Como quien no quiere la cosa y pareciendo que estaba investigando mis orígenes familiares, me hospedé en un Castillo burgalés reconvertido a hotel, mandado construir por unos señores allá por el siglo XV. Penitenciados por el Santo Oficio, pronto decidieron que más valía convertirse al cristianismo, porque, de lo contrario, les iban a cortar algo más que el prepucio. Eso sí, mantuvieron sus privilegios y señorios (eran unos trepas) hasta su supresión en 1811 por Las Cortes de Cádiz, y reproduciéndose (sobre todo, por el nuevo mundo) como si no hubiera un mañana.
Pese a que quizás fuesen unos marranos en el sentido literal (dicese de los judíos conversos que mantenían los ritos de su religión original) no creo que lo fueran en el figurado. Y mucho menos que gustaran de decorar las habitaciones con cuadros de mujeres desnudas, cutres y de mal gusto (la habitación disponía de 3 de estos cuadros, a cada cual más horrendo) Eso y la música de Alborán en la recepción del hotel me hizo pensar que mis "antepasados lejanos" se estarían revolviendo en su tumba.
No me jodan el medievo, coño.
No me jodan el medievo, coño.
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