lunes, 3 de agosto de 2020

Rescate de amor








Llegaste en mi mayor momento de oscuridad a rescatarme, a pesar de que te dije una y otra vez que era incapaz de amar a nadie, que mi corazón había quedado herido de muerte por traición para siempre, y te quedaste. Fuiste lo más dulce que puede ser una mujer, y me descubriste crueldades de otras. Me pediste que me dejara de dramas y que fuera un hombre. Aplacaste mi furia con tu sexo, pues sabes que donde se hace el amor no se hace la guerra. Cada mordisco que te daba en la espalda eran flechas que se clavaban en mi corazón sin que me diera cuenta. Me conquistaste porque sabías que me gustaban los logaritmos neperianos, el teorema fundamental del cálculo de nuestro deseo. Eso y porque cuando me dices único, maravilloso y guapo en alemán quiero escapar contigo muy lejos y no volver jamás, tan lejos como nuestros sueños nos lleven.

- Me encantaría enamorarme, pero de verdad, ahora mismo no puedo - Pensé en lo cruel que sonaban mis palabras después de estar dentro de tí, pero no puedo mentir, es uno de mis mayores defectos.
- Nunca te pedí nada, Mein Schatz. Y no tengo prisa. Ven.

Y me volviste a atraer contra tí, segura de ti misma, con la belleza walkiria de piernas infinitas. Creo que mis palabras te dan igual. Crees que soy bueno, o sabes que soy bueno, y quieres amarme. Siempre hay uno de los dos que ama más que el otro, que se entrega más, que sufre lo insufrible, que está dispuesto a todo, que se come el orgullo, que pide perdón aunque ningún crimen cometa. Y esa, mi amor, eres tú.

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