Este año quería morir, y aprendí que jamás haría el mismo daño que otras personas me han hecho porque la felicidad es imposible con rencor. Aprendí a amar en ausencia, a sentir ausencia en abrazos, como en las películas, como en las novelas. A no poder dormir porque la congoja era tan fuerte que impedía descansar mi corazón. A sentir la euforia de besar la belleza, que no es sino la que nos hace felices. A comprobar que la belleza que atrae sólo está sino en nuestra imaginación, que la verdadera belleza es la que tienen los que nos aman como somos. Este año quería morir, y le doy gracias a Dios por haberte puesto en mi camino y evitarlo, por borrar mis tristezas, por darme nueva vida, el sentimiento de esperanza en cada beso antes de dormir, el descanso que es más descanso entre tus caricias, las promesas de amor sin prepotencia, tu sencillez que me enamora.
Eres afortunado, te creces en la adversidad y sabes darte siempre otra oportunidad de ser feliz, eso es sabiduría.
ResponderEliminarSabiduría, amigo mío, es saber vivir. Y creo que a eso aprendí.
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