Los que están no se van, ni tampoco hacen ruido cuando salen por la puerta. Las que están aman, sin dejar de hacerlo nunca. Porque hay amores que siempre son aunque no estén y amores que están sin ser. Amores que pronuncian más gestos que palabras, que buscan tu mano porque eres la razón de su existencia, aunque nunca te lo digan. Que difícil es ser y estar, coño. Que difícil poner tus actos dónde pones tus labios. Amar y no salir corriendo ante la primera dificultad. Que bonito es mirar a los ojos y sentir que tu hogar está en esa mirada que baja y produce sonrojo, dónde el silencio forma palabras que se sienten en sílabas con eco, dónde el sexo despierta y acuesta guiando la vida.
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