No entiendes que me haces daño. Que detrás de cada una de tus frases pronunciadas con tu voz melódica y finalizadas en esa risa nerviosa esta una mueca de dolor a la que me he abonado. Por la que he llorado por ti, de noche y sin testigos. Como un paréntesis en mi tristeza hice el amor con alguien maravilloso, un cariño que nos debíamos desde hacía años y que creó una de las memorias más bonitas de mi vida, pero cuando acabó hiciste lo posible por volver a mi pensamiento para jugar con mis sentimientos, como una malabarista con corazones ajenos. Me equivoque hace años, dejando pasar un tren con nombre de mujer que me habría dado felicidad, y me equivoco contigo porque juegas conmigo y te sigo, tú con tu crueldad como bandera, mientras yo intento mantenerme fuerte y olvidar lo que nunca sucedió. Somos las decisiones que tomamos y yo he decidido olvidarte y no volver a equivocarme de estación, olvidar el invierno en el que habitas, silenciar tus palabras, amar a quien merece mis cariños. Es a ella a quien quiero entregar mi corazón, no a ti.
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