martes, 17 de marzo de 2015

Matar los propios fantasmas

Expresar por escrito es matar mis propios fantasmas. Que que quería para mi vida, me preguntaron una vez. Quiero celebrar cada amanecer como si fuera el último. Por esa respuesta, conseguí una vez un trabajo reconfortante y bien pagado. ¿Que como sé que esa fue la respuesta decisiva? Porque el director tras darme la bienvenida, me espetó "Así que Vd. Es el que celebra cada mañana como sí fuese la última" A lo cual yo le contesté: "Por supuesto, no sabría vivir de otra manera". "Eso incluye el buen vino, espero" dijo, retrayendo la cabeza y girando los ojos, esperando mi respuesta. . "El tinto, por supuesto", respondí, un poco asombrado de lo informal de la conversación. "¡Buenos caldos los de España, vive Dios!" sentenció él, con acento mejicano.

Fuimos a comer a Alfredo's, que sirven la mejor hamburguesa de la ciudad. Pese a lo simple del plato, resulta toda una experiencia gastronómica. "Así que de escribir gusta", continuó el. "Escribir para mi, don Leandro, es tan necesario como respirar. La Ansiedad me invade sino puedo escribir al menos unas líneas al día. Escribo para escapar. Durante unos minutos mis pensamientos se transmiten a través de mis dedos y todas las preocupaciones desaparecen. Como el rioja este que tan exóticamente estoy maridando con la hamburguesa" "Hubiera pedido una Coors, joven, que paga la empresa, usease yo" contestó y prolongó su investigación "¿Ensayo o novela?" "Jefe, no se si cuando escribo es novela, ensayo o simplemente expresar sentimiento" le respondí. "Cuando el corazón da un vuelco por el amor de una mujer, no distingues amor de enamoramiento sino con el tiempo. Pues cuando escribo me sucede lo mismo. Y cada texto, como cada línea  -como cada mujer, como cada par de labios, como cada copa de vino, es distinto". "Ah, está enamorado entonces. Bueno, bueno, es joven. En Estados Unidos, como bien sabe, nos casamos muchas veces. Yo me casé cuando terminé el college, y luego otra vez hace unos años. La primera era una paisana mía. La segunda, una guatemalteca alegre. Tengo cinco hijos. El mayor de mis chavos ya pronto empieza la Universidad y le tengo advertido: Cuidado con los enamoramientos. Quiera Dios que estudie o dedique su tiempo a escribir como Vd. Las mujeres le llenan a uno la cabeza de pájaros, y el todavía es demasiado joven. 

martes, 10 de marzo de 2015

#Espacio

Mi primera novela versaba sobre el espacio. Empecé a escribirla cuando el amor es un sentimiento de corazón, y tan sólo de corazón. No versa sobre la relación entre el espacio y el tiempo, sino entre el espacio y el amor. Lo primero que desaparece en nuestra mente cuando el amor hace su aparición en nuestro cerebro es la razón. El espacio es una sinrazón, vasta e infinita. Como ya conté anteriormente, tengo el gen viajero. Para mi viajar a la velocidad de la luz sería alcanzar la perfección. El amor es ver la perfección en el otro -aunque naturalmente no exista- Una continua exploración del alma de la otra persona. Siempre me ha costado distinguir entre pasión y amor, y es cuando se apaga lo primero y sigo sintiendo congoja cuando redescubro el amor. A veces sucede a la velocidad de la luz. He soñado con formar parte del descubrimiento de un planeta miles de veces. Permanecer en Estado de hibernación durante años hasta llegar al Sistema Solar más parecido al nuestro, que está en Alpha Centauri. Conquistar el Espacio. Hasta el verbo es el mismo.Un amanecer casi infinito me daría cada mañana la bienvenida. No pondría nombre a lo descubierto, porque, como en el amor, es mejor no ponerles nombre a las cosas para mantenerlas vivas. Y como en el amor, no querría salir de la espiral de sensaciones, saturado de tanta novedad. Quizás viví una vida futura, viajé a años-luz de la tierra, a lugares jamás visto por otro ser humanoñ Tengo una potente imaginación, pero me cuesta pensar que en mis sueños no exista ni un pellizco de realidad. Sólo se que si algún día mi sueño se hace realidad no pararé de tener dejá vu continuamente. Todo me parecerá familiar. Las rocas, los colores, el olor de la vegetación,  la sensación de hallarte a cientos de miles, a millones de kilómetros, están en mi memoria. Hay otros universos, pero están en este. 


