La belleza distrae los ojos, pero para tener mi alma en tus manos, para estar en mis pensamientos noche y día necesito más, tus labios empezando la guerra y yo no queriendo paz, el te quiero como verbo sin pronunciar, ese que cuando más se repite más invisible se vuelve. Amarnos en el silencio de las palabras, en la oscuridad de la luz de tu existencia. Besarme mientras me hago el distraído, acariciarte cuando pones cara sería hasta alcanzar tu sonrisa.
Relatos de ficción "Captar en lo que se ha escrito es síntoma de lo que se ha callado" (Nietzsche)
viernes, 31 de diciembre de 2021
Amar son momentos
miércoles, 22 de diciembre de 2021
Idiazabal
Era el acto cotidiano de algún sábado: Veía a mi abuela y a mis tíos, me apretaban el cachete, me decían que cada día estaba más grande (o menor dicho más grandes, en Extremadura se añade una "s" al final cuando se quiere causar empaque en la oración a la vez que se castellaniza la misma, como hacen en Andalucía) y nos íbamos a hacer la compra a un supermercado cercano, más barato que los de la capital. Pero estábamos en el viaje de vuelta y el recorrido no era el de siempre: Los niños identifican los cambios en rutinas como nadie. "¿No vamos a comprar al supermercado?" "No" "¿Por qué?" "Tu padre le ha dado las diez mil pesetas de la compra a tus tíos, cállate" el resto del viaje lo hicimos en silencio, en aquel Opel Corsa cuadrado sin aire, con un calor sofocante. Pareció una eternidad hasta que me despertaron. Por el olor identifiqué el parking del centro. Supe entonces que esa cena iba a ser especial al instante, no hizo falta que llenaran el carrito. Sobre todo al ver a mi padre mascullando entre dientes y a mi madre en silencio. De repente se cayó el queso rodando y lo recogí "Idi-a-za-bal", "Idiazabal" respondió mi padre. Sonaba a banquete cuando no identificaba las nombres. "¿Y Por qué le diste el dinero a los tíos?" "¿Tú por qué crees?" Respondió mi padre. Preferí no responderle, que igual me quedaba sin cenar.
lunes, 13 de diciembre de 2021
Cuerpos y destino
Y si nuestro destino es unir nuestros cuerpos, que así sea, algo más que mirarnos a la cara cada mañana y decirnos hola. Hace ya mucho tiempo que me cansé de días sin, de contar el sexo con los dedos de la mano. Ahora exijo placer e intimidad con más fuerza que en mi juventud, dónde la inexperiencia impedía la felicidad completa. Sí despertándome cada día dentro de tí resultas ser la madre de mis hijos, bienvenido sea, la vida no entiende de futuros, se recorre a una velocidad de vértigo y las canas aparecen sin previo aviso, demostrándonos quién manda. Cada momento postergado ya no vuelve, único. Cada beso dado nos dice que seguimos vivos, en una eternidad en la que nunca dejas de ruborizarte mientras me preguntas por qué miro, por qué fijo mi mirada en el blanco de tu piel mientras pasa el tiempo.
viernes, 10 de diciembre de 2021
Amor Botánico
Hay una magia en las plantas que despierta mi cerebro primitivo, ese que me recuerda que hace miles de años vivíamos cultivando su existencia. He disfrutado de este simbolismo de lo efímero de la vida especialmente en jardines botánicos por todo el mundo: Tengo especial recuerdo del de Singapur, con dragones de comodo como especial atracción, pero mis preferidos siguen siendo los de Madrid y Málaga, dónde el primero parece luchar contra el asfalto como continuación del arte de los museos que lo rodea y el segundo parece estar apartado de la ciudad, como un faro que la ilumina, desde un pequeño quiosco rodeado de cipreses. Resulta especialmente hermoso de visitar al caer la tarde, dónde el encendido de la ciudad produce un pequeño escalofrío, como si alguien hubiera descubierto la noche de repente y quisiera compartirla entre flores exóticas y palmeras, haciendo la delicia de los visitantes. A alguna mente pensante se le ocurrió también iluminar de noche el propio jardín para agrandar su belleza, convirtiéndolo en lugar de encuentro de parejas y abrazos, sabedor de la conexión de las flores con la luz y los besos.
sábado, 4 de diciembre de 2021
Amor incrédulo
La primera vez que mi padre me llevo a la Sierra de Alicante tenía unos cinco años y mi mejor amigo era un elefante de plástico llamado Tom, que iba conmigo a todas partes. Probablemente sea el último sitio donde un gaditano llevaría a su hijo, sino fuera por el espectáculo de Alcoy y los combates entre moros y cristianos. Ver los coloridos disfraces me hacían sentir emociones, las mismas que luego se reproducen en la edad adulta. Los recuerdos de la niñez, los buenos y los no tan buenos son los que provocan las reacciones adultas, el reflejo del cariño, lo visto y oído, los sabores del verano que de niño me resultaba una estación eterna. Llega un momento que ese cariño desaparece, se transforma por maduración, no necesitamos tanto a los nuestros, creamos vínculos con personas desconocidas con las que formamos familias. Esta normalidad se demuestra en el test de Lüscher, dónde según los colores elegidos se demuestra la personalidad, sobre todo las conflictivas, que se alejan colores y formas geométricas básicas, mostrando su verdadero ser. Por eso siempre observo como las personas reaccionan ante los colores, como visten y que colores eligen en su día a día, proporciona más información de lo que ellas mismas quieren mostrar. Ropa y gestos dicen siempre más que palabras.