martes, 10 de marzo de 2015

#Espacio

Mi primera novela versaba sobre el espacio. Empecé a escribirla cuando el amor es un sentimiento de corazón, y tan sólo de corazón. No versa sobre la relación entre el espacio y el tiempo, sino entre el espacio y el amor. Lo primero que desaparece en nuestra mente cuando el amor hace su aparición en nuestro cerebro es la razón. El espacio es una sinrazón, vasta e infinita. Como ya conté anteriormente, tengo el gen viajero. Para mi viajar a la velocidad de la luz sería alcanzar la perfección. El amor es ver la perfección en el otro -aunque naturalmente no exista- Una continua exploración del alma de la otra persona. Siempre me ha costado distinguir entre pasión y amor, y es cuando se apaga lo primero y sigo sintiendo congoja cuando redescubro el amor. A veces sucede a la velocidad de la luz. He soñado con formar parte del descubrimiento de un planeta miles de veces. Permanecer en Estado de hibernación durante años hasta llegar al Sistema Solar más parecido al nuestro, que está en Alpha Centauri. Conquistar el Espacio. Hasta el verbo es el mismo.Un amanecer casi infinito me daría cada mañana la bienvenida. No pondría nombre a lo descubierto, porque, como en el amor, es mejor no ponerles nombre a las cosas para mantenerlas vivas. Y como en el amor, no querría salir de la espiral de sensaciones, saturado de tanta novedad. Quizás viví una vida futura, viajé a años-luz de la tierra, a lugares jamás visto por otro ser humanoñ Tengo una potente imaginación, pero me cuesta pensar que en mis sueños no exista ni un pellizco de realidad. Sólo se que si algún día mi sueño se hace realidad no pararé de tener dejá vu continuamente. Todo me parecerá familiar. Las rocas, los colores, el olor de la vegetación,  la sensación de hallarte a cientos de miles, a millones de kilómetros, están en mi memoria. Hay otros universos, pero están en este. 


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