jueves, 13 de enero de 2022

Brújula del Amor



"Nada va a hacer que me importe, porque mi brújula ya cambió su norte" (María Becerra) 

Madrid tiene la belleza suficiente para distraerte y no darte cuenta que en algún momento has de volver a casa, que llevas horas entre amigos o caminando por sus calles. La distracción solía ser interrumpida por alguna llamada exigiendo explicaciones: Alguien te espera en alguna parte, y en Madrid todo está a una hora de distancia. Preguntas realizadas por teléfono se repiten al entrar por la puerta, como si de un doble mecanismo de seguridad se tratara. A lo largo de mi vida he visto de todo: Desde el registro de los bolsillos de los pantalones, al móvil, pero lo que de verdad muestra la propia inseguridad es el sometimiento a un tercer grado  "¿Dónde has estado?"- Preguntó "El caso es que.. Entré en la tienda"- Contesté, con más miedo que vergüenza. 

"¿A ver mis diseños, verdad?"   

La verdad es que había entrado a comprar ropa interior para mí - nada que ver con su trabajo - sin éxito. Llevo 20 años comprando allí, soy hombre de costumbres: Misma ropa, misma café, mismo equipo de fútbol. Todo en el mismo barrio donde estaba mi colegio. 

Siempre he sido pésimo mintiendo. Al igual que Dios creo me hizo inteligente, me creó despistado y el peor mentiroso de la historia, siendo este un acto vital en ciertos momentos de la vida. Se supone que aprendemos de niños, como mecanismo de defensa, pero en mi caso no fue así. Como solución alternativa aprendí de los judíos (o de los gallegos) a responder la pregunta con otra pregunta.  "¿Por qué piensas que hecho eso?" 

"Porque es lo que yo haría, somos un espejo" 

Espejos convexos - pensé yo - de esos curvos, que reflejan la luz hacia fuera y no se cruzan entre si ni en universos paralelos. Dicen de mí siempre que hablo mucho, pero no saben lo que callo. 

En ese instante comenzó mi huída, que siempre es estática, siempre en silencio, tapando el ruido de las palabras que no quiero escuchar. La magia de Madrid hizo que tiempo después cruzando la calle llegara a México, cambiando los nervios por el sosiego, los enfados por abrazos, los desayunos orgánicos por chilaquiles. 


2 comentarios:

  1. El desamor empieza a sí: exigiendo explicaciones. De la que te libraste, menos mal que en ese Madrid mágico del que habla además de brujas hay duendes....

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