Puede que esté loco, pero sé cuando alguien esta más loco que yo. Quizás veo más allá y otros simplemente no quieren mirar. Puede que tú seas la que me vuelve loco, la que me hace llorar. Donde otros cierran los ojos y duermen, yo me mantengo despierto, alerta, esperando el sonido de un despertador inaudible. Dicen que el amor es un invento, que no existe. Me da igual su existencia cuando no hay otra opción que sentir. Sentir tu provocadora belleza, amar tus pechos perfectos, dejarnos llevar por la locura, amarnos en libertad, pues no hay otra manera de amar. Quisiera vivir esto el resto de mi vida, como aquellos que cuentan el amor en años, pero sé que la sensación de plenitud dura unos instantes y luego llega su compañera la tristeza. ¿La felicidad? Claro que existe, pero a veces es un susurro. Es un siempre cuando te tengo entre mis brazos. Nos vendieron la estabilidad como catalizador de la felicidad y, equivocados, se olvidaron que la libertad de amar la provoca. Que es el deseo el que sube y baja, el que se apodera de nuestras mentes, que los sentimientos esclavizan cuando nos dejamos guiar por ellos. ¿Que mayor libertad que tenerte sobre mi cuerpo, sin pensar lo que sucederá mañana? ¿Que enseñanza me pueden dar los que llevan años casados, si ni siquiera dedicarse palabras de amor con la mirada? Mil veces me enamoré, a veces sólo durante unos minutos, sin obligación de un minuto más. Prefiero amarte así, pues sólo así sé me amarás de vuelta, y entonces no contaremos nuestro amor en años, sino en miradas, en abrazos, en palabras.