Aquel cumpleaños en el que nos conocimos tenía toques de comedia italiana, una comedia del arte en dos actos donde yo actuaba a la vez de bufón y enamorado. Comenté el color de tu vestido, sonreíste, tropecé, caí burlonamente y pasados unos segundos no sabía donde estaba, sólo sabía que quería salir de allí para estar contigo. No escuchaba la música, no tenía hambre, sólo te veía a ti, como si hubieras creado un hilo invisible. Y embelesado pasé toda la noche de Madrid, la ciudad más romántica del mundo gracias a esas escaleras de metro larguísimas que sirven para igualar alturas en los enamorados, a esos trenes que pasan con la frecuencia exacta para esperar unos minutos más, y a esas calles que permiten paseos de conversaciones eternas. Ahí estaba tu belleza riéndose de cada una de mis bromas, girando la cabeza divertida esperando que pronunciara más tonterías, tu alegría iluminando las calles a cada paso. Para el siguiente acto teníamos todo el todo el tiempo del mundo.
♥
ResponderEliminarLa verdad es que en Madrid hay muchas ciudades en una, yo siempre la he visto romántica, pero no puedo dejar de sentirme perdido en sus dimensiones.
ResponderEliminarHe visto te quieros más sinceros en un cerrar de puertas del metro que en las iglesias
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