martes, 18 de julio de 2023

Mary y Burdeos

Eran las cuatro de la mañana de un sábado. El teléfono sonó y sabía quien era: Sólo podía ser María. 

- No está - dijo, llorando - No está. Y soy imbécil. 

Me rasqué la oreja (María, son las cuatro de la mañana)
- Sí, no está. 
- ¿Por qué mierda echo a ese imbécil de menos? 
- Pues porque sigues enamorada. Vente a casa anda. Te dije que no pasaras la noche sola. ¿Has bebido? 
- ¡Sí!..No. Voy. 

Que el tiempo es algo que nadie puede llegar a comprender del todo quedó resumido en ese instante. Entre su casa y la mía había unos quince minutos andando. Segundos después estaba llamando a mi puerta, sin tocar el timbre, imagino que para no despertar a los vecinos. 

-¿Has traido pijama?- Le pregunté al ver la mochila. 
- Sí, ¿No? Me dijiste que viniera. Si no quieres me voy. 
- No rubia, no es eso. Da igual. 

La luz tenue del salón, permanentemente encendida la atrajo como hacia siempre. Se sentó en el mismo banco del comedor donde siempre, como si fuera su diván donde me contaba sus devenires por la vida. 
Saqué directamente una botella vino de aguja portugués, sin preguntarle, y le puse una copa, esperé a que arrancara. 
- ¿Como estás tú?- Me preguntó. 
- Mary...
- ¡Es que no lo entiendo joder! ¡No lo puto entiendo! ¡Mierda, joder, mierda, joder, joder! - y golpeó la mesa con el puño medio llorando. La copa, ya vacía, amenazó con partirse en mil pedazos. 
- No eres la única - respondí. 

Mary es sin exageración de las mujeres más guapas que he conocido en mi vida. Yo nunca me ví atraido por ella a nivel sentimental -quizás porque la conozco desde pequeña- y siempre la sentí como una hermana. Todo lo buena y todo lo hermosa que puede ser una mujer, pero con poquísima inteligencia emocional, lo cual hacía verdaderamente difícil comprender su comportamiento, sobre todo con los hombres. Su ex-novio -mi amigo- Era simplemente un hombre que no estaba hecho para comprometerse con ninguna mujer, siendo este su principal y único atractivo. Eso y que siempre hacía lo que quería. Había decidido que su futuro eran los Estados Unidos de América y allí estaba. Boston es probablemente lo más parecido a Europa que tiene ese país, pero con otras reglas de juego. Exactamente las que el quería, el riesgo, la novedad que el necesitaba. A quien no necesitaba es a Mary. 

- Estaba pensando hacer el examen de profesora de español. Allí necesitan profesoras de español. 

Me encogí de hombros porque no sabía que responder.  

- Si eso es lo que quieres, te iré a visitar. 
- No es lo que quiero, es que lo quiero. Ahora mismo sólo sufro. 
- Nada de lo que te diga va a hacerte cambiar de idea. Tu decides tu destino Mary. Lo único compra un colchón grande para que quepamos los dos cuando te visite, que en Burdeos estuvimos un poco apretados. 
- Burdeos, que recuerdos - Y se le puso la mirada de los mil metros, recordando. 

Mary sufrió una transformación en Burdeos: de una niña bien que iba maquillada y con zapatos de tacón a la universidad, a no reconocerla el día que me recogió en la estación de la sociedad de caminos de hierro de Burdeos: llevaba una chaqueta militar con la bandera de Alemania, unos pantalones vaqueros muy, muy gastados y una camiseta con insulto. Eligió hacer el doctorado allí, descubrió la libertad y cambió en apariencia, que no en esencia. Dormía en un colegio mayor mixto, y digo dormía porque prácticamente es lo único que hacía allí dentro. La habitación era más bien como un mini estudio bien equipado, y sus vecinas de planta eran mujeres de entre 20 y 25 años, casi todas embarazadas. Probablemente haya sido el lugar más extraño en el que he estado jamás. Dormimos apretados mientras se escuchaban gritos en francés y árabe por los pasillos. 
- Te quiero mucho ¿Sabes? 
- Y yo Mary. Por cierto, a menudo sitio me has traido. 
- ¿El señor prefiere un hotel frente al ayuntamiento? 
-  Descansa Mary - Y la besé en la frente. 

Mary gruñó y me dió un beso en los labios. No era un beso romántico. El beso decía "Gracias por venir, eres mi persona en el mundo" el gruñido decía "Eres pijo pero yo ya no, aquí soy popular" 

El día siguiente era sábado, y llamaron a la puerta como a las diez de la mañana. "Mary, despierta preséntanos a tu novio" -decían en francés, a la vez que se reían- "Alé, que nos han dicho que viste con camisa y todo, enséñanos tu marié bourgeois" 



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