Te besaré tan fuerte que olvidarás todo el dolor que sufriste. Te besaré tan fuerte que desaparecerán los fantasmas del pasado, esos que aún andan escondidos en las canciones de la radio. Haremos el amor sobre la encimera de la cocina y de un empujón el macabro aparato caerá al suelo, y con ella los recuerdos. Te besaré tan fuerte que perdonarás todos los orgasmos no recibidos, cuando pediste un empotrador y te trajeron un inútil con mamitis al que casi tenías que cambiar los pañales. Cuando susurraste palabras de amor y te respondieron con miradas de pánico seguidas de ronquidos. Cuando pediste más compromiso y te dijeron que estabas yendo muy rápido. Te besaré tan fuerte, amor mío, que olvidarás todas las falsas promesas que te hicieron en el amor, todos los putos caballeros andantes que más que caballeros eran rocinantes, de malos hábitos de higiene, espada pequeña y salgo corredor. Te besaré tan fuerte que olvidarás todos los te quieros por penetración, carentes de sentimiento y de mérito, porque cualquier hombre puede enamorarse falsamente durante diez minutos, pero pocos hombres lo son de verdad y se enamoran de por vida. Te besaré tan fuerte que no podrás poner como excusa nada ante tus amigas, no podrás quejarte de mis artes amatorias, ni de mi hábitos alimenticios, ni de la falta de detalles. Te besaré tan fuerte que olvidarás el desconchón en la pared recien pintada, ignorarás mis pequeños defectos y, alabando mi cocina, pregonarás a los cuatro vientos que quieres pasar conmigo el resto de tu vida. Te besaré tan fuerte que tendrás miedo a mi marcha, no por el vacio, no por la soledad, sino por puro interés. Porque el amor es egoista, nos sentimos tan maravillosamente bien porque el amado no es sino una pastilla de felicidad que tomamos diariamente, una prescripción médica que no queremos que prescriba, que nos hace olvidar la realidad en la que vivimos. Amamos y nos evadimos durante segundos del mundo, escuchando tan sólo el murmullo del tráfico, el pitido del silencio, como si fuera la antesala de la muerte.
Relatos de ficción "Captar en lo que se ha escrito es síntoma de lo que se ha callado" (Nietzsche)
miércoles, 11 de enero de 2017
Besos y Amor
Te besaré tan fuerte que olvidarás todo el dolor que sufriste. Te besaré tan fuerte que desaparecerán los fantasmas del pasado, esos que aún andan escondidos en las canciones de la radio. Haremos el amor sobre la encimera de la cocina y de un empujón el macabro aparato caerá al suelo, y con ella los recuerdos. Te besaré tan fuerte que perdonarás todos los orgasmos no recibidos, cuando pediste un empotrador y te trajeron un inútil con mamitis al que casi tenías que cambiar los pañales. Cuando susurraste palabras de amor y te respondieron con miradas de pánico seguidas de ronquidos. Cuando pediste más compromiso y te dijeron que estabas yendo muy rápido. Te besaré tan fuerte, amor mío, que olvidarás todas las falsas promesas que te hicieron en el amor, todos los putos caballeros andantes que más que caballeros eran rocinantes, de malos hábitos de higiene, espada pequeña y salgo corredor. Te besaré tan fuerte que olvidarás todos los te quieros por penetración, carentes de sentimiento y de mérito, porque cualquier hombre puede enamorarse falsamente durante diez minutos, pero pocos hombres lo son de verdad y se enamoran de por vida. Te besaré tan fuerte que no podrás poner como excusa nada ante tus amigas, no podrás quejarte de mis artes amatorias, ni de mi hábitos alimenticios, ni de la falta de detalles. Te besaré tan fuerte que olvidarás el desconchón en la pared recien pintada, ignorarás mis pequeños defectos y, alabando mi cocina, pregonarás a los cuatro vientos que quieres pasar conmigo el resto de tu vida. Te besaré tan fuerte que tendrás miedo a mi marcha, no por el vacio, no por la soledad, sino por puro interés. Porque el amor es egoista, nos sentimos tan maravillosamente bien porque el amado no es sino una pastilla de felicidad que tomamos diariamente, una prescripción médica que no queremos que prescriba, que nos hace olvidar la realidad en la que vivimos. Amamos y nos evadimos durante segundos del mundo, escuchando tan sólo el murmullo del tráfico, el pitido del silencio, como si fuera la antesala de la muerte.
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