Libertad de amar
Si tuviera que elegir entre los lugares favoritos de mi infancia este sería el techo de la casa de mi abuela, un patio de juegos gigante donde yo y mis primos reíamos y aprendíamos sin saberlo más que en la escuela. Había una golondrina que mi abuelo había salvado de una muerte segura y a la cual, una vez curada, le puso una pequeña cinta. Todos los meses de abril la golondrina volvía de su viaje africano y revoloteaba por el patio como si anunciara felicidad, como si Dios hubiera escrito un mensaje en sus alas. Podía elegir cualquier otro lugar después de volar miles de kilómetros, pero siempre volvía al lugar donde sabía que fue amada. Porque el amor es una de las máximas expresiones de libertad, no se puede comprar con regalos ni inventar su existencia, simplemente se siente o no se siente. Y esa libertad es la que nos hace volver a lugares comunes, a las personas que nos aman una y otra vez, porque todos deseamos ser queridos, encontrando una felicidad no buscada. Y así te amo yo, con toda mi corazón pero también con toda la libertad. Y es así como llegan los mejores momentos, los inesperados, cuando una mirada tuya es capaz de elevar mi alma hacia los cielos.
No sé si es amor es libertad. Yo al menos no lo elijo. Pero una vez que como vector vital te lo encuentras se debe vivir, como todo lo humano, desde la libertad. La casa de mi.niñez también tenia una terraza pasable y plana, había algo mágico en en aquel lugar de juegos elevado e inmenso al menos inmenso para mis ojos de niño.
ResponderEliminarYo tuve una infancia un tanto complicada, y aquel lugar era un remanso de paz. Como lo suele ser la casa de los abuelos. De los primeros recuerdos de mi vida y más bonitos.
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