Amo a otra mujer. No tengo por qué pedirte perdón. Disfruté de tus besos y luego emprendí la huida. Tu no me quisiste dar tu amor y a mí me daba miedo esa palabra. Siempre dudamos cuando nos aman, como si fuera una pregunta constante. Tratamos de protegernos, de no sentir, y esa cerrazón produce más dolor que el propio sentimiento. Yo aprendí a encontrar tiempo para tí y para tus locuras. Tú pasabas tanto tiempo buscándote a ti misma que no conseguías encontrarme nunca. Trabajar, visitar a tu familia, ver a tus amigos: Hacías tantas cosas que no pienso pedirte perdón. Y sabías mi regla: No preparo desayunos y no tengo amistades femeninas, mucho menos post coitum. La mantequilla es para untar en el pan, los cuerpos son como rebanadas. Y los sandwiches, una delicia. Quien le dice que no a un sandwich. Que no. Que no me convencen tus excusas. Yo amo a otra mujer, no me digas que no lo sabías. Con tu sexto sentido, seguro que te diste cuenta. Un buen día comenzamos a hacer el amor de manera mecánica y nuestros cuerpos parecían estar a kilómetros de distancia. Comenzaste a mentirme en tonterías sin importancia, quedabas con tus amistades a escondidas, como si sintieras vergüenza por mi presencia. Y entonces surgió mi desánimo, se apoderó de mí el sentimiento. Fue algo que no busqué y que no pude evitar. Amo a otra mujer, a la mujer que solías ser.
Relatos de ficción "Captar en lo que se ha escrito es síntoma de lo que se ha callado" (Nietzsche)
jueves, 16 de febrero de 2017
No tengo por qué pedirte perdón
Amo a otra mujer. No tengo por qué pedirte perdón. Disfruté de tus besos y luego emprendí la huida. Tu no me quisiste dar tu amor y a mí me daba miedo esa palabra. Siempre dudamos cuando nos aman, como si fuera una pregunta constante. Tratamos de protegernos, de no sentir, y esa cerrazón produce más dolor que el propio sentimiento. Yo aprendí a encontrar tiempo para tí y para tus locuras. Tú pasabas tanto tiempo buscándote a ti misma que no conseguías encontrarme nunca. Trabajar, visitar a tu familia, ver a tus amigos: Hacías tantas cosas que no pienso pedirte perdón. Y sabías mi regla: No preparo desayunos y no tengo amistades femeninas, mucho menos post coitum. La mantequilla es para untar en el pan, los cuerpos son como rebanadas. Y los sandwiches, una delicia. Quien le dice que no a un sandwich. Que no. Que no me convencen tus excusas. Yo amo a otra mujer, no me digas que no lo sabías. Con tu sexto sentido, seguro que te diste cuenta. Un buen día comenzamos a hacer el amor de manera mecánica y nuestros cuerpos parecían estar a kilómetros de distancia. Comenzaste a mentirme en tonterías sin importancia, quedabas con tus amistades a escondidas, como si sintieras vergüenza por mi presencia. Y entonces surgió mi desánimo, se apoderó de mí el sentimiento. Fue algo que no busqué y que no pude evitar. Amo a otra mujer, a la mujer que solías ser.
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