Biblioteca de Geografía e Historia
Tardes que se convertían en noches bajo el flexo. Cansado, buscando datos en libros antiguos. Aquel silencio tan sólo era interrumpido por un leve taconeo y unos cuchicheos que creaban una atmósfera mágica, sobre todo al levantar los ojos del papel durante un instante.
Mi padre me contó ese secreto a voces, que los hombres parecen ignorar: "Las mujeres quieren el amor y ser amadas tanto como nosotros, pero no son tan directas. El tacto con ellas es fundamental. No observes fijamente. Deja que ellas te miren primero: Las manos, los ojos, la sonrisa.
Manos, ojos, sonrisa.
Preguntas. Ella, deseosa, cuenta. Responder es inocente y no ha sacado el escudo: No ha hablado de que nadie la espere al salir. ¡Hagan juego señores! No. Silencio. Espera. Sonríe truhan. Quieto, agazapado en tu sitio. Sigue estudiando. Ella se levanta: "Voy a por un café, te vienes?". Responde pausadamente. "Claro".
"En la cafetería siempre barra, nunca mesa. El cuerpo y las expresiones de una mujer dicen quince veces más cosas que sus palabras. Obsérvala. Sonríe, hazla hablar: Que tarde en terminarse el café"
"Observa cada centímetro de su cuerpo: Al principio cruza las piernas y pega la taza al pecho. Tiene cerrada la puerta. Deja que se explaye. Pregunta. No cuentes demasiado de te mismo nunca. Hazla reir. De pronto, ella quita el candado: Habla hacia tí echando el brazo que sujeta la taza a un lado. "Ha de ser duro, la verdad" comentas, a los esfuerzos diarios que ella relata. En el estudio o en la vida, no hay nada como la empatía. Todo el mundo quiere ser comprendido. Cruza más veces la mirada, mirada furtiva a los labios, las pupilas se le dilatan incluso con abundante luz. Cambia de pierna de apoyo, nerviosa.
"Y en ese momento, tu decides que camino seguir: Hacerla feliz o hacerte feliz. Pero te advierto que, si la haces feliz, ella te hará aún más feliz a tí. Aunque el camino no será fácil. Nunca lo es"
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