jueves, 1 de octubre de 2015

No me leas más, no quiero que me leas



No me leas más, no quiero que me leas. No quiero que leas mis versos al amor, porque ni siquiera mereces leerlos. Deja de leer mis palabras de madrugada. La noche es para dormir y para hacer el amor, y tu sólo sabes de lo primero. Las tres de la mañana no es hora sino de malas noticias.  Deja de despertarte con mis letras. Quisiste hacerme daño causándome calor por fuera mientras me dejabas frío por dentro, pero no lo lograste, y, fracasado tu intento de maldad, me lees como si lo que escribiera fueran epítetos dirigidos a tu persona. No te esfuerces en pedir perdón. Eso sólo está al alcance de las personas nobles, y tu eres más de gases nobles. No me leas más, no me dediques ni un minuto de tu tiempo, no es necesario que recuerdes tus orgasmos fingidos mientras pronunciabas pronombres posesivos y se oían sinfonías oscuras. Mis versos tienen demasiado volumen para que los puedas escuchar, y oídos en susurro resultarían incomprensibles para tu malvada mente. No me leas, no quiero que me leas, aun me quedan vicios por perfeccionar, encontrar todas las razones del mundo en dos letras: Un Tu pero sin tí. Y ¿Sabes? Lo voy a lograr. Voy a lograr todo lo que quiero, porque me quiero, porque la vida es muy corta para acumular ojalás, porque quiero deshechar de mi vida tres cosas: Actitudes que duelen, cosas que confunden y orgullo que distancia. El amor siempre brilla en mi interior, no he de ir en su búsqueda, así que por favor, no me leas más. 

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