jueves, 2 de noviembre de 2023

Celestino sin querer, el matrimonio como destino

"...Y por eso te quería preguntar a tí, a ver que opinas" Y esta frase me sonó a lo de siempre, a ponerme en medio de dos personas que se aman pero no se atreven a mostrar sus sentimientos, a ejercer de celestino una vez más. La soledad es un castillo oscuro y lúgubre, un lugar horrible, y hay gente que con tal de evitarla espera con las personas equivocadas hasta que aparece la correcta. Al menos ella había dejado claro a su actual pareja que no lo quería. El, argentino y quince años mayor que ella, ya le había hablado de sentimientos. Pobre hombre. La mujer te tiene que admirar primero para quererte, y eso va por no mostrar tus cartas nunca. "Pues yo que sé" Contesté "Amar es un estado de imbecilidad transitoria, ya lo decía Ortega y Gasset, es algo que no tiene no ha de tener sentido para tener sentido. Mientras le ames de verdad y no porque es una fruta prohibida -porque él esta casado y eso son palabras mayores- todo irá bien"

A lo largo de mi vida, Sin querer he ayudado en la creación de varias parejas que luego han acabado en matrimonio: La más sonada provoco un divorcio y un matrimonio años después. Cómico y ridículo. Y esta iba por el mismo camino: Dos amigos míos que dejan a sus parejas para estar juntos. No es lo mismo enamorarse con 17 que con 47, hay gente que no evoluciona de la misma manera y que no quiere las mismas cosas, o, simplemente ha aprendido que la pareja funciona mientras la mujer sienta que hay más sexo que discusiones. Y para eso el hombre ha de mostrar que desea. Eso entre otras mil cosas, porque las relaciones humanas son más complejas que una declaración de hacienda. Me muestran como se hacen promesas de amor de madrugada, a dos mil kilómetros de distancia uno del otro. Quizás me equivoque pero no le veo mucho recorrido, ella tan arraigada a su tierra -pues nunca vivió en otro sitio- y el tan Bruselense, que es como decir de todos y de ninguno. Pero se amaban, sin duda, porque se halagaban sin confesar amor. He ahí la clave: El tirando del sedal y ella picando o al revés, pero sin entrar al trapo de las palabras. 

2 comentarios:

  1. Dices que se amaban pero quizás estaban más enamorados de la idea de amarse que de amarse de verdad.

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    1. Correcto, como dirían los progres la culpa la tiene el amor romántico.

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