lunes, 8 de noviembre de 2021

El Profesor y sus circunstancias


 

El profesor estaba casado con una profesora. Ambos de origen humilde, ambos despistados en este mundo que cambia rápidamente. Ni siquiera eran conscientes que vivían por encima de la media sin esfuerzo, sin merecello: Tal es la condición de muchos funcionarios, que no se comportan sino cómo señores feudales del medievo.  El se quejaba siempre de la dictadura, la que le proporcionó estudios y un empleo tranquilo en su tierra. Como persona era zafia, maleducada, malhumorada, de aspecto tosco, con desprecio por la vida ajena y la propia. El mismo día que le conocí tardó diez minutos en afirmar que era mejor que yo, más inteligente, más guapo y de gran éxito con las mujeres. Toda ello lo dijo delante de la suya, mientras ella, avergonzada, bajaba la cabeza. Me contó que con veinte años estaba con tres mujeres a la vez, que a las tres les propuso matrimonio para poder acostarse con ellas, y que se decidió casar con su actual mujer porque se negó a copular hasta el día indicado (y por baja autoestima de la misma, los cuernos no son para todo el mundo, añado yo) era lo que en Madrid llamamos un Fideputa, o un cabrón con balcones a la calle. Maltrataba de palabra, obra y omisión (de educación) a toda persona que no fuese su hijo. Afortunadamente el destino se venga de aquellos que hacen daño a los demás, y una enfermedad le condenó a vivir sin hidráulico, que para un hombre no poder izar la bandera es como estar muerto en vida. Y una vez más comprobé: Si sonríes a la vida, te sonríe de vuelta. Sí te dejas guiar por la prepotencia y la menosprecias, por muy cómoda que creas que es tu montura, al final te caes del caballo. Por eso intento hacer el bien -no siempre con exito- como modo de vida. 







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