Encontré en tí el paraíso cercano , y para llegar hasta el, sólo tuve que atravesar un camino de espinas, dónde me querían contagiar de tristeza y de locura. No descubrí mi equivocación hasta el mes de abril, cuando sus mentiras no se sostuvieron más, cuando su familia se convirtió en pocos instantes en el último tipo de persona con la que mantendría una amistad. Yo, que como bien sabes padezco y parezco hacer amigos en cualquier parte. Desde ese momento planee mi huída en silencio, huyendo de un amor que no lo era, de lo más alto a lo más bajo, dejé de pronunciar promesas -cuando uno deja de prometer, deja de amar- dejé de preocuparme. Los piropos, habitantes de mis labios desaparecieron sin previo aviso, la miraba y solo veía sus mentiras, sus engaños. Evité la tristeza pues en esto el hábito hace al monje y no profeso dicha religión, de la que ella era sacerdotisa. Así que me dediqué a mostrarle su verdadero yo, a ponerla delante de un espejo. Intentando entristecerme, ella sacó la lista de mis defectos: Esa que guardan todas las mujeres y que pronuncian de la manera más hiriente posible, una sola vez. Pero yo ya no estaba allí, estaba contigo en
nuestro universo paralelo, dos calles más abajo. De no ser por aquello, de no ser por aquella, no te hubiera conocido, no sonreiría, no hubiera caído en el amor como gorda en tobogán.
Te has superado amigo
ResponderEliminarGracias, tus palabras siempre animan :)
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