miércoles, 28 de junio de 2023

La guardia al revés

Es tarde y Dani me llama: Ha huido una vez más. Necesita un lugar donde pasar la noche, está debajo de mi casa. La lluvia de abril no para de repicar en la ventana con fuerza, pues la lluvia en España cae como su gobierno actua: Pocas veces, pero a lo bestia. Le escucho fatal y me comenta que es porque ella ha arrojado el móvil contra el suelo, le ha amenazado, le ha pegado. Pobre desgraciado. Le abro la puerta y entra tapado con una americana y con un aspecto de haber sufrido la mayor pelea de su vida: Tiene un arañazo con piel abierta en la cara, uno de los ojos con color violáceo y no habla, tartamudea. Primero de todo, buscarle un alojamiento digno, un cuatro estrellas mínimo en una zona apartada pero cercana a un centro comercial, donde tras dejar sus escasas pertenencias compra un móvil nuevo. Cerca de dicho Centro Comercial está el Cuartel de la Guardia Civil. Se nos une el abogado de su no divorcio, para ayudarle a declarar correctamente. Nos abraza, preocupado. La comandante del puesto, una sargento bellísima, toma declaración a Dani que sigue envuelto en su americana vieja con las mangas sueltas, envolviéndole como si fuera un talismán. La sargento grita "¡CABO!" y al cabo de un tiempo, el cabo, mayor que ella, con bigote y tripa de brigada sale con otros dos guardias civiles a paso ligero. Dani acaba la declaración llorando, como si su vida se estuviera apagando. Le acompaño después al Puerta de Hierro para que le den unos puntos y le hagan el parte médico. Que que hacemos ahora, que que falta. Ahora te vas a dormir al hotel y mañana Dios dirá. Como si fuera un niño pequeño me pidió que me quedara. De acuerdo, me quedo. Suena el móvil al rato. La Guardia Civil ha detenido a su mujer. La niña se ha quedado con la abuela. Respira y vuelve a llorar. "Me quiero morir, me quiero morir" dijo, como si fuese culpable de algo más que acciones moralmente reprobables. Entonces le conté que no había vendido enciclopedias puerta a puerta como yo de joven, eso si que era morirse. "Cierto, soy un tonto, perdoname". La vida es así, tienes todas las oportunidades del mundo para ser feliz Dani, pero te empeñas en ir por el camino más complicado. No pasa nada. Pasamos por la rotonda que separa Majadahonda de Las Rozas, la del Teniente Lopez Quesada, que dió la vida por la patria a 8000 kilómetros de la misma cayendo con su helicóptero sobre un campo de amapolas. Cualquier forma de morir me parece horrible. 

2 comentarios:

  1. sí hay cosas como lo de la Teniente López Quesada que ayudan a relativizar y ver lo que de verdad es importante.

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    1. Vivimos en un mundo donde magnificamos todos los problemas, y hay cosas muchísimo más importantes. Por eso hay que recordar los buenos momentos y lo que tenemos cuando pasan estas cosas, aunque se pase mal, siempre es menos de lo que pensamos.

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