viernes, 1 de noviembre de 2019

Amor edificante



Dices que no encajamos. No somos un puzzle. Mientes cuando dices que no sientes lo suficiente, porque si nos volvemos a ver , volveremos a querer besarnos, porque nos atraemos, porque nos gustamos, porque lo sentimos. Y si esto es mentira, dímelo. Cuando me acariciaste la cara mientras nos besabamos, no estaba forzando nada. Eran tus labios los que buscaban los míos no una vez, sino cientouna. A lo largo del tiempo nunca pensé en ti más tiempo que el que pasábamos entre las sábanas. Y de repente, intentas romperme el corazón. Dices que todas las veces que te apreté contra mí pecho eran mentira. Que nunca sentiste nada cuando nuestros cuerpos se enlazaban. Estabas ahí, de repente eras tú y no eras tú, porque tu belleza era más poderosa que mi imaginación, y de la sorpresa me quedé sin palabras. Paseamos las calles, con esa sensación de conocerte, cuando nunca antes te vi, porque te conocía desde siempre. Y me di cuenta que te gustaba, pues volvías a reír y reír. ¿Fue entonces cuando el corazón dio un vuelco y comenzó a latir a tu ritmo? ¿Fue entonces cuando supiste que me habías atontado, o esperaste a los abrazos no buscados, a los besos por sorpresa, al morder de labios, al despertar de tu piel desnuda? Como la leona que a su presa acecha en el momento más vulnerable. 

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