Tu amor vino sin llamarlo, apareció de repente, inapreciable. Era algo distinto, nuevo, con clase. De perdernos en conversaciones profundas en las que siempre aprendíamos algo nuevo. Desde mi gusto por los compositores rusos y alemanes sobre los italianos a tu gusto por la pasión de San Mateo de Bach, de risas entre platos de sushi. De ver películas de Harold Lloyd y tener largas conversaciones por teléfono. Es amor sin más: Daría la vida por tí pero no estoy enamorado, y eso me da más felicidad que la que puedo describir. Eres mi compañera de viaje con la intensidad perfecta y, a estas alturas del partido de la vida, eso es ir ganando. Tu voz es lo último que escucho antes de dormir, estes lejos o cerca, estemos en Carvoeiro o en Munich. Cuando te abrazo escucho la caballería rusticana de Mascagni, la de el siciliano Turiddu que encela a su antiguo amor Lola y que acaba muriendo de amor. La melodía es hermosa, sencilla, intensa, delicada, eres tú. En mis días grises no quiero sino tenerte cerca y musitar palabras de amor, como una afición que ejercer el resto de mi vida.
Esas largas conversaciones por teléfono, como añoro aquella época... Quizá debas replantearte el concepto de estar enamorado, pues no es garantía de nada
ResponderEliminarEl filósofo Julián Marías, le llamaba a eso insertar el injerto amoroso en la amistad, no sé si refleja tu estado actual, pero es un amor tan sincero como el otro, y quizá más sólido
EliminarEs lo único que funciona en la vida. Y proporciona más felicidad.
EliminarDe dónde es la foto?
ResponderEliminarEs de un hotel que estuve en Carvoeiro, en el Algarve Portugués. Muy recomendable.
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