Querías silencio. Ofreciste tu reino por el. Y yo te contesté: No lo puedes tener todo. No puedes ser la más bella del lugar y a la vez, verte rodeada de silencio. Tu elegiste el ruido como razón de tu existencia en el momento que me pediste poner un niña en tus entrañas. Más aún cuando repetiste dos veces mas. Un coro de voces, un despertador no solicitado los fines de semana. Pero aun así, ahora pides silencio. Como si hubieras olvidado el significado de hacer el amor. El silencio se elige antes, no después. La felicidad hace su aparición en forma de ruido sin posibilidad de pedir silencio nunca más, hasta que el nido esté vacío. Y será entonces cuando llores amargamente por el silencio y por la quietud, que llenará la estancia como niebla en invierno, hasta que vengan tus nietos de visita. Y volverá el ruido, pero esté ruido será distinto, tendrá aún más importancia que el primero, será más suave, tú no tendrás que modularlo, no criticarás sus pasos rápidos por el pasillo de la escalera y hará más feliz el fin de tus días. Quieres silencio ¿Para qué? Los gatos que rodean nuestro jardín son inaudibles. El invierno llegó y la ventana no para de repiquetear, el viento aulla como un lobo que ha perdido a su pareja de toda la vida -pues bien es sabido que son animales monógamos- Y tu pides silencio. ¿Acaso vas a volver a leer a Borges, a Neruda, a todos los poetas que se perdieron en la oscuridad del tiempo? Esas voces, una vez leídas y aprendidas, siempre estarán en tu cabeza, nunca callarán. Mejor preocúpate de los inviernos que se suceden y no dan tregua. Abriga tu corazón con los abrazos de tus hijos, pues llegará un día que los verás partir y entonces te despertarás un domingo tarde, desorientada, odiando el silencio, ofreciendo tu reino de nuevo, porque los humanos somos así de estúpidos, siempre ansiamos lo que no podemos tener.
Relatos de ficción "Captar en lo que se ha escrito es síntoma de lo que se ha callado" (Nietzsche)
sábado, 21 de enero de 2017
Silencio, Belleza y Amor
Querías silencio. Ofreciste tu reino por el. Y yo te contesté: No lo puedes tener todo. No puedes ser la más bella del lugar y a la vez, verte rodeada de silencio. Tu elegiste el ruido como razón de tu existencia en el momento que me pediste poner un niña en tus entrañas. Más aún cuando repetiste dos veces mas. Un coro de voces, un despertador no solicitado los fines de semana. Pero aun así, ahora pides silencio. Como si hubieras olvidado el significado de hacer el amor. El silencio se elige antes, no después. La felicidad hace su aparición en forma de ruido sin posibilidad de pedir silencio nunca más, hasta que el nido esté vacío. Y será entonces cuando llores amargamente por el silencio y por la quietud, que llenará la estancia como niebla en invierno, hasta que vengan tus nietos de visita. Y volverá el ruido, pero esté ruido será distinto, tendrá aún más importancia que el primero, será más suave, tú no tendrás que modularlo, no criticarás sus pasos rápidos por el pasillo de la escalera y hará más feliz el fin de tus días. Quieres silencio ¿Para qué? Los gatos que rodean nuestro jardín son inaudibles. El invierno llegó y la ventana no para de repiquetear, el viento aulla como un lobo que ha perdido a su pareja de toda la vida -pues bien es sabido que son animales monógamos- Y tu pides silencio. ¿Acaso vas a volver a leer a Borges, a Neruda, a todos los poetas que se perdieron en la oscuridad del tiempo? Esas voces, una vez leídas y aprendidas, siempre estarán en tu cabeza, nunca callarán. Mejor preocúpate de los inviernos que se suceden y no dan tregua. Abriga tu corazón con los abrazos de tus hijos, pues llegará un día que los verás partir y entonces te despertarás un domingo tarde, desorientada, odiando el silencio, ofreciendo tu reino de nuevo, porque los humanos somos así de estúpidos, siempre ansiamos lo que no podemos tener.
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