lunes, 9 de marzo de 2015

#GenViajero

Los viajeros damos por supuesto que todos tenemos el gen viajero, desear cambiar la vista de tu horizonte constantemente. 


A veces sueño con viajar por los lugares recónditos que faltan en mi mochila. Despierto y miro debajo de mi cama. Cuando leía a Hemingway en mi adolescencia quería poder escribir en una cafetería con la claridad que el lo hacía. 

Y es cierto que el sabor metálico de unas ostras te hacen sentir feliz y con ganas de haber hecho el amor. Tan cierto como que hay playas que tienen recuerdos imborrables. Desiertos llenos de imágenes en nuestra memoria y zonas habitadas por millones de personas que no nos dicen nada. Y sin embargo yo viajo por las personas. Sueño con despertar en un Monasterio Budista en Bhutan, con comer Sushi en Osaka, con alcanzar la serenidad en un atardecer Australiano. Con copular en una Isla griega acompañado tan sólo por el sonido del viento. 

Y ese gen viajero, ese culo inquieto de mi existencia me hace sufrir sentado en mi sofá, haciendo que mi alma se queje a cada minuto pidiendo la adrenalina por lo conocido y desconocido. Canarias, un paraíso tal que atonta los sentidos. Ir de Las Palmas a Tenerife y sentirse descubridor por un día. Reptar dentro de sus cuevas y sentirse protagonista de una novela de Julio Verne. Y es que este mundo es infinito, no hay suficiente vida para viajar a todos los lugares deseados, y, si así fuera, pediría otra vida para repetir.

Pero ningún viaje tan único e irrepetible como enamorarse. 




miércoles, 4 de marzo de 2015

Las personas tristes vagan y juzgan

Las personas tristes vagan por este mundo como si fueran normales, pero al culpar a los demás de sus males ocultan su propia pereza por vivir, la ausencia de sangre en sus venas, de arrojo para enfrentarse a las pequeñas piedrecitas que se nos meten en el zapato de la vida.

Miserables que, por no saber, no saben ni hablar. Los silencios son su mundo, al no saber entablar una conversación inteligente, al no saber argumentar, o simplemente al saber su batalla por perdida.

El Karma suele encargarse de ellos por "acción por inacción". y ese mutismo les condena a la tristeza más absoluta. En su mente los malos somos los demás, que tenemos culpa hasta de que sean feos. Su fealdad interna la transmiten a través de sus actos al exterior.  Así como el que transmite amor suele recibir amor, el que transmite tristeza suele entrar en un círculo, en un bucle, regodeándose en sus propias miserias, desolado por existir.

He encontrado a varias personas así a lo largo de mi existencia. Personas tóxicas que, como un kamikaze, van por la autopista de la vida en dirección contraria al resto del mundo, no por originalidad, sino utilizando que todo el todo el mundo va contra mí como argumento. Lo terrible es cuando se reproducen, pues transmiten la apatía a los hijos, que al final acaban sin amigos, encerrados en su habitación con miedo a respirar el aire de la calle, no vaya a ser que su exposición al oxígeno, nitrógeno y argón les produzca urticaria.

Pero afortunadamente, el amor se olvida de ellos. Es tras muchos años cuando se dan cuenta de lo que son: Seres imperfectos que se creían más importantes que los demás.