fortuna sonríe a los audaces, no a los tímidos de vocación. A los que aman valientemente, no a los que dicen amar pero incumplen promesas vitales. 

Que Dios te juzgue, si existe. 

sábado, 19 de marzo de 2016

Tu no quieres, tu no mereces



Tu no quieres ser la madre de mis hijos. La única persona que te importa eres tu misma. Tu no quieres una vida en pareja. Tan sólo fantaseas con la idea, pero eres demasiado inmadura para llevarla a cabo: Renunciar a cosas que te divierten por obligaciones que te incomodan. Tu no quieres envejecer. Pero tu piel, por exceso de nocturnidad y rayos de sol te hace parecer diez años más vieja. O quizás sea por la negación de tu forma de ser, centrada en el yo. O por tu asqueroso egoísmo. Tú no quieres ser adulta, sigues comportándote como una cuasiadolescente, haciendo ridículos regalos a personas a las que crees importar, olvidándote de los que si te quieren de verdad, firmando cheques que no se pueden cobrar. Tu no quieres ser adulta, porque eso implica sacrificios de tiempo y de dinero que tu no estás dispuesta a entregar. Delegas tu libertad como si fueras un triste canario en una jaula de oro, que se cree feliz pero es incapaz de volar lejos. Tu no mereces mi amor, pues no te importa ni mi tiempo ni mi dinero, sólo te importa tu propia complaciencia. Tu no mereces mi amor porque no aprecias tu propia fealdad, que debería de hacerte besar el suelo por donde piso.  Y así, amargada, triste, egoísta y vieja castaña despeinada vivirás tu vida: Sola para siempre. Eso lo mereces, sin duda, y espero que si Dios existe, así te castigue. Pues tu maldad es tu egoísmo y tu comodidad, que te irá destruyendo por dentro hasta convertirte en nada. 

domingo, 13 de marzo de 2016

Buscando la Felicidad con tus ojos me encontré



Amada mía, 

Es entre los fríos del invierno, cuando siento que tu ausencia me causa más dolor que las heridas causadas por los enemigos. ¿Recordaís cuando nos encontramos por primera vez, cuando nuestras miradas se cruzaron, lo que sé que sentisteís la primera vez que me visteís? Recordaros es lo que me mantiene con vida. 

Hace tiempo comencé a amaros, y decidí que quiero dedicar mis amaneceres a admirar vuestra sonrisa, a escuchar vuestra no respiración bajo las sábanas, y - a pesar de ser un poco desastre - intentar haceros todo lo feliz posible. Os prometo que si algún día os convertís en la madre de mis hijos los educaré para que de mayores sean felices, les ayudaré con las matemáticas e intentaré enfadarme con ellos cuando sea necesario. Supongo que me costará, pero ningún padre nace aprendido. Desde el comienzo sabeís que nunca he procurado entenderos, tan sólo amaros, que creo es más importante. Y quiero seguir amándoos sin entenderos para que nunca desaparezca el misterio que nos une; Quizás es el idioma, o la forma de ver la vida, lo que nos hizo encajar desde el primer minuto. Prometo intentar poneros buena cara incluso en los días grises, que los habrá, pero es tal mi atontamiento por vuestra persona, tal mi enamoramiento que siento que con vuestra compañía todos los días saldrá el sol. Todo eso si fuerais decente y cumplieraís vuestras promesas. Lamentablemente, vuestra falta de palabra y de lealtad os destruirán. Os condenarán al ostracismo, a la soledad, a la tristeza. Sois un esperpento masculinizado, vuestra fealdad no es sino un reflejo de vuestra alma. Si algún día lograís tener hijos, estos os rechazarán, no por vuestra fealdad, halitosis y falta de sentido común, sino por la putrefacción de vuestra alma, que nada vale. Reconozco que con vuestra falsa bondad me engañasteís, y rezo porque Dios os juzgue como mereceís y que ningún caballero vuelva a caer en vuestros engaños. No se me ocurre peor castigo de Dios que el que dispone para los falsos tímidos de vocación y los falsos bondadosos. Yo como caballero os ignoraré, será Dios el que se encargue de juzgaros. No mereceís ni estar en mi recuerdos. 

viernes, 4 de marzo de 2016

Cruzada del Hielo



Lago Peipus, República de Nóvgorod. Año de nuestro señor 1242

Amada mía, Mucho me temo que el objetivo de cristianizar a los paganos bálticos no será posible. Creíamos que la victoria era nuestra, pero de pronto nos vimos atacados por los flancos, así que espoleamos los caballos en línea recta, donde caímos en su trampa: El hielo no aguantó el peso de nuestras armaduras y se resquebrajó. Cuando ordené retirada, ya era demasiado tarde. El relinchar de los caballos y los gritos de dolor parecieron durar horas. Nunca creí en las victorias fáciles, y el señor diome la razón. El Príncipe Alexandr Nevski tiene una gran formación militar, contaba con la protección de los mongoles y probablemente sus espías le informaron de nuestra presencia hace días, dándole el tiempo necesario para que preparara su estrategia. Primero puso en vanguardia a tropas de leva, soldados modernos equipados con armamento rudimentario. Nos engañó vilmente, provocando el enfrentamiento. Cuando llevábamos media hora de batalla, aparecieron de la nada, como si fueran fantasmas. Logré reconocer a las tropas del Khan con sus ojos rasgados y en línea visual parecían al menos el doble que nosotros. ¿Dije que huimos en línea recta? No, amor mío, huimos de forma caótica, no sabía donde íbamos a volver a reagruparnos. El terreno era completamente desconocido para mí. Era huir o morir, aunque en este caso resultara más bien una prolongación de la agonía, unos instantes más de vida. 

Pero no sufráis, he logrado escapar, y volveré a estar entre vuestros brazos. Los Caballeros Livonios me han dado cobijo en Tartu, y tras informarles de lo sucedido, me han pedido que me quede con ellos hasta que lleguen las tropas danesas de relevo. Al parecer soy el único superviviente. El resto han sido capturados por las tropas del Khan o han muerto congelados. Aquí, amor mío,  pese a ser primavera, hace tanto frío que no podemos ni envainar las espadas, de lo contrario se quedarían congeladas en medio del combate. Echo de menos vuestra presencia, que alegra mís días y mis noches. Vuestras historias de palacio y vuestros sonrojos por mis palabras.