Navarra nunca defrauda, ya sea por su huerta, por sus intrigas palaciegas o porque el frío unido al cierzo aragonés se te mete en los huesos y se graba en tu memoria. La huerta de Tudela, que hace las delicias de cualquier amante de unas exquisitas alcachofas con foie, como el recuerdo de un reino que tuvo mucho de francés, pero sin perder su esencia española. El frío y la ausencia de Sol de un lugar cuyo verano dura un instante. En Olite habitó y murió uno de los personajes más controvertidos de la monarquía española: Leonor de Trastámara, una aragonesa que fue nombrada reina, una lianta que iba y venía entre las cortes de Castilla y Navarra formando alianzas, aburrida y desconfiada. Los Trastámara eran básicamente unos trepas, en el sentido más castellano del término, y Leonor no iba a ser menos. No disfrutó sino a final de su vida la tranquilidad de aquel palacio y sus modernidades, Lleno de puertas falsas, trisqueles y una torre para que jugaran los niños. Probablemente paseó poco por Las Bárdenas y su bello paisaje semidesértico mientras sus vasallos plantaban espárragos.