jueves, 16 de noviembre de 2023

El Libro Guiness de los Records

Me miré las manos y las giré para verlas bien. De pronto, en mi campo visual apareció una cara familiar: Era mi amigo David. "Bienvenido" me dijo. Nos sentamos en nuestras sillas minúsculas para ver los hermanos Marx en el Oeste. Sin saberlo, acababa de tomar conciencia de mí mismo. David y yo eramos los gigantes de la clase, sacábamos una cabeza al resto, teníamos que ver las películas desde atrás. Algo extraño cambió ese día de otoño de 1982, porque el programa de repente cambió y empezaron a enseñarnos cartulinas con dibujos de objetos. Ambos pronunciamos las palabras de manera seguida: "Manzana, Elefante.." mientras el resto leía sílaba a sílaba. David y yo nos mirábamos orgullosos, como si hubiéramos descifrado el código de un tesoro. A los que leíamos más rápido nos apartaron a otra sala de la guardería. No era porque fuéramos más inteligentes, sino porque los que leían más lento a menudo reaccionaban de manera violenta. Nadie daba por aquel entonces importancia al comportamiento de un niño de cuatro años ni a su tolerancia a la frustración, consecuencias que de manera empírica se demostraron años después, sino de controlar que los niños no se pegaran entre sí. Cuando un niño de esa edad tiene un juguete y otro lo quiere no hay negociación posible: El cerebro primitivo está activado y hay una lucha por posición, gana el más fuerte. Pero la naturaleza no nos preparó para una frustración por intelecto, y eso provoca rabietas por incomprensión que derivan en violencia. Años después, David y yo nos encontrábamos en segundo de primaria, en clases de entonces 40 niños y siendo odiados por el grupo de energúmenos correspondiente. Se repitió la situación: Nos atacaban a la mínima ocasión. Por la misma razón nos marginaban en los partidos de fútbol del recreo, así que creamos juegos entre nosotros, con canicas o clics de famobil que traíamos escondidas en la mochila. Jugábamos a sumar y a restar y a la telepatía: Uno pensaba un número y otro tenía que acercarse lo máximo a ese número. Un día, con el patio impracticable por el tiempo, nos obligaron a pasar el recreo en el aula, así que intentamos jugar al ajedrez. El cabecilla de los acosadores (hoy en la cárcel por asesinato: Se chocó en la entrada de una calle y, al ver el estado de su coche, mató al conductor contrario. Su segundo llegó a política, no es broma) nos tiró todas las fichas y empujó a David, tirándolo al suelo. Intentaron pegarme a mí, y mi respuesta de defensa fue darle con un libro en la cara. Era un libro grande e ilustrado a todo color de los record Guiness, y esa era la señal que aquel simio estúpido necesitaba para atacar. Gritó un "A por él" así que empecé a parar golpes de su media docena de palmeros mientras me acorralaban en una esquina, hasta que volvió la profesora. A los alborotadores les cayeron 15 días en su casa (demasiados testigos) y a David y a mí nos cambiaron de clase. Mi padre como respuesta me apuntó a extraescolares de Kárate, con la máxima de no usarlo sino me atacaban primero. Todo se solucionó antes, pues meses después nos hicieron los test de inteligencia y a ambos nos adelantaron un curso. No tuve que usar nunca las artes marciales para defenderme, pero siempre es bueno saber hacerlo. Por eso cuando años después ley a Maquiavelo no dejaba de asentir con la cabeza: Pocos han vivido la maldad tan de cerca y sabe de que son capaces los hombres.

5 comentarios:

  1. Tu padre fue un personaje randiano en el mejor sentido de la palabra, un con mucho de héroe y arrojo, respecto a la palabra y la decencia y algo de tragedia en su destino,.. también fue escultor de la persona en que te has convertido. Me dijiste que en estos tiempos fluidos habría acabado detenido pro defender sus principios y me ha recordado aquello de Thoreau de que en una sociedad que mete a los hombre justos en la cárcel el lugar de un hombre justo es la cárcel.

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    1. No solamente Thoreau, sino Montesquieu ha muerto. Nada del derecho que se creó en tiempos de la revolución francesa puede aplicarse a una España que carece de rumbo. A mi me gustó una frase que soltó ayer Tamara Falcó: "Sobreviviremos" y es verdad, pero el coste será altísimo. La democracia se creó para evitar que los hombres se mataran entre sí, pero han destruido la separación de poderes y eso, como todo programa que hace el Estado, no creo que vuelva.

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  2. Mi experiencia en el colegio tuvo también con algo de montaña rusa, recuerdo que me bajaron la nota por escribir bien una palabra, porque siendo el único que la había escrito bien en la clase de 40 alumnos y debiendose al error a que el libro tenía un pequeño error de impresión en que una m parecía una n (yo veía claramente la m, el error era mínimo) la profesora entendió de justicia penalizarme a mi con un "negativo". La verdad no era la verdad sino lo que la mayoría decía que era la verdad (la palabra era "crómlech", que ya es una palabro curioso) Ese mismo curso en dibujo pinté un paisaje en que el cielo tenía nubes, la profesora me indicó que pintara las nubes azules a lo que me negué porque las nubes no son azules (el cielo sí, pero las nubes no) otra forma de aprender que no basta tener razón sino obedecer a la autoridad. Se aprenden muchas lecciones en la escuela. ( no me extraña que te pasaran de curso, y menos aun el resentimiento de los mediocres)

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    1. Efectivamente Joaquín. Lo mas lamentable fue un profesor de primero de primaria que me tachó un examen porque pedían tres animales marinos y yo puse "Anguila" y el entendió "Águila". Yo llegué llorando a mi casa porque había invalidado el examen entero, y mi padre fue de uniforme a hablar con el profesor (y con una enciclopedia de animales, naturaleza amiga/animales se llamaba) El profesor fue reprendido (la directora me protegía mucho, porque íbamos a la misma misa que ella) y posteriormente abandonó el colegio.

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    2. Por cierto, si algún día quieres ver un cromlech curioso te recomiendo Antequera. Tienen Parador también :)

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