martes, 6 de junio de 2023

Micaela Dominatrix





Somos lo que vivimos, la vida nos forma en pequeños detalles que emocionan por dentro, que nos moldean como una obra de arte divina. Micaela no iba a ser diferente. Su apartamento ya estaba a dos calles del trabajo. Ahora quería, además, amortizarlo con los clientes. Lo había estudiado en Marketing de la carrera: Se llamaba Cross-Selling. Empezó a darle su número personal a los clientes de la línea erótica. Su jefe, que supervisaba las llamadas se reunió con ella la primera vez y le dijo que por el estupendo, pero que tenía que conseguir que volvieran a llamar. Ella les ponía las reglas bien claras: Nada de toqueteos, nada de besos, nada de cama. Ella mandaba en todo momento, y si se dejaba mandar la tarifa era el doble. Craso error: Ser dominatrix era algo que sus clientes adoraban, y estaban dispuestos a pagar verdaderas barbaridades por sentirse dominados. Siempre era el mismo perfil: Cuarentones en crisis con las madres de sus hijos, que les negaban el alimento básico para el alma, mujeres que consideraban el sexo un trámite para conseguir algo, que no amaban a sus maridos (siempre he pensado que si las mujeres supieran de verdad lo simples de satisfacer que somos los hombres el mundo cambiaría radicalmente) es increíble la cantidad de personas necesitadas de afecto, y más increíble aún las perversiones que le pedían. Pero así Micaela pasó de Embajadores al barrio de Salamanca, a ponerse una agenda a sí misma, a disfrutar de hombres adinerados, a hacer descuento a los guapos y educados sin que ellos se dieran cuenta, y a pagarse la matrícula en el ICADE mientras sus padres pensaban que trabajaba de camarera. Todo en su vida pasó a ser una actuación: desde que se levantaba tarde con su carpeta amarilla y su traje chaqueta de algodón orgánico hasta sus fines de semana desvestida con cuero y juguetes. Dani era su mejor cliente, no el más adinerado, pero sí el más generoso: Pasar de un Seat Ibiza a un Hurtan descapotable fue todo un cambio en su vida, sobre todo porque abrió un deseo añadido de ciertos hombres: Querían verla conducir por las carreteras de la Sierra. Básicamente querían sentirse jóvenes otra vez y ver a las piernas infinitas de Micaela manejar los pedales mientras miraba impasible al frente vestida con sus gafas de Sol gigantes y sus vestido blanco nuclear se estaba convirtiendo en el objeto de deseo de un grupo determinado de hombres con poder y con dinero del barrio. Y el salto de calidad se lo tenía que agredecer a Dani. Lo que estaba claro es que ella jamás hubiera acabado con su vida, pero probablemente sabía quien había sido. 

2 comentarios:

  1. Lo mejor que podría haber hecho Dani, ese Dani, sería irse sin molestar, y más con esa esposa celosa, no de su amor sino de los regalos caros, aun no sé qué le pasó, pero se lo tendría merecido, eso seguro.

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    1. Mi padre me repetía de pequeño que se recoje lo que se siembra. Hace poco descubrí que su madre no era tan buena madre como a mí siempre me pareció, y es que no es lo mismo ver a alguien diez minutos o una tarde a verlo todos los días. Si tu crías a alguien débil, con inseguridades, lo será el resto de su vida, en este caso lo manejarán mujeres. Por eso eso intento siempre el refuerzo positivo en mi hijo, que sepa que siempre va a ser un grande para su padre.

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