jueves, 16 de febrero de 2017

No tengo por qué pedirte perdón




Amo a otra mujer. No tengo por qué pedirte perdón. Disfruté de tus besos y luego emprendí la huida. Tu no me quisiste dar tu amor y a mí me daba miedo esa palabra. Siempre dudamos cuando nos aman, como si fuera una pregunta constante. Tratamos de protegernos, de no sentir, y esa cerrazón produce más dolor que el propio sentimiento. Yo aprendí a encontrar tiempo para tí y para tus locuras. Tú pasabas tanto tiempo buscándote a ti misma que no conseguías encontrarme nunca. Trabajar, visitar a tu familia, ver a tus amigos: Hacías tantas cosas que no pienso pedirte perdón. Y sabías mi regla: No preparo desayunos y no tengo amistades femeninas, mucho menos post coitum. La mantequilla es para untar en el pan, los cuerpos son como rebanadas. Y los sandwiches, una delicia. Quien le dice que no a un sandwich. Que no. Que no me convencen tus excusas. Yo amo a otra mujer, no me digas que no lo sabías. Con tu sexto sentido, seguro que te diste cuenta. Un buen día comenzamos a hacer el amor de manera mecánica y nuestros cuerpos parecían estar a kilómetros de distancia. Comenzaste a mentirme en tonterías sin importancia, quedabas con tus amistades a escondidas, como si sintieras vergüenza por mi presencia. Y entonces surgió mi desánimo, se apoderó de mí el sentimiento. Fue algo que no busqué y que no pude evitar. Amo a otra mujer, a la mujer que solías ser.

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