domingo, 13 de septiembre de 2015

Libre de la perversión y de la sinceridad de una mujer

Como si de un guión de mala calidad se tratara, la sinceridad, resultaba ser una cualidad sobrevalorada entre las sábanas. ¿Cuantos te quiero, cuantos te querré siempre, cuantas promesas de amor incumplidas?  "Las relaciones perfectas no han de ser para siempre, sino parecerlo" parecía decir. Las mentiras pronunciadas por sus labios iban y venían, una detrás de otra. Con razón parecía mirar siempre por la espalda, como si un fantasma la persiguiera, la perseguían antiguas ideas de amor, que nunca existieron sino en su imaginación: Ese amor que por su ausencia brillaba, pero ella así lo llamaba.  Lo llamaba amor, pero era placer, no sentimiento. Muchas veces se confunden, parecen venir de la mano. No era el caso. La realidad era otra: El amor es preocuparse por la otra persona y soñar despierto, estar inquieto por no tener cerca a la persona amada. Ella sólo pensaba en sí misma, y  en el placer que mi persona le proporcionaba. Nunca me quiso, sino como extensión de su ego infinito. Y eso duele, hasta que el corazón despierta. Entonces se descubre el no amor, se descubre su egoísmo, lleno de preguntas infinitas. -No me amaba a mí, sino a la idea que yo le proporcionaba de sí misma- Comencé a escapar de ella, al principio en mi mente, una vez, otra vez.. Otra vez.. Pero aquella chiquilla me daba pena. Iba a quedarse sola, sin nadie le explicara que su yoísmo, -impropio de una edad adulta - minaría cualquier relación futura, y que una mujer puede exigir tanto como atractiva resulte en conjunto, no como atractiva se crea que es.

Sudor y lágrimas costó despegarse de tal perversión, de aquel tono lamentoso que decía que no podía vivir sin mí. "Claro que puedes" -pensaba yo- "Si yo para tí no existo, sólo soy un holograma al que pides piropos y placer, no te importo lo más mínimo. Para mi más que historia, eres Escoria, (cosa vil y de ninguna estimación, dice el diccionario) pero no lo sabes".

Pero un buen día descubrí en uno de sus armarios un par de zapatillas de hombre. Al cogerlas para mirarlas con más atención una nota cayó al suelo. Su título: "Para el próximo". Era una nota escrita a mano, en un pequeño papel de cuaderno. En ella describía todas y cada una de las situaciones que yo estaba soportando en el cautiverio de mi relación. Aquel pobre hombre había vivido el mismo sufrimiento, el mismo ninguneo y la misma perversión de aquella mujer, en un periodo de tiempo más dilatado en el tiempo, eso sí. Inteligente, silenció, se guardó las opiniones para sí mismo y un día, sin previo aviso, probablemente decidió escapar. Aquella nota resultó decisiva para hacerme huir de la Diosa de la Perversión. Era una señal clara. Guardé la ropa en mi mochila y llamé a un Taxi.  Me sentí aliviado y feliz, como si acabara de hacer el amor. Y es que la libertad, es el don más preciado que nos ha dado Dios, ya lo decía El Quijote.

Su alma quería con desgana, y parafraseando a Benedetti, "Si quieres con desgana, y a pesar de eso, te salvas, entonces, no te quedes conmigo".

No te Salves 

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