Me enamoré tres veces (I)
En mi vida me enamoré tres veces: La primera era la mujer más bonita que mis ojos jamás vieron. Sus ojos azules estaban cargados de rabia a cada instante, buscando enfrentamiento, luchando contra un enemigo invisible. El sexo era una delicia, me llevaba con la elegancia de una mujer adulta, porque hasta para follar hay que saber de matemáticas, de elevar potencias, de sostenella pero no enmendalla. Sus infidelidades entristecían mi corazón. (Dios, como la amaba) Cada infidelidad terminaba con ella de rodillas llorando, pidiéndome perdón, rogándome amor. Orgullo de padre cuando llamaba a casa angustiada preguntando por mí. Terminaba perdonándola porque el sabor de sus labios era una droga altamente adictiva, porque la juventud no entiende de amor y sí de intensidad, no de sentimientos y sí de deseo. Cuando decidió irse a Moscú a doctorarse me informó una semana antes. El karma persigue a todos de manera implacable, no le importan las distancias ni entienden de jurisdicciones. Cuando me comunicaron su muerte me quedé impertérrito, solo pude pensar en la crueldad de sus actos. Egoístamente, recordé cada traición, cada cesión a su voluntad, cada mentira. Luego lloré amargamente, dolido y enamorado, en esa disonancia cognitiva de amar y odiar a la vez, de sentir angustia y enfado a partes iguales.
Qué duro debe de ser saber muerta a quien amaste. Saber que nunca podrás no volverla a ver ni aun para mostrarle amor, odio o simplemente compartir confidencias y recuerdos. Lo siento amigo. Cela decía que la memoria es un pozo de dolor sin fondo.
ResponderEliminarLa fui a ver a Moscú y murió de un parásito al poco. Nunca quedó claro si rompimos o no, por eso fue tan duro todo.
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