domingo, 6 de octubre de 2024

La Soledad y La Espera

Hay dos cosas que definen al ejército: La soledad y la espera. Te forman para esperar sin dar ningún tipo de explicación y te dejan sólo durante horas en lugares recónditos para que vigiles cosas que -casi siempre- a nadie importan. No es un trabajo para personas que piensan demasiado, cuyos pensamientos van concatenados desde que nacen hasta que mueren, para aquellos cuya mente no descansa. El tiempo pasa inexorablemente y según la misión (lo importante es la misión) puedes llevar reloj o no. Es agobiante y frustrante.

El relevo de acción de combate dentro de una guardia se realiza cada dos horas, a saltos y obligándote a dormir en el cuerpo de guardia abrazado al arma por si fuera necesaria tu intervención. Nos mandaron patrullar, esto es, dos personas dando vueltas por el cuartel armados con dos cargadores, dos fusiles y dos pistolas. En ningún caso podíamos disparar sin ser disparados primero y debíamos pedir el santo y seña y advertir de dicho disparo al atacante. La primera bala, como siempre, la blanca de fogueo.  Mi binomio durante tres años era Gutierrez, creo que ya hable de el, un señor con poco seso, gran envergadura y amante de los cánticos regionales de Extremadura (los binomios se crean por tamaño y peso, no por gustos musicales)

Eran las tres de la mañana y la parte de atrás del cuartel estaba completamente a oscuras, tanto es así que nos obligaba a activar la mirada híbrida del fusil para ver el camino. Gutierrez se cansó e hizo trampas, activando una varilla luminosa. 

El Puto de Gutierrez cantaba:

"La Virgen de Guadalupe,
Es morena y muy bonita,
Por esos a las extremeñas,
Nos gusta ser morenitas,
Por esos a las extremeñas,
Nos gusta ser morenitas"

- ¡Calla Gutierrez, coño! ¿Has oido eso? 

- Será un gato - respondió. 

- Un gato. Un cojón de mico - Gutierrez siguió cantando:

"No quieras, para casarte,
Un novio de muchas perras,
Más te vale un extremeño,
Que sepa labrar la tierra.
Más te vale un extremeño,
Que sepa labrar la tierra"

De repente paró de cantar, se quedó quieto, cerró la mano derecha y elevó el brazo. o se había vuelto comunista o había oido algo. Se tocó la oreja, giró la cabeza para que mirara y empezó a temblar (la subida de adrenalina es algo espectacular en estos casos) había alguien subiendo la verja, completamente vestido de negro y con pasamontañas. 

- SANTO Y SEÑA - Gritó, sin obtener respuesta y sin dejar de temblar- ¡Santo y seña o disparo!

Me cabreó. Primero porque el Santo y Seña lo tenía que pedir yo, porque soy más antiguo. Segundo porque este hombre era tan imbécil como capaz de disparar (como se comprobó más adelante)

Cargué la primera bala, que no sirve para nada, pero por civismo, como reciclar. 

- Será un gato - dijo Gutierrez, que tendía a imaginar cosas debido a las sustancias psicotrópicas a las que era aficionado - Un gato subiendo la valla, jiji - acompañó su comentario de una risa burlona, probablemente estaba en su mundo viendo unicornios. 

Gutierrez era una caja de sorpresas y le costaba cumplir órdenes, y digo le costaba porque su coeficiente intelectual apenas superaba el 70. Generalmente hacía lo que le salía de los genitales, con la seguridad que da la ignorancia y la completa y absoluta carencia de sentido común, aplicable incluso a su propia existencia. Por eso no me sorprendí cuando sacó el cargador del fusil, metió otro (no sin previo golpeo en el casco) cargó y disparó en dirección al "gato" varios metros hacia la derecha, con el fusil en la cadera. El animal que se identificaba como persona se quedó quieto de repente, asustado pero no maulló, antes bien grito un "¡No disparéis, no disparéis, me cago en mi vida!" mientras por la radio oíamos un grito "¿QUE COJONES HA SIDO ESO?" 

Apuntamos al gato identificado como persona, y mientras esta lloraba de rodillas y no paraba de porfiar, contesté por radio "Gutierrez, mi sargento" y ví como se encendía la luz del cuerpo de guardia donde dormía el Oficial. Ahora sí que estamos jodidos, Gutierrez. De esta nos mandan a pelar patatas a regulares de Melilla. Gutierrez se limitó a encogerse de hombros. 

El oficial de guardia -En riguroso pijama verde con la cruz de Santiago- se adelantó al sargento de guardia, descalzo y cabreado. Ni siquiera preguntó, directamente le dió una patada al que estaba de rodillas y le quitó el pasamontañas. 

- No me jodas, ¡NO ME JODAS! 

Era un compañero que había llegado tarde y que no quería entrar por el cuerpo de guardia e identificarse. 

A Gutierrez y a mí nos dieron dos días de permiso por nuestra valiente actuación, por lo que podía haber sido y no fue.