Justo cuando estaba perdido, me enseñaste que lo inesperado está a la vuelta de la esquina. Justo cuando no tenía más sonrisas tu las encontraste. Cuando enfermamos, nuestro cuerpo lanza un ataque coordinado. Tú coordinaste el tiempo y el lugar sin quererlo y me hiciste despertar de mi apatía, atacaste y ganaste. De repente se hizo de noche y no sé en qué momento sucedió, y tus palabras brillaban con luz propia. Volví a sentir la ciudad que amo, los paseos nocturnos y todo volvió a cobrar sentido. Volví a sentirme guapo y dichoso tras unos minutos de conversación. Que fácil es alcanzar la felicidad y que difícil lo hacemos los humanos a veces.
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