jueves, 7 de octubre de 2021

Maikel


 
A aquel tocador de culo en bodas profesional le llamaron así por casualidad. Quizás por alguna serie de los ochenta, quizás se lo puso el mismo. Más infantil que una pastilla de chocolate, las drogas evitaron su maduración, y Maikel supo organizar su vida de manera que pudiera ser niño siempre. Como toda persona acomplejada, busco una pareja que pudiera manejar a su antojo, que se creyera inferior a el, que viera perfección en su comportamiento pueril,  aguantando su desaparición por días sin dar señales de vida, por no soportar las vicisitudes de la vida adulta, que a menudo son de sabor amargo: Esposa que se enfada, hijos que faltan el respeto, imperfecciones de la vida y de la visa, mujer que no le apetece, suegros que putean. Es por esto que en nuestro grupo de amigos ya existía la frase "¿Sabes la última de Maikel?" como comienzo a una comedia alfredolandiana que solía comenzar con una huida, el perdón de su mujer y promesas incumplidas. La gente muestra su verdadero yo en momentos de euforia: En su boda, en un viaje con mayor altitud que una cometa, tocó el culo a la mitad de las comensales, una descripción perfecta: Un infeliz que necesitaba el rito de paso para poder seguir siendo lo que es, que sabe es muy poco. Probablemente querría a otra mujer -quizás por fealdad de la suya, quizás porque los macarras desean a las pijas- pero necesitaba sentirse líder, así que eligió la rutina frente a la incertidumbre y la moderada desgracia frente a la felicidad por tramos. Una mujer fea te adora, las que se creen guapas se creen con más derechos, y por sus exigencias acaban solas. Elecciones de vida.

2 comentarios:

  1. Todos conocemos a algún Maikel. Pobre gente

    ResponderEliminar
  2. Efectivamente Joaquín. Yo sólo conozco a este. Personas que agachan la cabeza por vergüenza como forma de vida.

    ResponderEliminar